Narcotráfico y poder

La sensacional revelación de que el ahora detenido ex zar antidrogas de México recibía 450.000 dólares mensuales del cartel del Pacífico a cambio de información sobre el seguimiento que el gobierno mexicano hacía en torno de su actividad delincuencial, es prueba fehaciente del grado de penetración que este flagelo puede lograr en esferas gubernamentales en virtud de su poderío económico.

Si a ello se suma la connivencia del narcotráfico y los movimientos guerrilleros, como es el caso de Colombia y al parecer Perú aunque en estado embrionario, el fenómeno es más palpable y preocupante aun.

A propósito, la sesión anual de la Comisión Interamericana para el Control y Abuso de Drogas dependiente de la Organización de Estados Americanos, clausurada en Santiago de Chile ayer, se refirió también al hecho de que el tráfico de drogas en la región está poniendo en serio riesgo a la democracia por conducto de la compra de votos en procesos electorales, de forma tal que los electos acaben legalizando la impunidad.



El encargado de lanzar la voz de alerta fue el secretario para Asuntos Políticos del organismo internacional, el ex canciller argentino Dante Caputo, personaje conocido en Bolivia, quien sostuvo haber visto cómo en un país, sin nombrarlo, el narcotráfico está comprando votos para tener a alcaldes que le permitan legislar la impunidad.

Para el funcionario mencionado, los narcotraficantes «ya no van solamente por el tráfico ilegal, por el contrabando, van por el poder» en un continente que es la primera región del mundo que reúne democracia, pobreza y desigualdad como ninguna otra y donde la pobreza crea fragilidades que a su vez abren las puertas al narcotráfico.

Por su parte la presidenta de Chile que participó de la sesión, coincidió con Caputo manifestando que el narcotráfico debilita la democracia al buscar tener una influencia directa en el poder local y a un nivel superior.

Más todavía, sostuvo que «hemos erradicado del continente las dictaduras que nuestros países sufrieron durante décadas, pero no podemos aceptar que se instale un nuevo tipo de dictadura, un nuevo tipo de autoritarismo, el que puede provenir de la violencia, el abuso del crimen organizado y del narcotráfico, que atemorice a nuestra población», a tiempo de demandar la capacidad regional para unirse contra las mafias y las bandas criminales. Los Tiempos