Por unos «kilitos» de arroz, azúcar y aceite…

Los dirigentes del MAS en Riberalta, Rodrigo Medina y Carmen Parada organizaron el traslado de alrededor de 600 campesinos hacia Cobija y entregaron a cada uno…image

 

Afectado. Uno de los heridos soporta su dolor ante el asombro de los ciudadanos que manifestaban su pesar por los enfrentamientos entre civiles( archivo). 



El MAS se aprovecha de una manera totalmente inescrupulosa de la miseria que confronta buena parte de la población y que pese a la amplia propaganda gubernamental que quiere mostrar un país de ilusión, se ha incrementado en forma notoria.

La red televisiva PAT mostró a los protagonistas de algo que ya sabíamos todos. Que el MAS promovió y buscó los enfrentamientos en Porvenir para justificar una intervención a ese departamento y convertirlo virtualmente en un campo de concentración.

Varias personas denunciaron a los dirigentes del MAS en Riberalta, Rodrigo Medina y Carmen Parada de haber organizado el traslado de alrededor de 600 campesinos hacia Cobija y que al efecto entregaron a cada uno 18 kilos de arroz, 5 kilos de azúcar y 5 litros de aceite, además de entre 40 y 100 bolivianos en efectivo.

El canal muestra también como otro dirigente del partido en función de gobierno, José Peñaranda, advierte con total claridad que el no se hará responsable de lo que pudiera pasar en Cobija, en reconocimiento tácito de que a los campesinos de Riberalta se los estaba llevando como carne de cañón para el enfrentamiento que pensaban y que lograron causar.

La necesidad tiene cara de hereje y los campesinos tuvieron que ir hacia Pando para que sus familias tuvieran algo que llevarse a la boca y de esta forma se convirtieron en el pretexto para que el gobierno del MAS desate una violenta represión en ese departamento, con asilados incluido, como no se veía desde las dictaduras militares.

Mientras humildes campesinos están dispuestos a arriesgar y a dar sus vidas para que sus hijos puedan comer, los dirigentes de las llamadas “organizaciones sociales” nacionales y locales, encabezados por Fidel Surco, Isaac Ávalos y otros flamantes ricos, se dan la gran vida mientras planifican nuevas marchas,nuevas muertes y más dinero para sus bolsillos, dinero que reparten en migajas a los que ponen el cuerpo.

Para ver a estos comerciantes de la muerte y de la pobreza, basta pasar por la plaza Murillo poco antes del mediodía para ver como llegan a bordo de lujosas vagonetas para hacer explosivas declaraciones prometiendo nuevos enfrentamientos de los cuales, naturalmente, mantendrán prudente distancia. Que la sangre, el sacrifico y el luto los pongan otros, ellos se ganan la vida de otra forma, de una manera más artera y cobarde.