La crisis internacional empuja a la industria china a cambiar de modelo

china La caída de la actividad sacude a todo el mundo

Empresarios y analistas aconsejan apostar por la tecnología frente a la subida de costes

ISIDRE AMBRÓS  – Pekín. Corresponsal – LA VANGUARDIA



LA OPORTUNIDAD Es el momento para dejar de hacer copias, formar trabajadores y buscar calidad

EL PROYECTO Las autoridades quieren convertir el río de la Perla en polo de alta tecnología

«Esta crisis es una oportunidad para que la industria china deje de producir sólo copias, forme a los trabajadores y cree marcas de calidad con tecnología propia». Con esta frase Hu Xingdou, profesor de economía del Instituto de Tecnología de Pekín, resume el sentimiento de empresarios y expertos de Guangdong acerca del impacto de la crisis internacional en el corazón de la fábrica del mundo.

Las cifras son demoledoras. Según Lin Huanquan, director de la Oficina de Pequeñas y Medianas Empresas de Guangdong, más de 7.000 empresas han cerrado en los nueve primeros meses del año. Una situación que ha empujado al paro a cientos de miles de trabajadores. Unos tras cobrar el salario pero con la empresa cerrada. Otros se van sin cobrar, aunque la fábrica aguante el tipo. Y otros regresan a sus hogares sin sueldo y sin empresa.

La situación es especialmente preocupante porque la provincia de Guangdong, con 94 millones de habitantes, es famosa por acoger el delta del río de la Perla, zona que durante dos décadas ha sido ejemplo y locomotora de la economía china. Allí se halla la mayor concentración de industria exportadora del país. La mayoría de los juguetes, relojes, calzado, textiles o productos de plástico que se venden en el mundo procede de la región. Una zona que aporta un tercio al PIB de China.

Las causas de esta situación son claras. Autoridades, académicos, observadores independientes y empresarios coinciden. «El alza de un 20% del precio de las materias primas y la revaluación en un 20% del yuan frente al dólar y el euro, así como el alza de un 15% de los costes laborales y una mano de obra sin formación, han formado una mezcla mortal», explica el director del Instituto de Observación Contemporánea de Shenzhen, Liu Kaiming.

A esta combinación, Bendy Wang, director de la empresa de juguetes Zhenyan Toy, con sede en Shenzhen, añade: «La mayoría de las firmas que han cerrado sólo trabajaban para el mercado de Estados Unidos».

Y la inquietud crece también porque se percibe que llega el momento de dar un paso adelante en el tipo de industria instalada en el río de la Perla. «Es un modelo que ya no va a crecer más, incluso es probable que se reduzca», señala Liu, aunque precisa que «seguirá siendo la fábrica del mundo, pero sin tantos pedidos ni mano de obra». Apuesta por empresas «con trabajadores más formados, capaces de elaborar un producto de más calidad».

Una opinión que Bendy Wang ha aplicado en su empresa y que ha demostrado que es el camino que seguir. «La crisis nos ha afectado poco», afirma. Para él, la fórmula del éxito es clara: «Elaboramos un producto de calidad y diversificamos la clientela».

La firma Zhenyan Toy emplea a 300 personas, que pasan una entrevista y una prueba técnica antes de incorporarse a la producción. Tienen casa y comida gratis, además del sueldo. Los juguetes se exportan a Alemania y Japón y, en menor medida, EE. UU., si bien una parte importante de la producción también va a parar al mercado interno chino.

Para Wang es el modelo para la industria china. Si bien reconoce que es un camino lleno de obstáculos, porque «el Estado aún pone muchas trabas para que las empresas puedan acceder a la financiación privada, lo que dificulta que acometan inversiones en maquinaria o formación de los trabajadores». Pero las autoridades chinas quieren ir más lejos en la transformación industrial del río de la Perla. Quieren que la zona se convierta en un centro de desarrollo de alta tecnología y telecomunicaciones.

Pero para que esta idea sea realidad, la industria manufacturera deberá trasladarse a otras áreas rurales. El objetivo es equilibrar el desarrollo territorial y evitar tensiones sociales. Una iniciativa que las autoridades chinas ya han empezado a planificar. «El Gobierno sólo quiere aquí nueve millones de trabajadores inmigrantes y no los 17 de ahora», precisa Kaiming. Queda por saber si el Gobierno podrá conducir este proceso sin que se dispare el paro y crezca la tensión social.

ZHANG HUAMEI, PIONERA DE LOS EMPRESARIOS AUTÓNOMOS

Del miedo a la empresa perfecta

I. A.

La primera empresaria china inició su carrera en 1980 en un puesto callejero. Hoy sus botones están en EE. UU. y Europa y aspira a que un día su hijo tome las riendas del negocio. Esta es, en pocas palabras, la historia de Zhang Huamei. Una joven de diecinueve años que en 1979 se inició como una top manta en Wu Ma, la hoy calle peatonal de la ciudad de Wenzhou. Allí vendía, con un ojo vigilando su mercancía y sus potenciales clientes y con el otro que no apareciera la policía, dispuesta a «cortar la cola del capitalismo», definición que Pekín daba a las iniciativas de los emprendedores chinos. Un día, un miembro del comité de vecinos le dijo que podía pedir una licencia en la oficina de Industria y Comercio. Al principio Zhang tuvo miedo. Le preocupaba que si cumplimentaba la solicitud se exponía a ser acusada de formar parte de la cola del capitalismo.

Pero su padre la animó y le prestó 150 yuanes (17 euros) para iniciar su negocio de venta de zapatos. Un año más tarde, en diciembre de 1980, obtuvo la primera licencia de empresaria autónoma que se dio en China. A finales de la década se arruinó. Logró que su hermana – que vivía fuera de China-le prestase 20.000 yuanes y en 1990 abrió una tienda de botones en el centro de Wenzhou. Hoy, el establecimiento sigue siendo el corazón de Huamei Garments Accessory, la empresa de Zhang. Si bien en los últimos años ha añadido un almacén, factura varios millones de yuanes y emplea a ocho personas, que le ayudan a comercializar la marca de botones Wei Xing, una de las más importantes del país. Casi treinta años después de haber iniciado su carrera, Zhang considera que tiene la empresa perfecta, la que siempre soñó. Sólo suspira para que un día pueda legar el negocio a su hijo.