En Cobija hay una sola ley: la voluntad del gobierno

Las persecuciones persisten bajo el disfraz de acción «jurídica». El levantamiento del Estado de Sitio es formal no real.

imageGobierno reforzó presencia militar en Cobija. Esta situación es invisible para la comisión de UNASUR, presidida por un exguerrillero argentino.*

 



Cobija, la capital de Pando se ha convertido en la tierra del miedo, donde nadie que sale de su casa puede tener la certeza de que retornará sano y salvo. Grupos de paramilitares, convenientemente amparados por policías y militares siguen rondando y nadie está libre de caer en sus manos por el solo hecho de discrepar con el gobierno o haber sido sindicado de ser colaborador del prefecto Leopoldo Fernández.

Todos pensábamos que las imágenes de matones ingresando impunemente a altas horas de la noche a los domicilios correspondían a un luctuoso pasado al que nadie quería retornar. Pero lamentablemente por obra y gracia del ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, avalado en todos sus actos por el presidente Evo, las persecuciones persisten hoy con el disfraz de acción «jurídica» ejecutada por fiscales afines al gobierno y forman parte de una dolorosa actualidad en la capital pandina. El levantamiento del Estado de Sitio es formal no real.

Los periodistas que se trasladan a Cobija dicen que desde su llegada son espiados e investigados por los grupos paramasistas y a más de uno se le ha «sugerido» que vuelva por donde vino por cuanto los intrusos no son bienvenidos.

El ministro Quintana está más que decidido a no soltar ni un milímetro el control sobre la indefensa población pandina y a seguir haciendo buenos negocios que se sospecha tienen que ver con el contrabando en sus diversos rubros. 

Juan Ramón,al parecer, tiene algo gordo que ocultar, mucho más grande que los 33 camiones cargados de contrabando descubierto los pasados meses y por cuyo delito no hay un solo detenido. Es más, el castigo recayó en el denunciante del hecho, general César López  a quien echaron de la Presidencia de la Aduana Nacional y el merecido premio al almirante encubridor que fue promovido a prefecto.

Pero no es solo el contrabando el que tiene tan ocupado al ministro Quintana. Desde que se implantó el Estado de Sitio el 12 de septiembre se ha efectuado una razzia en toda regla en la administración pública, particularmente, claro está, en las oficinas aduaneras, forestales y otras «estratégicas». Los cargos vacantes han sido ocupados por gente que responde directamente a él y no hay visos de que la situación vaya a cambiar, aún con el levantamiento del Estado de Sitio.

Quintana ha asumido poderes de tal magnitud y tan discrecionales en Pando que solo le faltaría exigir el derecho de pernada para equipararse al más déspota de los señores feudales medievales, todo ello con la complicidad de su socio, el almirante Rafael Bandeira, de quien se sabe no da un solo paso sin consultar con el despacho del ministerio de la presidencia.

La instrucción que ha emitido el ministro Quintana, apoyado por un coro de dirigentes masistas,  entre  los que destacan el vice Alvaro y el ministro Rada, es clara. Aún sin Estado de Sitio, la represión debe continuar. De hecho, los pandinos no se atreven ni a contestar encuestas y menos a participar en campañas con miras al próximo referendo, pues no saben si los que preguntan son encuestadores o agentes encubiertos de la fiscalía, las FFAA o el ministerio de gobierno.

Lo que se busca es paralizar por el miedo a la población y la tarea ha sido encomendada a 1.500 militares y 300 policías. Cobija es el escarmiento que el gobierno quiere mostrar al resto del país, pero el pueblo pandino, tendrá  la oportunidad de decirle al autoritarismo masista que no lograra secuestrarle la conciencia y el anhelo de libertad.

Zoe

* Foto Efe, archivo