Pando: un triste y doloroso destino

Editorial de El Deber.

El Gobierno ha anunciado para hoy el levantamiento del estado de sitio en Pando después de dos meses y 11 días de haber dictado la medida de excepción. Bastó ese tiempo para lograr que el departamento amazónico, sempiternamente olvidado y postergado por el centralismo, no sea nunca más el mismo. También interrumpió abruptamente un prolongado ciclo político que mantuvo en el primer plano de esa zona al prefecto Leopoldo Fernández, que encara ahora el más difícil trance de su dilatada carrera en un siempre deleznable terreno.

Pero aquel corto pero virulento periodo también transformó el diario vivir de los cobijeños. Hay al menos 700 personas desplazadas por el conflicto, cuyas familias han sido desmembradas y su futuro se observa cada vez más incierto. Del mismo modo, el comercio se ha visto debilitado. La mayor parte del movimiento económico de Cobija estaba dado por la venta de equipos electrónicos a los brasileños, que viajaban hasta mil kilómetros para aprovechar las gangas de los bolivianos. Ese flujo comercial se ha reducido a menos de la mitad.



Hasta el momento, hay más dudas que certezas sobre los hechos que provocaron que se dicte el estado de sitio. La semana que comienza será entregado en Santiago de Chile a la presidenta provisional del organismo, Michelle Bachelet, el informe en conclusiones de una investigación encargada por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) a una comisión de ‘expertos’ que, dizque, establecerá la verdad de lo ocurrido en la pequeña localidad pandina de Porvenir, habiéndose anticipado que se trató de una ‘matanza’.

En tanto, se intuye que murieron más de 20 personas y que más de 40 resultaron heridas. Hay 37 confinados en Viacha, de los cuales 20 fueron imputados por la Fiscalía, y los demás deberán ser liberados este domingo, mientras Fernández permanece confinado en la cárcel de San Pedro y en su lugar se ha puesto a un militar, el contraalmirante Rafael Bandeira. Sin embargo, ningún tribunal le ha quitado a Fernández su condición de prefecto, el más votado del país en 2005 y ratificado el 10 de agosto de 2008, pese a las fuertes campañas impulsadas para desalojarlo de sus funciones.

Tampoco se quiso cumplir la orden de la Corte Superior de Distrito de Chuquisaca, que ordenó trasladarlo a Sucre para ser juzgado por la Corte Suprema de Justicia, como le corresponde a una autoridad que goza de caso de corte, como el Presidente, Vicepresidente, ministros y los nueve prefectos.

Una de las consecuencias más funestas de lo sucedido el 11 de septiembre en Pando es la constatación de que el Estado es demasiado débil como para prevenir este tipo de enfrentamientos civiles. En el norte amazónico del país no existía mayor de edad que no supiera lo que iba a pasar en aquella aciaga jornada. Incluso se enviaron jefes policiales de refuerzo a la zona, pero la lentitud y la falta de coordinación e interés por la vida humana hicieron que las instituciones estatales, como la Policía, las Fuerzas Armadas, la Prefectura y el Gobierno central se convirtieran en meros espectadores del drama o participaran como incitadores de la violencia.

Otra lección dolorosa del hecho es que los muertos en este tipo de enfrentamientos siguen siendo los mismos: los más pobres, que son empujados por sus líderes a morir en nombre de una causa, en el mejor de los casos, cuando no son llevados con engaños para ser utilizados como carne de cañón y después como símbolo.

Al ciudadano común, al que no tenía intereses en la disputa política de Pando, sólo le queda esperar a que la verdad aflore para que la muerte de más de 20 personas no quede impune y que una investigación realmente imparcial ponga tras las rejas a quienes jugaron con la vida de los bolivianos.

Gettysburg: lo bueno, si breve…

Dominicus

Recientemente se cumplieron 145 años del célebre discurso de Gettysburg del presidente estadounidense Abraham Lincoln, al consagrar el campo de batalla en la localidad del mismo nombre, durante la Guerra de Secesión (1861-1865).

El orador principal era Edward Everett, famoso por su elocuencia. Lincoln solamente debía pronunciar unas frases protocolares y cerrar el acto. Everett habló dos horas, nadie se acuerda de lo que dijo. Lincoln lo hizo por dos minutos y lo suyo quedó grabado en la historia. Esto expresó el Presidente de EEUU ese 19 de noviembre de 1863:

“Ochenta y siete años ha nuestros padres dieron a la luz en esta tierra una nueva nación, concebida en la libertad, y dedicada a la proposición de que todos los hombres son creados en igualdad. Hoy estamos comprometidos en una gran guerra civil, probando si nuestra nación, o sí cualquier otra nación así concebida y a tal fin dedicada, puede subsistir por largo tiempo. Nos hemos reunido en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a dedicar una porción de ese campo como postrer lugar de descanso para quienes dieron aquí sus vidas a fin de que la nación viviera. Es del todo adecuado y correcto que hiciéramos esto. Pero, en más amplio sentido, no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar esta tierra. Los esforzados hombres que aquí bregaron la han consagrado ya muy encima de nuestra pobre facultad de agregar o sustraer. Poco reparará el mundo ni recordará por largo tiempo, lo que decimos nosotros aquí, pero no podrá olvidar jamás cuánto ellos hicieron aquí. Es deber de nosotros los vivos, dedicarnos al inconcluso trabajo que aquellos que aquí lucharon tan hidalgamente, así han adelantado. Es nuestro deber estarnos dedicados aquí a la enorme tarea que queda frente a nosotros, para que tomemos de estos muertos honrados, creciente devoción a la causa por la que ellos hicieron el postrero y máximo esfuerzo de su devoción, porque resolvamos solemnemente que estos muertos no han dado su vida en vano, porque esta nación, protegida de Dios, tenga nuevo nacimiento de libertad, y para que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no perezca en la tierra.”

Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Vaya este recordatorio de un inmortal discurso para políticos tipo Fidel Castro, Hugo Chávez o Evo Morales, quienes creen que cuanto más largo mejor. ¡Es exactamente al revés!