El balance de los cocaleros

El gobierno no puede dejar de tomar en cuenta opiniones como las de los productores de los Yungas paceños que tienen motivos para hacer una evaluación negativa.

Los Tiempos

Editorial



Siendo los días que transcurren los más apropiados para las evaluaciones de la gestión que termina y para proyectar la venidero, abundan los análisis al respecto y como fue en diciembre que el Movimiento al Socialismo ganó hace tres años las elecciones generales y en enero cuando asumió el mando, es doble el motivo para que la ejecutoria de Evo Morales sea el tema principal.

Durante las últimas jornadas, han sido muchos los sectores que, desde su particular punto de vista y a partir de sus intereses, han hecho conocer su propio balance. El gobierno, por su parte, ha adelantado algo sobre su autoevaluación, pero será recién el próximo 30 cuando oficialmente informe al país lo que tenga que decir.

Es de esperar que al hacerlo, no deje de darle a su evaluación un enfoque autocrítico, pues son numerosos los elementos que permiten afirmar que no todas sus deficiencias son atribuibles a la oposición, sino a sus propios desaciertos y, en muchos casos, a las desmedidas expectativas que alentó en toda la sociedad y, de manera muy especial, entre su principal base de sustento político y social.

Ese es el caso de los productores de coca que, como es sabido, son el pilar del proyecto político en ejecución, por lo que vale la pena tomar en cuenta lo que tienen que manifestar al evaluar los primeros tres años de lo que ellos mismos consideran su gobierno.

A propósito, la Asociación de Productores de Coca (Adepcoca), que congrega a los productores de La Paz, ha hecho conocer recientemente su evaluación del lapso de tiempo transcurrido desde que con todo entusiasmo hizo posible el ascenso de Evo Morales al poder, afirmando que se siente engañada y usada por el MAS, y que a cambio de su apoyo sólo recibió ilusiones.

Las razones que motivan tanta decepción son simples. Señalan los cocaleros yungueños que la prometida industrialización de la coca no ha dejado de ser un simple proyecto; que el procesamiento de la hoja aún no tiene un respaldo científico y que tampoco se ha avanzado en la apertura de mercados para la hoja y sus derivados.

Como se recordará, uno de los primeros actos del gobierno masista fue anunciar un ambicioso plan para hacer de la producción de coca y subproductos legales uno de los puntales de la economía nacional. Empero, transcurridos casi tres años desde entonces y a juzgar por los resultados, todo eso quedó en promesas incumplidas. En la realidad se multiplicaron las plantaciones de coca pero no se hizo nada para dar a la hoja un mejor destino que su transformación en cocaína.