El narcotráfico y los niños

Editorial de Opinión.

El Gobierno tiene que analizar el problema de manera integral y seria, más allá de algunas declaraciones circunstanciales que no analizan la gravedad del asunto.

Las mafias de criminales en todo el mundo no reparan para cumplir sus objetivos ilícitos en involucrar en muchos casos a niños y adolescentes en sus redes delictivas.



El narcotráfico es una de esas actividades donde los menores de edad son utilizados sin ningún escrúpulo por delincuentes que aprovechan situaciones de abandono del seno familiar, la disgregación y la pobreza.

En el Chapare, uno de los centros neurálgicos de la producción de droga, los niños son empleados como “campanas” es decir voceros que dan la alarma cuando fuerzas policiales se acercan a las pozas de maceración de coca o a las fábricas de cocaína. Sin embargo, ahora el narcotráfico contrata niños como “mulas”, transportadores de la droga en sus mochilas y transportadores en sus estómagos, entrenados para tragar cápsulas.

De acuerdo a los informes policiales, se puede concluir que tal actividad, está ingresando en ámbitos impensables hasta hace algunos años. No sólo ha expandido sus actividades a zonas rurales de los valles cochabambinos, tal como se verifica en últimos operativos de la policía antidroga, sino que encuentra métodos para operar, contratando directamente a niños y jóvenes como parte de la cadena delictiva que opera en el país y en el exterior.

El Gobierno tiene que analizar el problema de forma integral y no basta la declaración simplista del viceministro de Justicia, Wilfredo Chávez, en sentido de que la mejor forma de acabar con la presencia de menores en el narcotráfico es realizar un mayor control, en el transporte. Este asunto tiene profundos antecedentes estructurales y sociales y sus derivaciones, sino se adoptan acciones serias, pueden resultar desastrosas.