Termómetro político

El Nuevo Día. En Pando, el Gobierno mandó fuerzas civiles para enfrentar a las fuerzas autonomistas. Parece ser, a medida que llega la información de prensa y nos vamos enterando, que el Gobierno encendió allí la mecha de una violencia mayúscula: con muchísimos muertos.

La violencia como estrategia

La violencia está en marcha. Las dos fuerzas de la política boliviana – los autonomistas y los masistas – miden su potencia en las calles. Ya hay muchos muertos, pero lamentablemente, puede haber muchos más.



El Gobierno no ha podido movilizar a las FFAA y a la Policía para aplastar a la población rebelde en la media luna, pero ha decidido movilizar a sus sectores sociales.

El objetivo es neutralizar la movilización de los sectores sociales autonomistas en las calles y debilitar así, la fuerza y la propuesta de la media luna. El Gobierno cree que este es el único camino que le queda, a los fines de desgastar y derrotar a los autonomistas.

Hay que recordar que el MAS es un instrumento muy eficiente en la movilización para desgastar – y al final derrocar – a los poderes establecidos. Y hay que recordar que ahora, el MAS tiene sobrados recursos para aguantar el tiempo necesario en estado de máxima movilización.

Pero también, hay que recordar que el MAS, nunca había intentado esta estrategia fuera de sus dominios territoriales, es decir, fuera del Altiplano y de Cochabamba. Ahora lo intentará.

Ahora, la estrategia del MAS consiste en que sus fuerzas militantes movilizadas, desgasten a fondo a las fuerzas autonomistas y que, a ser posible, vayan plaza a plaza acorralando a los prefectos de la media luna en sus propios departamentos, hasta derrocarlos. Lo hicieron contra otros gobiernos, ¿Por qué no intentarlos contra las prefecturas de la media luna?

El Mas cree que estar estrategia es lo único que le queda. Lo otro seria negociar. Y sinceramente, no parece que el MAS quiera sentarse en una mesa de negociación. Ya vimos que en el momento de recibir a Mario Cossío para ”dialogar”, el MAS lanzo el Estado de sitio sobre Pando. La intención era clara: romper el dialogo.

No se sabe si esta estrategia del MAS, de acosar físicamente con sus sectores a los prefectos hasta derrocarlos, funcionará en la media luna. Lo que se sabe es que el gobierno puede controlar donde comienza su movilización, pero no donde termina. O peor, como termina. En Pando, por ejemplo, la tal estrategia se le fué de las manos al gobierno.

En Pando, el gobierno mandó fuerzas civiles para enfrentar a las fuerzas autonomistas. Parece ser, a medida que llega la información de prensa nos vamos enterando, que el gobierno encendió allí la mecha de una violencia mayúscula: con muchísimos muertos.

Y una vez que las cosas se salieron de límite entre civiles, el gobierno recurrió a las FFAA y dictó el Estado de Sitio sobre Pando. Estado de sito, que, como era de esperar, se cobró más muertos. Esta vez, frente a las cámaras y con decreto de respaldo.

Es decir, la estrategia del gobierno no ha ido bien del todo. El tal Estado de sitio, ni siquiera ha recuperado el orden en Cobija. Pero además, se sabe que las FFAA están muy descontentas con este rol que les vuelve a tocar: el de ser un brazo armado del proyecto político de turno. Y por tanto, parece buena receta para el MAS, enviar sus sectores, armar la grande y enviar atrás a las FFAA a limpiar el caos.

El último dato de coyuntura es la orden que dan las fuerzas autonomistas en Santa Cruz, para desbloquear carreteras. Lo ofrecen como una señal de buena voluntad para negociar. Veremos si el Gobierno lo valora.

Esta es una crisis que no se saldará entre bolivianos. Aquí hay un claro y fatal empate entre dos visiones, y muy probablemente entre dos naciones: la andina y la autonomista. Un empate que está generando violencia y muerte. Se necesita una figura internacional que haga mediación. Se necesita una fuera externa y neutral que patrocine un acuerdo entre las dos partes.