Salvo la reelección, todo fue transado

Susana Seleme Antelo

Bueno, casi todo, que no es lo mismo, pero es igual, según un trovador. Ahora resulta que el proyecto aprobado en Oruro era una Constitución “fuerte” para transarla. Y la perplejidad me abruma, porque a cambio de la reelección de Evo Morales y la reproducción del poder de un proyecto y un liderazgo que apuntan al centralismo se transó en lo demás, muertes incluidas.

Es decir, para reelegir a Morales y que esté 6 años más ejerciendo el poder central, el gobierno transó la muerte de un joven que quería autonomía para Cochabamba; transó las muertes de tres chuquisaqueños que pedían la inclusión de su demanda por capitalidad; transó la muerte de pandinos autonomistas, enfrentados a benianos y tres normalistas paceños, organizados por el propio gobierno para derrocar a un prefecto electo y ratificado en las urnas, hoy confinado y con la dignidad mellada por acusaciones infundadas. Transó la tranquilidad del país con cercos y bloqueos al punto de la sinrazón de la violencia y transó el sacrificio de miles de campesinos y sectores populares en atroz marcha, adoctrinados, hinchados de odios y resentimientos para presionar, no por una nueva constitución, sino por la reelección de Evo Morales ¡Qué bofetada a la razón, la pluralidad y cultura democráticas, como expresión de aberraciones políticas y ausencia de ética política!



¡Todo fue transado, menos la reelección! Constatarlo luego de incertidumbre, dolor y daños, tangibles e intangibles a la sociedad boliviana, no dan para que el gobierno hable de ‘su victoria’ y de ‘la derrota’ de sus adversarios autonomistas. Y no da, porque la realidad es dialéctica, contradictoria, se mueve, como cualquier proceso, pues la vigencias de la democracia y las demandas de autonomías están vivitas y coleando, no han sido derrotadas, si asumimos que la historia no es lineal, más bien va en zig-zag, con avances, paradas y retrocesos.

Veamos: el proyecto del MAS apostaba a la reelección indefinida de Morales y sólo obtuvo un único nuevo período; su poder social y justicia comunitaria quedan delimitados y ya no son suprapoderes ni estarán por encima de los poderes de una democracia moderna: poder ejecutivo, judicial y legislativo, que tendrá diputados pluri y uninominales y dos cámaras: senadores y diputados. Existía rechazo virulento a las autonomías y terminan constitucionalizadas con facultades legislativas, aunque muchas menos que las de nuestros estatutos; la CPE se reformará por dos tercios y no por mayoría absoluta; la prensa se autorregulará sin excesos externos de veracidad y responsabilidad; habrá garantía a la propiedad privada y la política de tierras no será retroactiva, además de otros ‘plus’ y otros menos, como en toda unidad y lucha de contrarios.

Una cosa es que se dude la palabra de Morales y sus hombres, tan poco palabras de honor, y otra, que ‘hay que buscar un nuevo rumbo’. ¿Acaso hemos dejado el que trazó la dirigencia autonomista hace años? La historia se mueve, por lo tanto ¿quién dijo que aquí se acabó la lucha por lograr las autonomías que queremos? ¡Apenas empezamos! como aclaró el prefecto Rubén Costas el 4 de mayo pasado, después del 86% por el SÍ. Y como lo ratificaron los líderes cívicos y quienes creemos que la historia es la hazaña de la esperanza, más allá de sus obstáculos, las luchas internas y externas de todo tipo y los no pocos remezones.

No es esta la Constitución que hubiésemos querido, pero es un buen avance para continuar la lucha, sin transas clandestinas.