Los años malos

Carlos Miranda Pacheco*

La Razón



Llegaron más rápido de lo que se esperaba, los precios de las materias primas se desmoronan. Estamos en una crisis financiera sin precedentes. Las bolsas de valores experimentan descensos inimaginables, al punto tal que algunos días se vieron obligadas a cerrar operaciones, inclusive las de Moscú y Hong Kong, para no mencionar las tradicionales del mundo capitalista. No se sabe cuántos años malos tendremos, pero afectarán a todos. ¿Qué pasará con nuestra industria petrolera a consecuencia de la bajada de precios en medio de esta crisis tan grande? Anotando la salvedad de que no se conocen oficialmente datos de la producción nacional de petróleo y gas del presente año, algunos efectos pueden ser anticipados utilizando datos del 2007.

Nuestra producción de petróleo alcanza a los ± 49.000 bpd, de los cuales casi 40.000 son refinados en el país y el saldo es exportado. Ese pequeño volumen está sujeto a las variaciones diarias de precios internacionales. El precio de $us 140/bbl ha caído a menos de $us 70/bbl. ¿Hasta dónde descenderá?, no se sabe. En noviembre, la OPEP se reúne para intentar alguna solución que pueda detener los precios. Se estima que el crudo no caerá debajo de los $us 50/bbl. Lo seguro es que por ingresos de exportación de petróleo ya no tendremos los $us 300 millones/año a los que nos estábamos acostumbrando, ni tampoco los $us 180 que estimó el Ministerio de Hacienda, con un precio de $us 75/bbl. Lo más probable será del orden de los $us 90-100 millones/año.

El golpe duro a los ingresos fiscales será por la exportación de gas, pero no de inmediato. Por los contratos con Brasil (Petrobras) y con Argentina (Enarsa), el precio se fija trimestralmente y por adelantado en base a la variación de precios de una canasta de fuel oils y una de diesel oils, respectivamente, en el trimestre anterior. Por esto, aunque parezca una paradoja, este trimestre el gas de exportación tendrá precios tan altos que difícilmente volvamos a ver: a Brasil $us 8,34/MBTU, a Argentina $us 10,02/MBTU. La bajada de precios recién se hará totalmente evidente el 2º trimestre del 2009. Aún así, los cerca de $us 2.000 millones/año que se esperaban con las estimaciones de Hacienda, probablemente queden reducidos a unos $us 1.400-1.300 millones/año. Los precios internacionales de productos refinados bajarán, pero las importaciones tradicionales de diesel se incrementarán en volumen. La recién iniciada importación de gasolina también seguirá ese camino. La subvención de $us 400 millones/año alcanzará ajustadamente unos pocos años. Lo grave es que esa erogación se irá acercando cada vez más al margen que obtenemos por la exportación de gas.

Aumentar la actividad exploratoria y lograr mayor producción con las reservas existentes ahora serán más difíciles que antes. Si las compañías con contratos estaban renuentes a un precio del gas entre $us 8-10/MMBTU y el petróleo a más de $us 100/bbl, con las perspectivas actuales serán aún más cautelosas. No se puede esperar la presencia de otras empresas petroleras que no tengan fines políticos por detrás.

YPFB, al comprar el total de las acciones de Shell y Ashmore para quedar con el 97% de Transredes S.A., se ha colocado en una posición más difícil que con las refinerías. Construir nuevos oleoductos o gasoductos se ha tornado en un emprendimiento difícil de financiar; todo ducto se financia por préstamos bancarios. Cerca del 60% del costo de un ducto está dado por el costo de los tubos de acero. El acero ha triplicado su precio; probablemente baje, pero no a niveles previos. Al menos así han acordado con China los grandes productores la semana pasada. Por estas razones, financiar un ducto será difícil para YPFB. Hubiera sido más fácil si contaba con socios de “espaldas anchas”, como los que acaba de perder.

¿Y la industrialización? Estos años de bonanza, por razones ideológicas, hemos hecho todo lo posible por evitar la construcción de un polo petroquímico, y lo hemos logrado. Puerto Suárez quizás vea una siderurgia, pero no una petroquímica. Los planes de plantas petroquímicas en el sur son sueños o engaños bien intencionados, ahora que el mercado argentino para el gas boliviano se está achicando. Antes de esta crisis se anticipaba que del 2014 al 2016 se presentaría una escasez de LNG a la que podríamos aspirar a aprovechar. Ahora ese horizonte está incierto y los costos de instalaciones para licuificar han subido espectacularmente. Análisis similares para otros sectores harán ver que el famoso “blindaje” de nuestra economía no existe o es más delgado que el papel en el que se lo menciona.

La gran conclusión ahora que se acabaron los años dorados: Ha sido fácil gobernar el país con los mayores ingresos que ha tenido cualquier otro gobierno. Esperemos que algo se haya aprendido, porque los años que vienen serán difíciles y no se puede echar la culpa al gobierno anterior.

*Carlos Miranda P.

es ingeniero petrolero.