«Las muertes pueden acabar con la autoridad de Evo».

Jean Claude Martínez | Diputado europeo.
Le preocupa que la nueva Constitución institucionalice a los grupos sociales como fuerza capaz de someter a todos los poderes del Estado. Desde su visión de intelectual europeo que pisó suelo boliviano, hace un análisis sin tapujos

El Deber

Roberto Navia | [email protected]



image

 

En Bolivia, bajo un fondo de heridas seculares, económicas, sociales y culturales, que forman una conjunción explosiva de injusticias, resentimientos y de fuerzas sísmicas que están provisionalmente contenidas, se ha iniciado un proceso constituyente. Como la más preciosa suerte -si no es una de las últimas- antes del riesgo de ruptura de la placa tectónica social, política e institucional boliviana. Si este diálogo llamado de Cochabamba, que proviene del nombre de la ciudad donde se lleva a cabo, vendría a fracasar, hipótesis que no es irreal, entonces no habría una perspectiva de solución tranquila, por tanto, las tensiones históricas, enraizadas en lo más profundo del magma social, comunitario y cultural, se encontrarían liberadas. Con la angustia latente aquí, en una parte del país, que ocurre una situación no controlada. Por lo anterior, para prevenir este riesgo y conociendo la fuerte eficacia de la diplomacia de implicación personal como lo es la suya, por ejemplo en Libia y en Georgia, le solicito señor presidente Sarkozy, desde Bolivia, de interceder allí, ahora, ante el presidente constitucional y legítimo Evo Morales, para intentar dar el precioso impulso europeo, que su presidencia permite, al diálogo de reconciliación nacional boliviana que todos nosotros portamos como una fuerte esperanza. Ya que nos abriría a todos, por su éxito, la nueva vía de una "alianza de civilizaciones entre Europa y América Latina". Jean Claude Martínez

“Evo Morales tiene la posibilidad de caminar por la ruta de Nelson Mandela o tomar la vía de Zimbaue, un país africano que se mostró al mundo al borde del caos político, con sus consecuencias de guerra y destrucción”, dice Jean Claude Martínez, el parlamentario europeo que aterrizó en Santa Cruz para enterarse personalmente de si es verdad que los bolivianos nos estamos matando.
Martínez, con su voz afrancesada y notoriamente ronca (a causa de varias conversaciones con líderes del Gobierno y la oposición), desnudó la Constitución del Presidente y, después de hacer lo mismo con el pedido de autonomía, se dio tiempo para aconsejar al primer mandatario boliviano.
– ¿Qué pensaba de Bolivia?
– Conocía un poco Perú, Colombia, México, Chile, de verdad no conocía Bolivia. Tenía la imagen clásica de los Andes, del Titicaca y todo eso. Estoy descubriendo que también hay un país tropical, donde la gente es más abierta y más tranquila.
– ¿Cuál es la imagen que tienen los europeos de Bolivia?
– Pienso que han comprendido que no hay un problema de soberanía, de independencia. Ellos llegaron a tener la imagen de una especie de Kosovo, una imagen un poco tonta. Pienso que están comprendiendo que el problema es más complejo, que no se puede ver con ojos de europeos, que hay gente que se ha construido trabajando, que a lo mejor hay unos cuantos riquísimos, pero son ricos medios, no hay grandes ricos. Los europeos tienen una visión de Bolivia que no es exacta, piensan que los problemas de acá son sólo una cosa de marxistas, de injusticias. Yo creo que se trata de situaciones más profundas de origen cultural, de algo que está en la cultura misma de este país, en su gente, en los niños que trabajan y en la oligarquía, no de Santa Cruz, porque aquí no la hay, sino en la de La Paz, en ésa que compraba de un lado la coca y la vendía a los mineros de los socavones.
– ¿Qué es lo bueno o lo malo de la Constitución que quiere aprobar el Gobierno de Evo Morales?
– Hay cosas muy clásicas. Dice que se puede hacer endeudamientos, eso es una posición liberal. También señala que el Banco Central maneje la moneda, eso es una teoría clásica. Pero existen cosas nuevas, como eso de las 36 naciones indígenas.
Lo que está sorprendiendo a la gente es la justicia indígena, comunitaria. Por ejemplo: alguien va en su carro por un territorio aimara, de pronto atropella a un niño que se atraviesa. El temor del conductor es que va a depender de la justicia comunitaria. Me parece que hay un movimiento (que no sólo es en Bolivia, sino también en el mundo) que a mí me inquieta, de volver a lo natural. En Europa existe eso, hay quienes quieren comer cosas biológicas, no toman medicamentos, no desean químicos, sino soya natural, y a la mujer natural, eso es una corriente filosófica. La gente prefiere ir en bicicleta, iluminarse con velas y vivir en casas de madera. Yo no estoy de acuerdo con esta corriente.
Algo de eso se encuentra en la Constitución de Bolivia (el proyecto aprobado en Oruro) y eso parece sorprendente para los europeos.  ¿Qué es la costumbre indígena? Lo que se quiere aprobar en Bolivia es una Constitución biológica. La hoja de coca también está en la nueva Constitución. Eso parece curioso para los europeos.
-¿Qué parte del proyecto de la Carta Magna es el que más le preocupa?
– Para mí, el problema más importante de la nueva Constitución que quiere aprobarse, es el que trata sobre el control de la sociedad civil organizada, el mismo que puede intervenir en todos los órganos del Estado, incluyendo en la justicia. Se trata de algo clásico de los soviéticos. En 1968 yo he conocido eso cuando era estudiante. Había un control social sobre los profesores. También sabemos por el ejemplo de China y de Vietnam, que el control social puede conducir a la anarquía.
El padre de ese pensamiento  es el francés Juan Jacobo Rousseau, quien en el siglo XVIII decía que los hombres son naturalmente buenos, es la sociedad la que los ha contaminado y que si volvemos a la sociedad biológica los hombres se van a volver buenos. Eso es una ilusión. Toda la gente que ha querido cambiar el alma humana ha terminado mal. Ésa es la parte peligrosa. Entiendo por qué se ha introducido esta figura en la Constitución de Bolivia. No soy un niño, ellos tampoco, entiendo que para ellos la sociedad civil organizada es la que ellos organizan: los sindicatos, el MAS, los vecinos, y con eso van a controlar hasta el fin de los tiempos y si hay un poder que se escape lo van a recoger con el control social. Tenemos todos los ejemplos históricos y sabemos que eso no puede durar muchos años.
– ¿Por qué cree que el Gobierno sataniza a las autonomías departamentales?
– Yo tengo una posición filosófica que es muy francesa. En mi país he sido adversario de la descentralización porque se convirtió en una especie de feudalismo. Si se descentraliza el poder puede que haya pequeñas oligarquías y si soy pobrecito es más fácil tener a un funcionario en la capital porque él no me conoce y va a tratar mi problema con más neutralidad. Me parece que la descentralización primero es un lío jurídico porque hay muchas fronteras, el poder del Estado, la policía, un poder sobre otro. Tenemos en Francia un lío. Hay regiones que piden un porcentaje de beneficio sobre los impuestos, lo mismo que acá. Los estatutos de descentralización y autonomías andan bien cuando todo anda bien en el país. Ésa es mi posición filosófica.
El poder político del Estado está desarmado. La gente dice: Si el poder central no puede tratar mi problema, ¿qué hago? Me voy a mi ayuntamiento, a mi casa, a mi provincia, a mi autonomía y me pongo en posición fetal como cuando estaba calientito con mi madre. Es ésa la verdad psiquiátrica que no ven, gente que ha visto que el poder central no puede tratar todos los problemas.
El poder central de Bolivia y de otros países cada vez menos puede solucionar los dramas humanos, porque están delante de un problema planetario que es la globalización, la migratoria, la económica, el clima, etc.
-¿A qué se refiere con tratar los problemas a nivel planetario?
– Para qué le sirve al poder central tener una Constitución y una descentralización si las vacas se vuelven locas, si los pollos adquieren la fiebre aviar. No han entendido que estamos en el siglo XXI. Hay que tratar los problemas todos juntos. En esto tienen que participar los profesores, los universitarios. Yo he escrito un libro que se llama Mañana 2021 y ahí digo que hay cuatro cosas que tenemos que subir al nivel planetario: los hombres tienen derecho a  comer, a beber, a curarse y a la educación. Esas cuatro cosas hay que tratarlas con presupuesto, con dinero y organización planetaria. En el mundo tenemos cosas en común: el clima, el agua y los alimentos.
– Bolivia, ¿qué papel juega en esta propuesta que usted hace?
– Un hombre como Evo Podría decir: yo, Presidente de Bolivia, propongo a las naciones de América Latina una alianza de civilizaciones. Yo tengo agua pero me faltan vacunas y eso lo tiene Europa. Hay que tratar de organizar a nivel de líderes, no de las agrupaciones sociales. Europa es un continente de viejecitos, aquí hay jóvenes que pueden ir a Europa y los viejos venir a jubilarse a este continente. Todo es posible.
– ¿Qué consejo le da a Evo Morales?
– Lo que quiero decirle a Evo es que trate rápidamente el problema secundario de la Constitución de Bolivia de modo inteligente. Una vez tratado esto, usted, señor Presidente, con la autoridad que tiene (y puede tener más), hable con otras naciones. (Hugo) Chávez quiere el socialismo del siglo XXI, yo le digo a Hugo que proponga más bien una organización planetaria.
Quiero decirle a Evo que no tenga la nariz sobre el problema, que mire más lejos del tiempo y al mundo. Si él levanta la cabeza, puede ser una autoridad como Gandhi, pero nadie se lo ha dicho. Pienso que Evo no se da cuenta de que es una autoridad en el mundo. Pero si hay muertos, su autoridad habrá terminado.

   Perfil   

Intelectual que mira el planeta
Nació en Francia el 30 de julio de 1945. Dentro del Parlamento Europeo, forma parte de la comisión de Agricultura y Desarrollo Rural, de la delegación para las Relaciones con los Países de la Comunidad Andina y de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana. También es miembro suplente de la comisión de Presupuestos y de la 
delegación en la Asamblea Parlamentaria Euromediterránea.
En lo que respecta a su formación intelectual y labor profesional, Martínez fue catedrático de las facultades de Derecho, jefe de estudios ENA/Marruecos, profesor en la facultad de Derecho de la Universidad de París II (desde 1983), vicepresidente del FN, miembro de Consejo Regional, ex concejal de Montpellier y es  diputado en el Parlamento Europeo desde 1989.
Jean Claude Martínez forma parte de la comitiva de parlamentarios europeos que llegó al país la pasada semana para observar  la crítica situación política y social por la que atraviesa Bolivia. Una vez concluya el trabajo elevarán un informe al Parlamento Europeo con sede en Bruselas, capital de Bélgica.