¡Que la DEA no me vea!

Por Jimena Costa Benavides

Que la DEA no me vea, que me causa estrés”, decía Atajo, una de las mejores bandas de rock nacional, en uno de sus éxitos de hace una década. Seguramente para muchos se volvió un himno porque, desde la dictadura de Banzer hasta el gobierno del actual Presidente, la DEA ha sido un problema para todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, con o sin apoyo, neoliberales o neopopulistas. El narcotráfico ha financiado a varios de los miembros de los partidos que han pasado por el poder.



La suspensión de la DEA será muy festejada no sólo en Bolivia sino en Colombia, México, Perú y Brasil, ya que se les facilitarán mucho las cosas a quienes viven de destruir vidas y neuronas. A quienes hoy nos produce más estrés que se vaya la DEA es a los que todavía creemos en este país y tenemos la bendición de ser padres y madres.

Se supone que los problemas del narcotráfico en la última década han cambiado: antes se combatía a quienes producían y/o pisaban la hoja de coca para frenar el narcotráfico, ahora —con las nuevas técnicas colombianas— ya no necesitan pisacocas y habrá que empezar a perseguir a quienes venden lavadoras de ropa; ahora se usa coca boliviana y peruana; los rendimientos y la productividad se han incrementado de modo que ya no preocupa sólo cuántas hectáreas de coca ilegal existen sino cuanta cocaína se produce hoy con la misma cantidad de coca de ayer.

Las acusaciones —sistemáticas— del Gobierno a Estados Unidos —primero a Usaid, luego al embajador y ahora a la DEA— han sido mucho más efectivas que la lucha contra el narcotráfico: se habla de una producción anual de 192 toneladas de cocaína y apenas se han incautado 26,4 toneladas ¡y con la DEA! ¿Qué pasará a continuación? Escuché que somos muy capaces de luchar solos contra el narcotráfico; entonces, sería muy bueno que, siendo tan capos —y efectivos—, les brindemos un “poquitín” de ayuda a los colombianos y mexicanos cuyos estados no han logrado resolver el mismo problema y cuyos cárteles lo hacen tan bien que están pensando en transnacionalizarse hacia este lado del continente.

La expresión correcta en un momento como éste no es, ¿qué harán el Gobierno y la Policía sin la DEA?, sino ¡¡¡qué no harán los narcos sin la DEA!!! Bolivia es, hoy, el principal centro de acopio de hoja de coca y Venezuela, el principal distribuidor de cocaína de América Latina hacia el mundo. Me sorprende que la Unión Europea, cuyos pueblos son los principales consumidores de nuestros “productos”, no se haya manifestado. Me sorprende que algunos políticos crean que las relaciones EEUU-Bolivia puedan cambiar con el triunfo de Obama, como si la lucha contra el narcotráfico fuera política de Gobierno y no de Estado.

El Presidente dijo: “es una decisión muy personal”, y después de leer “Jefazo” de Martín Sivak queda claro que la DEA está recurrentemente en las pesadillas de Morales. Esa decisión “tan personal” tiene efectos que van mucho más allá de las peores pesadillas de todos nosotros, ya que Bolivia ya no es sólo productora de la materia prima sino también consumidora del producto final. Si bien yo nunca he sentido gran pasión por los gringos (con la única excepción de Mel Gibson) está muy claro que atravesamos por una crisis estatal y que lo que nos queda de Estado no es suficiente para luchar contra las drogas, ni contra la corrupción, ni contra el terrorismo, y ¡ni siquiera contra los que golpean a los periodistas!