México, la economía mas frágil ante la crisis

La defensa del peso devora las divisas

MEXICO (JOAQUIM IBARZ/CORRESPONSAL/LA VANGUARDIA)

Para insuflar algo de humor a sus problemas, Luis Beltrán,  gerente de una firma mexicana de importación, nos comenta: “Haría falta Cantinflas para analizar lo que está pasando. Es un quilombo". Luis está desconcertado desde que sus proveedores de EE.UU. y China le advirtieron que no le mandarán un embarque más hasta que en México se estabilice el dólar.



Luis Beltrán no oculta su desasosiego: “Yo sí tengo miedo. ¿Por qué? Me han tocado todas las crisis que este país ha vivido, las de 1976, 1982, 1987, 1994. Según los expertos, ésta es la peor porque es mundial. Jamás habíamos vivido algo así. ¿Qué se hace? ¿Se compran dólares? ¿Se ahorra en pesos? ¿Se pagan deudas?”

Luis ya había olvidado las devaluaciones. De repente, sintió  pánico con el desplome de la moneda nacional, el peso.  Las reservas del Banco de México, que hace unos días sumaban 84.000 millones de dólares, se escurren como agua entre las manos. En tres días, el banco central mermó en casi 11 % sus fondos en divisas en el inútil intento de frenar la devaluación. Para equilibrar el mercado de cambios, el martes de la semana pasada, el Banco de México anunció la colocación de 2.500 millones de dólares, y 400 millones más para el día que fuera necesario. El jueves, las divisas subastadas se agotaron. El viernes la demanda creció y el banco central tuvo que vender, en unas horas, 6.400 millones de dólares. En sólo tres días, sin que se detuviera la devaluación (de 10’15 pasó a 13’25 pesos por dólar) se gastaron casi 9.000 millones de dólares. De seguir esta tendencia, México perdería en octubre todas sus divisas.

México  es el país de Iberoamérica más golpeado por la crisis financiera. La proximidad con EE.UU. lo hace muy dependiente; el 85 %  de exportaciones e importaciones están ligadas al vecino del norte. Las correas de transmisión de gran parte de la planta productiva y del empleo se mueven por el consumo y demanda de EE.UU. La fragilidad de México aumenta porque las principales fuentes de ingresos se están derrumbando: el petróleo, que financia el 40% del presupuesto fiscal, ha caído por debajo de los 70 dólares; las remesas de los inmigrantes (segundo rublo de divisas) han sufrido una bajada del 12 %, las exportaciones de manufacturas disminuyen por primera vez en 20 años, el turismo en recesión, las inversiones paralizadas.

Además, México afronta la amenaza de tres tormentas combinadas: la caída de las finanzas mundiales, una recesión en las economías más avanzadas y la reducción de los precios de las materias primas,  como petróleo y productos agrícolas. El propio gobernador del banco de México, Guillermo Ortiz, ha dicho que “la falta de crédito está teniendo un serio impacto".

México intenta blindarse con el Programa para el Crecimiento y el Empleo, un plan de expansión con el que se espera amortiguar el impacto de la crisis. Para enfrentar la emergencia, el presidente Felipe Calderón presentó este plan de acción inmediata que sorprendió por tratarse de un programa explícitamente contracíclico (el propio Calderón usó esta palabra, que es anatema para el credo liberal). En contra de lo que propone la ortodoxia, se propone aumentar el gasto público con la expansión en infraestructuras. Se prevé una inversión de 57.000 millones de pesos (unos 2.700 millones de euros).

Calderón aclaró que el plan “no constituye un rescate financiero, sino que está enfocado a impulsar los motores internos que impulsan la economía mexicana". En un mensaje al país, el presidente destacó la solidez del sistema financiero y bancario mexicano. Aunque estas medidas podrían contribuir a contrarrestar parte de los efectos de la crisis mundial, la incógnita está de dónde saldrán los recursos, que serán escasos. Por el ajuste en los supuestos macroeconómicos, se prevén menores ingresos para 2009, lo que implica un ajuste a la baja del gasto.

Los analistas pronostican que la crisis tendrá mayor impacto por la contracción en el envío de remesas de dinero de los diez millones de inmigrantes mexicanos que residen en EE.UU., y que ahora se cuentan entre los más golpeados por la crisis. En agosto, estos envíos de dinero bajaron 12,2 % con respecto de igual mes de 2007, desde entonces, se ha acentuado el recorte en los envíos. Agustín Escobar, investigador del Centro de Antropología Social, advierte que los hogares más pobres de México dependen casi por completo de las remesas. Con el descenso de envíos, esas familias tendrán graves problemas.

En los últimos meses, muchos inmigrantes mexicanos han perdido sus empleos, algunos incluso sus casas, o han sufrido fuertes mermas en sus ingresos, por lo que no pueden  enviar dinero a México.

Carlos Villanueva, presidente de la Asociación Mundial de Mexicanos en el Exterior, vaticina un masivo y repentino regreso de mexicanos residentes en EE.UU., lo que de concretarse afectaría al ya reducido mercado local del empleo.

“Cerca de un millón de mexicanos que laboran en sectores no agrícolas  de EE.UU. han perdido el trabajo. Antes de fin de año regresarán a México unos 600.000 inmigrantes. En 24 meses, el retorno será de más de un millón”, afirma Villanueva. Con base a informes de la Patrulla Fronteriza, el líder de emigrantes dijo que de enero de 2007 a julio de 2008 fueron deportados 88m5.000 mexicanos de EE.UU., 60 % más respecto a los cinco años anteriores.

Otros opinan distinto. "No creo que haya un retorno masivo, los inmigrantes por más golpeados que estén ahora no renunciarán a lo que tanto les ha costado y peor si el escenario en México tampoco es el mejor", dijo Diego Lorente, director de la ONG Sin Fronteras, que trabaja a favor de los derechos humanos de los inmigrantes.  "Veo difícil que regresen en masa o de forma súbita. Si eso se diera, la posibilidad de una estallido social en México sería alta", advirtió Lorente.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene que, "en países como México, las remesas constituyen una herramienta clave en la reducción de la pobreza, dado que más de 57 % del dinero recibido cubre necesidades cotidianas, como alimentos, ropa y techo".