El huevo de la serpiente

Los Tiempos

Editorial



La decisión gubernamental de someter a juicio penal a los miembros del Poder Judicial que se niegan a someterse a su autocrática voluntad es sólo un paso más hacia lo que nos depara el futuro

“El huevo de la serpiente” es una metáfora popularizada por una película de los años 70 sobre el largo proceso que durante los años 20 del siglo pasado condujo a la destrucción de la democracia alemana y su paulatina sustitución por un régimen totalitario. La comparación se refiere a que cuando está en la etapa de gestación, la serpiente puede ser vista a través de la cáscara transparente del huevo. Y lo que se ve es un bichito insignificante y hasta simpático, que puede incluso inspirar compasión. Por eso, nadie se atreve a destruirlo impidiendo su nacimiento. Pero cuando sale del huevo y comienza a hacer lo suyo, el proceso no para hasta que la destrucción es total. Y cuando por fin alguien quiere hacer algo al respecto, es demasiado tarde.

El pueblo alemán es el que más intensamente vivió esa experiencia, pero no fue el único. Es que un rasgo común a los procesos que condujeron a la instauración de los regímenes totalitarios sufridos por la humanidad durante el siglo XX consiste, precisamente, en que durante sus fases iniciales los peligros que anunciaban fueron vistos con desdén. Quienes podían hacer algo oportunamente los subestimaron y actuaron con tanta pusilanimidad que terminaron empedrando con sus buenas intenciones el camino al infierno.

La experiencia histórica demuestra que cuando las democracias comienzan a debilitarse, cuando las instituciones que la sostienen se desmoronan ante la mirada indiferente de la sociedad que se siente ajena al proceso, y se pierde la capacidad de distinguir entre lo grave y lo superficial, lo verdadero de lo falso, hay un solo resultado previsible: el triunfo de quienes aspiran al poder total.

En Bolivia, desgraciadamente, desde hace ya mucho tiempo, abundan las señales indicadoras de que es ese y no otro el rumbo hacia el que avanza el proceso político. De manea sistemática, perseverante y muy eficiente, los pilares institucionales sobre los que erige el Estado de Derecho están siendo socavados. Y a las personas que los integran se les ponen a frente sólo dos opciones: o su sometimiento o su eliminación.

Mientras con candorosa ingenuidad la sociedad boliviana se deja llevar por la falsa disyuntiva entre ser regida por una Constitución Política u otra, en la práctica, que es la que cuenta, se afianza un régimen que a diario manifiesta con palabras y también con hechos su decisión de no someterse a ninguna Constitución, a ninguna legalidad.

La decisión gubernamental de someter a juicio penal a los miembros del Poder Judicial que se niegan a someterse a su autocrática voluntad es sólo un paso más hacia lo que, al paso que vamos, nos depara el futuro. Nos muestra con claridad lo que se está gestando bajo la transparente cáscara de una democracia que ya se resquebraja anunciando lo que está por nacer.