Cínicos

Gary Antonio Rodríguez A.*

La Razón

Qué pasaría si alguien le dijera a Ud. que es un cínico? Seguramente no le gustaría un ápice, especialmente si estuviera en ejercicio del poder. Para la Real Academia Española, el cínico es un ser impúdico y procaz, y el cinismo, la desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones vituperables. Veamos un poco de historia.



Antístenes fundó la Escuela Cínica en la Grecia del Siglo IV aC, defendiendo la frugalidad por oposición a la riqueza, como medio para ser feliz. Diógenes de Sinope fue uno de sus más representativos exponentes. Se cree que el denominativo de “cínicos” tenía que ver con el comportamiento semejante a los perros (kynikos) que tenían aquellos filósofos en su simple modo de vivir, aunque también, que derivaría de “Cinosargo” (kyon argos, perro ágil o blanco), lugar donde fue fundada dicha Escuela.

De las extravagancias atribuidas a Diógenes “El Cínico” se dice que, para él, el robo era admisible, y que el amor era un simple “negocio de ociosos”. Hombre adelantado a su tiempo, decía ser “cosmopolita” o “ciudadano del mundo”. Cuenta la historia que Diógenes caminaba por Atenas a plena luz del día con una lámpara encendida diciendo: “Busco un hombre honesto sobre la faz de la tierra”. Es célebre también su encuentro con Alejandro Magno, quien lo admiraba: “¿Hay algo que pueda hacer por ti?”, le preguntó el conquistador; Diógenes, echado, desde el suelo respondió con desenfado: “Muévete, pues me tapas el sol”.

Otras célebres frases cínicas: “Callando es como se aprende a oír; oyendo es como se aprende a hablar; y hablando se aprende a callar”; o, “la envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros”; y, “para casarte, cuando joven es temprano, y cuando viejo, es tarde”.

Basta de historia, volvamos ahora a la cruda realidad. Mirar la TV en estos “tiempos de cambio” resulta una tortura: cada día hay nuevos embustes, mentiras y diatribas.

¡Cuántos se rasgan sus vestiduras, e.g., porque a unos campesinos les despojaron de sus camisas en Sucre, el 24 de mayo del 2008! “¡Una humillación!”, vociferan. Pero, nada dicen del invasor extranjero —cuya foto idolatran y cuelgan en sus oficinas y dormitorios— pese a que humilló a soldaditos bolivianos como él mismo escribió un 9 de mayo de 1967: “…liberamos a los soldados, previa charla (…) se les quitaron los zapatos, se les cambió la ropa y a los mentirosos se les envió en calzoncillos” (http://www.geocities.com/biblio_sociologia/El_Diario_del_Che.doc). ¿Qué hubiera pasado si a los campesinos los dejaban en paños menores? ¡Declaratoria de luto nacional! Pero… ¿Qué del honor a nuestros soldaditos muertos por la guerrilla invasora? Nada. De que hay cínicos, los hay ¡y no escolásticos precisamente!

*Gary A. Rodríguez A.

es economista y gerente general del IBCE.