La actitud ante el ATPDEA

En un país como el nuestro, que tiene grandes posibilidades de ampliar su producción porque cuenta con materias primas de primera clase y una mano de obra bien cotizada en todo el mundo, la idea tendría que ser sumar mercados y no sustituirlos.

La Razón

Editorial



El Gobierno de EEUU ha confirmado la peor noticia que se podía esperar en estos días: la pérdida de las ventajas arancelarias del ATPDEA, a partir del 15 de diciembre, para los exportadores bolivianos de textiles y manufacturas.

De esta manera, se interrumpirá un beneficio que data de hace cerca de dos décadas y que funcionaba como una compensación por los esfuerzos que hacía Bolivia para reducir las plantaciones de coca y combatir el narcotráfico.

Este proceso comenzó en septiembre de este año, cuando el gobierno del presidente George W. Bush hizo saber que no estaba satisfecho con las acciones de su par boliviano en esa materia. Mediante un procedimiento unilateral, la administración Bush optó por quitar a Bolivia la certificación que lo mostraba como un país decidido a cooperar en la lucha contra uno de los peores flagelos de la humanidad, que es la drogadicción.

El gobierno de Evo Morales se inclinó entonces por endurecer su posición y decidió negar autoridad a EEUU para hacer ese tipo de calificaciones. Acto seguido, anunció la expulsión del embajador Philip Goldberg, que estaba comisionado en La Paz.

De ahí en más, EEUU mantuvo sus reparos con relación al combate contra el narcotráfico. Y la nueva respuesta del Poder Ejecutivo fue la expulsión de la Drug Enforcement Agency (DEA) con el argumento de que estuvo del lado de los presuntos conspiradores que habrían intentado derrocar a Morales.

El gobierno de Bush reaccionó negando esas acusaciones e insistió en que seguía esperando señales de que se quiere contribuir a la campaña internacional dirigida a reducir la producción de drogas y su comercialización. El domingo pasado, por otra parte, el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Thomas Shannon, admitió, según la agencia AFP, que el narcotráfico es un problema que no puede eliminarse totalmente debido a la demanda de estupefacientes en su país.

Anteriormente, el Gobierno boliviano había determinado elevar el área de cultivos legales de coca de 12.000 a 20.000 hectáreas, mientras informaba de la reducción voluntaria de los cocales en La Asunta, región de los Yungas de La Paz.

El tono del debate entre ambos países sobre este tema ha sido muy tenso. A una medida dura se respondió con otra más rígida aún; y las autoridades nacionales sacaron a relucir el argumento de que, ante todo, estaba la dignidad.

Ahora que Bush hizo saber que Bolivia había sido excluida de la lista de los países beneficiarios con el ATPDEA, la respuesta de la administración Morales ha sido rápida. En varias oportunidades se ha explicado la intención de reemplazar el mercado norteamericano por otros para los productos bolivianos.

En un país como el nuestro, que tiene grandes posibilidades de ampliar su producción porque cuenta con materias primas de primera clase y una mano de obra bien cotizada en todo el mundo, la idea tendría que ser sumar mercados y no sustituirlos. Tampoco es admisible, para una nación pequeña como Bolivia, desdeñar 20 millones de dólares, o la cantidad de millones que representara la pérdida del ATPDEA.

Evitar que los productos lleguen a un mercado determinado es quitar a los industriales y a sus empleados la posibilidad de mejorar sus ingresos y contar con un mejor nivel de vida.