Una triste espera

Manfredo Kempff Suárez*

Tienen que ser muy desgraciados los opositores a Morales para pensar —y repetir a los cuatro vientos— que le van a ganar en elecciones, el 2009 ó el 2014, cuando Bolivia se vaya económicamente al diablo. La posibilidad de que nos vayamos al diablo es cierta, qué duda cabe, pero nos vamos a ir todos: ellos y nosotros.



No cabe duda de que S.E. no ha gobernado hasta ahora y que se ha dedicado a hacer política, a fortalecer sus “movimientos sociales”, a repartir plata venezolana, a salir por todo el mundo quejándose de los “oligarcas”, y que no ha calentado la silla del Palacio como ha caldeado las de los helicópteros de Chávez.

Qué le vamos a hacer. A él le gusta el Gobierno, no le gusta gobernar. Le gusta el poder, no administrar el Estado. No debe existir en el universo un presidente más dichoso que Evo Morales. Y seguramente que S.E. cree que todos sus antecesores la pasaron tan bien como él. Recibiendo platita de amigos; con precios fantásticos en las materias primas; con unas FFAA de lealtad perruna; con muertitos que pasan directo al Cielo sin pedir indemnizaciones; sin un Tribunal Constitucional que joda; con una oposición anémica; autonomista converso; y hasta dándose el lujo de abofetear a los gringos, echando al Embajador por conspirar, y botando, casi a patadas, a Usaid, DEA, NAS, y todo lo que moleste a los cocaleros. ¡Qué Cuenta del Milenio! ¡Qué ATPDEA! ¡Al diablo!

Pero, además, es cruel con sus adversarios. Al que molesta, a la cárcel, como Leopoldo, sin miramientos. O aparece por ahí alguna demanda judicial u orden de apremio ilegal contra otros. O peor, cerco a las ciudades rebeldes, como a Santa Cruz. Y un castigo aún mayor, aunque suicida para Bolivia: prohibición o limitación a las exportaciones, es decir, trabas al crecimiento nacional. El Gobierno se ufana de que el PIB ha crecido hasta superar los 4 mil millones de dólares. Sin embargo, no dice que la producción se ha estancado y que el crecimiento se debe a lo que son —eran, habrá que decir— los altos precios del mercado.

¿Qué más puede esperar la oposición para combatir a Morales? ¿Qué dramas extras espera de un gobernante que no gobierna? Antes de aguardar la solución por el desastre, es mejor que los bolivianos, espantados, conformemos un gran frente de oposición y tratar de ganarle en las urnas. Esta es una tarea dificilísima, porque S.E. cuenta con el voto ciego, iletrado y que, además, se cree finalmente libre. Tiene el Gobierno, además, el manejo del Padrón Electoral, las cédulas de identidad, todo lo necesario para ganar.

Evo es el único caudillo en Bolivia. Los demás son jefecitos y punto. Necesitamos, para enfrentarlo, uno con güevos y cerebro. Esa es la correlación perfecta. Que reúna un millón de adherentes y que dé la cara. Esperar que a Bolivia la destruya el MAS es criminal. ¿Y si finalmente ése es su propósito?

*Manfredo Kempff S.
es escritor y diplomático.

La Razón