De la pobreza a la miseria

Los Tiempos

Editorial

Según todas las previsiones, excepto las oficiales, el colapso de la economía boliviana está recién por comenzar. Será durante los próximos meses y años cuando se coseche lo que se está sembrando



Un análisis de la situación económica de nuestro país y del camino recorrido durante los últimos años arroja un resultado incontrovertible: Bolivia está transitando, a pasos agigantados, el camino que conduce de la pobreza a la miseria.

Los datos objetivos que abonan esa conclusión se resumen en una dramática realidad: el ya de por sí pobre y frágil aparato productivo está siendo destruido. Nuestras pocas fuentes de riqueza están siendo depredadas, con lo que se sientan las bases de un futuro desgarrador.

Como se sabe, la economía boliviana se sostiene sobre cuatro pilares: las exportaciones tradicionales (hidrocarburos y minerales); las no tradicionales (artículos manufacturados con algún valor agregado); la exportación de mano de obra (remesas enviadas por compatriotas que se fueron en busca de mejores horizontes) y el narcotráfico.

Desde hace algunos años, pero con mayor intensidad desde que el Movimiento al Socialismo asumió el gobierno, todos esos factores han ingresado a un franco declive, con una sola excepción: el narcotráfico.

Y si bien es cierto que la crisis mundial agrava la situación, no es menos evidente que lo que se avecina es atribuible a la manera como el gobierno conduce la economía nacional.

Las cifras que respaldan este panorama son contundentes. El caso del gas natural es en sí mismo una completa muestra de lo dicho. Lo que ocurre con la minería es similar. Los resultados arrojados por la nacionalización de la empresa metalúrgica de Vinto bastan y sobran para ilustrar otro de los extremos a los que puede llevar la vocación suicida de un país.

En lo que a las exportaciones no tradicionales se refiere, el asunto alcanza también rasgos delirantes. La pérdida de las preferencias arancelarias otorgadas por el Atpdea, y más recientemente la decisión de dar la espalda a la Unión Europea, condenan poco menos que a la muerte a un sector que se perfilaba como uno de los más promisorios. La política encaminada a asfixiar a la agroindustria cruceña termina de configurar el cuadro.

Pero lo peor es que según todas las previsiones, excepto las oficiales, el colapso de la economía boliviana está recién por comenzar. Será durante los próximos meses y años cuando se coseche lo que se está sembrando.

Mientras el resto del mundo concentra sus esfuerzos en producir más riqueza, por ser esa la única forma de salir de la pobreza, Bolivia de la mano de Venezuela, se empeña en producir miseria. Pero eso sí: se hace lo necesario para “redistribuirla” equitativamente.