Lo jurídico y lo político

Tras tan enorme circunloquio, después de tantos muertos y heridos, después de tantos odios acumulados, llegamos al punto de partida: violamos la Constitución “por última vez”, pero lo hacemos entre todos, de modo que la culpa sea equitativamente distribuida

Los Tiempos

Editorial



Hace algo más de dos meses, en una de esas concentraciones populares en las que el presidente Evo Morales deja fluir sin tapujos sus más íntimos sentimientos, dijo: "Cuando algún jurista me dice: ‘Evo te estás equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo es ilegal’, bueno yo le meto por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados: ‘si es ilegal, legalicen ustedes, para qué han estudiado’… por encima de lo jurídico está lo político".

Las reacciones que provocó la frase fueron muchas y diversas. Hubo quienes con aplausos acogieron las palabras presidenciales como una elocuente muestra de consecuencia con sus valores y principios y se llegó a comparar lo dicho por Morales con una sentencia evangélica: “la ley está hecha para el hombre y no el hombre para la ley”.

Pero fueron muchísimos más los que, sobre todo en las filas de la oposición, se rasgaron las vestiduras, alzaron el grito al cielo, clamaron anatemas contra el hereje y enarbolaron la famosa frase como una prueba de su condición de víctimas. Fariseísmo puro, habrá que decir, dada la manera como esas mismas personas muy orgullosas hoy se disputan el mérito de haber despejado todos los estorbos legales que se interponían en el camino que conduce a la aprobación del proyecto constitucional del MAS.

En poco tiempo la sentencia presidencial pasó, pues, de herejía a dogma de fe. Todos saben que lo que están haciendo es ilegal, “pero no importa, le metemos no más”. Para eso están los abogados, los del oficialismo y los de la oposición, trabajando codo a codo, para legalizar, mediante leyes interpretativas de otras leyes interpretativas, ese cúmulo de ilegalidades que conduce a la reforma, nada más y nada menos, de la “Ley de leyes”, la Constitución Política del Estado. “Para eso han estudiado”, dijo Evo Morales, y tenía razón.

No podía ser de otro modo, pues “por encima de lo jurídico está lo político”. Sabia sentencia que sintetiza cuanto ocurre en nuestro país desde siempre, pero más recientemente desde que se puso el primer eslabón a esta cadena de ilegalidades cuando durante el gobierno de Carlos Mesa se modificó la CPE para “viabilizar” la convocatoria a la Asamblea Constituyente.

Paradoja entre las paradojas: todo un país sumido durante más de tres años en violentos enfrentamientos, polarizado al extremo, llegando al borde de la guerra civil, todo en nombre de la “Ley de leyes” y de lo que diría o dejaría de decir su letra muerta, cuando en realidad, por encima de tanto distanciamiento, había un acuerdo unánime, algo ante lo cual no hay discrepancia posible: la ley es lo que menos importa.

Así, tras tan enorme circunloquio, después de tantos muertos y heridos, después de tantos odios acumulados, llegamos al punto de partida: violamos la Constitución “por última vez”, pero lo hacemos entre todos, de modo que la culpa sea equitativamente distribuida. Tendremos una nueva Constitución que sin duda nacerá lista para correr la misma suerte que todas las que la precedieron.