Barajar y dar de nuevo

Editorial de El Nuevo Día.

Cuando todo indicaba que el MAS tenía las cartas marcadas para ganar con póker de ases la partida de la política boliviana, las circunstancias lo llevaron a la conclusión de que era mejor barajar y repartir de nuevo. No está claro qué motivó al Gobierno a cambiar de estrategia ¿Fue la presión internacional? ¿Fue la crisis económica que se avecina y que promete un tsunami en Bolivia? ¿Fue el deterioro de la imagen de Evo Morales que ya no podía esconder los ribetes de dictador? Puede que sean todas estas causas juntas las que confluyeron para que el oficialismo saque de la manga el naipe de la concertación, que ha logrado llevar cierta tranquilidad al país y sobre todo, mostrar en el exterior una imagen del MAS que pocos esperaban. Aunque es posible también que la verdadera razón esté en las aspiraciones hegemónicas del oficialismo. Justamente quien aspire a una consolidación política plena, no debe optar por aplastar a sus enemigos, sino por convertirse en un regulador de las diferencias.

De todas formas, el MAS mantiene el puesto de repartidor de las cartas en el país, mientras que la oposición, que hasta hace muy poco tiempo se presentaba como un único contendor, comienza a fragmentarse entre varios jugadores que pelean por un puesto en la mesa.



Además de la división que se yergue sobre los opositores, sobre todo entre los ¿ex? miembros del Conalde y Podemos, la mano se viene complicada. Muchos de estos jugadores están obligados a enfrentar con las mismas cartas el próximo desafío electoral, es decir, el referéndum constitucional. Concretamente, Mario Cossío, Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, entre otros, han manifestado que no van a pedir el voto por el “No” a la constitución y sería un desatino que lo hagan cuando han sido ellos los coautores del cuoteo congresal. Optar por una campaña a favor del Sí podría ser de lo más estéril para ellos, pues el MAS es el peleador más fuerte en este terreno y lo más interesante de todo es que va arar en el mismo terreno, es decir en la Media Luna.

Para lo que queda del bloque cívico-regional, ese espectro de actores que reúne a ingenuos, principistas y desengañados, el panorama es algo más claro, pero muy poco esperanzador. Las posturas, basadas en la defensa de la legalidad y de la búsqueda de una autonomía plena, pueden fortalecerse en la medida en que la crisis económica y el descontento de los sectores radicales del occidente, que querían quedarse con la constitución de Oruro, comiencen a jugar en contra de Evo Morales y que ese factor se exprese de manera significativa en la consulta del 25 de enero. Las posibilidades en este sentido son muy remotas.

Evo Morales es el único jugador que tiene el oficialismo para el 25 de enero y el 6 de diciembre de 2009. Eso nadie lo discute ni lo cuestiona. Frente a eso, la única chance que tienen todos los fragmentos de la oposición de mantenerse con vida y de seguir luchando por la democracia y la autonomía es identificar a un único contendor ¿Podrán lograrlo?