Piensen en Bolivia

La Prensa

Editorial

¡Basta ya! Dejen el odio y el rencor. Piensen en Bolivia y en los bolivianos. El país no merece esta angustia y este sufrimiento.



La profunda polarización que vive Bolivia nos está llevando a enfrentamientos violentos y por ahora, felizmente focalizados, pero que bien podrían generalizarse, especialmente en las regiones opositoras, donde las acciones de hecho se multiplican día a día, originadas en otras gubernamentales, en algunos casos autoritarias y en otros triunfalistas, que desconocen derechos o normas legales.

El caos se está apoderando del país como producto de las actitudes de uno y otro sector que no dan brazo a torcer en sus rígidas posiciones: El Gobierno, recortando arbitrariamente a las prefecturas el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), queriendo imponer al país, contra viento y marea, el proyecto de una nueva Constitución Política del Estado (CPE) irregularmente aprobada por la Asamblea Constituyente, modificada por un grupo de oficialistas que no representan a todos los bolivianos y contraria en muchos artículos a convenios internacionales que deben estar por encima de la Carta Magna de los países suscriptores.

La oposición, por su parte, reclamando la devolución de los fondos del IDH y oponiéndose a la irregular convocatoria al referéndum dirimitorio y ratificatorio de la CPE con bloqueos de caminos que causan enormes daños al transporte, al traslado de productos, especialmente alimenticios; con ilegales tomas de instituciones públicas y amenazando con radicalizar sus medidas de presión que no tienen otro efecto que perjudicar al país, a las poblaciones y al comercio de las regiones bloqueadas.

En medio de ello, agresiones, enfrentamientos y escaramuzas con saldos de contusos y ataques, acusaciones e insultos de uno y otro lado que lo único que hacen es enturbiar más el ambiente nacional, cuando lo que deben hacer es preservar la paz, buscar el diálogo, negociar y llegar a acuerdos que eviten situaciones de mayor gravedad.

Los gobernantes nacionales y departamentales están obligados a reflexionar, mostrar sensatez y mantener la unidad de los bolivianos y no dividirlos más. Están obligados a buscar soluciones negociadas y no imponer posiciones políticas e ideológicas y, lo que es peor, sus caprichos, por medio del autoritarismo, la soberbia o la fuerza.

El pueblo en general, ese que no está inmerso en esas luchas ideológicas, quiere vivir en paz y tranquilidad. Quiere que lo dejen trabajar, que no le falten alimentos ni combustibles, quiere un Gobierno pacifista y no belicista y confrontador.

¡Basta ya! Dejen el odio y el rencor. Piensen en Bolivia y en los bolivianos. El país no merece esta angustia y este sufrimiento. Dialoguen, negocien, compórtense como seres humanos civilizados.