De terror, el plan «Qapaj ñan»

Ya está siendo aplicado, tiene el objetivo de acallar, mediante la represión abierta cualquier acción o expresión, de oposición al gobierno.

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¡Cuidado, todos están en la mira!

 

Definitivamente el Terror se ha desatado en Bolivia y sus consecuencias y alcances son por el momento difíciles de predecir. Es que el blanco de este Terror no son solo los prefectos o dirigentes cívicos opositores sino toda la población que no muestre una total adhesión al proyecto hegemónico, etnocrático y antidemocrático que se ha encarnado en el MAS.

Este método, inevitablemente trae a la memoria las palabras de uno de los principales ejecutores de la brutal represión ejercida en la Argentina durante el llamado “proceso de reconstrucción”: “Primero iremos por los que nos atacan, luego contra los que los apoyan, después contra los indiferentes y finalmente contra los que no nos apoyan”.

Estas palabras describen con claridad meridiana cual es la visión que tiene el MAS y los métodos que utilizará para imponer, contra viento y marea, su proyecto que nada tiene de izquierdista y si tiene mucho de fascista con matices que recogen lo peor y más abyecto de un indigenismo retrógrado y antihistórico.

Y no se trata de un proyecto surgido de la afiebrada mente de algún ministro que se pasó de copas. Es un minucioso plan que ha sido diseñado con la participación de dirigentes masistas como el exconstituyente Raul Prada, los asesores presidenciales Eusebio Gironda, José Luis Gutierrez Sardán, el vicepresidente, los ministros de la Presidencia , Gobierno y Defensa y los miembros de los altos mandos militar y policial.

El plan que ha recibido el nombre de “Qapaj ñan” (camino correcto) y ya está siendo aplicado, tiene el objetivo de acallar, mediante la represión abierta cualquier expresión, por mínima que esa sea, de oposición al gobierno. Los blancos serían civiles y militares, religiosos y laicos, indígenas o interculturales, periodistas y otros. Expresar críticas u oponerse al gobierno será el único requisito para ganarse de inmediato un pasaje a La Paz y grata estadía en el penal de San Pedro.

Los pretextos serán adoptados de acuerdo a las circunstancias y estos, como ya está sucediendo, podrán ser supuestos atentados a gasoductos, participación en movilizaciones de respaldo a las autonomías, las que podrán ser catalogadas como “traición a la patria”.

Esta funcionando, además, un equipo de seguimiento infiltrado en diversos sectores, incluida la administración pública y medios de comunicación, encargado de pasar informes al Ministerio de Gobierno, donde se evalúa si los eventuales desafectos son merecedores de la hospitalidad gubernamental.

El vicepresidente Alvaro García Linera gusta proclamarse como “el último jacobino” y como es de suponer, este plan para imponer el Terror ha resultado muy de su gusto como corresponde a quien solo cree en la violencia como método político.

Sin embargo haría bien en escarbar entre los 25 mil libros que dice haber leído y encontrará que Robespierre, el primer jacobino, fue también víctima del Terror que el mismo impuso. La historia de siglos enseña que nadie es impunemente poderoso.