Hacia un régimen unipartidista

Los Tiempos

Editorial



Ironías de la historia: el azul de FSB, hoy color emblemático del MAS, y el septuagenario rosado del MNR llegan a este fin de una época como los únicos sobrevivientes. Sólo que ahora es el azul el que amenaza con alcanzar el poder total

Entre los muchos y profundos cambios que están produciéndose en nuestro país de manera lenta pero segura, hay uno cuya importancia merece ser destacada porque sienta las bases de lo que ya se perfila como un nuevo régimen político “postdemocrático”, que es como lo denominan sus autores intelectuales. Nos referimos al unipartidismo.

En efecto, entre las características centrales del proceso que se inició hace cinco años y alcanzó uno de sus principales hitos en las recientes jornadas parlamentarias, hay dos que tienden a confluir en un mismo punto: el continuo fortalecimiento del Movimiento al Socialismo y el inversamente proporcional debilitamiento, cuando no disolución, de todos los demás partidos.

La primera faceta del fenómeno se produjo por la extraordinaria eficiencia con que prácticamente de la nada fue construyéndose el MAS. Sus inicios fueron tan espurios que sus fundadores tuvieron que recurrir al mercado de la política informal para adquirir una sigla en desuso, la del Movimiento al Socialismo Unzaguista (MASU), una fracción de lo que un día fue la Falange Socialista Boliviana. Hoy se yergue como un partido monopólico.

La otra vertiente del proceso tiene su origen en la también extraordinaria ineptitud de los líderes de los partidos que durante veinte años rigieron los destinos de Bolivia. Dos de los tres pilares del antiguo sistema, ADN y el MIR, cometieron suicidio inducidos por las mezquindades de sus jefes y el MNR, único sobreviviente, quedó tan débil que aún no sale del estado vegetativo.

Con los despojos de ADN y el MIR, dos despechados ex aspirantes a herederos engendraron sendos proyectos de proyección personal. Así, Podemos y Unidad Nacional nacieron con tantas limitaciones congénitas que muy pronto agotaron su ciclo vital.

El caso de Podemos es el más patético pues murió sin haber obtenido siquiera un certificado de nacimiento. Nunca obtuvo personería legal y cuando intentó hacerlo no reunió las firmas necesarias por lo que su efímera existencia transcurrió con identidad prestada. El que haya llegado a ser la principal fuerza opositora dice mucho de la realidad política nacional.

El caso de Unidad Nacional, aunque menos grotesco en la forma, es igualmente representativo del fracaso de una generación que no estuvo a la altura de los desafíos de su tiempo. Sus pocos parlamentarios quedan como el último testimonio de algo que no pudo ser. Todavía tiene vida legal; pero para vivir de verdad hace falta algo más que eso. Algo de lo que, por lo hasta ahora visto, esa agrupación carece.

Así, fuera del MAS, sólo queda un pequeño rescoldo de lo que un día fue el MNR. Pronto mostrará cuánta vida le queda, si le queda alguna, cuando realice sus elecciones internas para renovar su estructura orgánica. Si el MNR logra salir airoso de esta prueba será el último exponente de más de un siglo de historia política de Bolivia.

Ironías de la historia: el azul de FSB, hoy color emblemático del MAS, y el septuagenario rosado del MNR llegan a este fin de una época como los únicos sobrevivientes. Sólo que ahora es el azul el que amenaza con alcanzar el poder total.