Un dirigente corrupto se beneficia con cargos públicos

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Patana hace y deshace en el Sedes y la Prefectura de La Paz.

El dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto, Edgar Patana vuelve a hacer de las suyas, esta vez en el Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz. Sucede que Patana ha recibido como cuota de poder dicha entidad y lo primero que hizo fue obligar a la contratación de su esposa, Juana Machicado Mamani.



Todo el mundo tiene derecho a trabajar pero ocurre que a la señora Machicado se le asignó un puesto de secretaria, sin embargo, el sueldo que cobra es de de 7.500 bolivianos, un nivel que corresponde al de un profesional.

Este es solo uno más de los estropicios que Patana está cometiendo en esa entidad dependiente de la prefectura. Desde que Pablo Ramos fue designado en el cargo de prefecto, Patana ha dispuesto el retiro, sin motivo alguno, de 45 funcionarios y los reemplazó por sus seguidores alteños.

Además, el pasado viernes uno de sus allegados recorrió las oficinas del Sedes obligando a los funcionarios a realizar una contribución “voluntaria” de 100 bolivianos destinados supuestamente a solventar los gastos de la marcha organizada por el MAS y que se iniciará ese lunes desde la población de Caracollo.

Patana forma parte de ese grupo de dirigentes alteños que no se caracterizan precisamente por la mesura. Los pasados meses el presidente de la Aduana Nacional , César López denunció que Patana pretendió chantajearlo para que permitiera el paso de un camión cargado de contrabando.

De igual forma había logrado la incorporación a la Aduana de casi 50 de sus seguidores los cuales tardaron más en entrar que en salir debido a que de inmediato se dedicaron, sin escrúpulo alguno, al pillaje más descarado.

La cuota de poder que recibió Patana está acompañado de otro cargo que es seguro le reportará pingues ganancias. El pasado jueves que posesionado por máximo dirigente de la Corelcam (Coordinadora Regional para el Cambio), en El Alto, una organización de fachada que ha formado el MAS para imponer “por las malas” su constitución política.