La dictadura avanza

El Gobierno continúa su planificada represión contra autoridades y dirigentes cívicos de la ‘media luna’, porque su primer objetivo es llegar al referéndum del 25 de enero con el camino expedito para que triunfe en forma contundente el Sí a la nueva Constitución Política del Estado. Documento éste malparido en un cuartel militar en Sucre, ilegalmente refrendado en Oruro y finalmente aprobado para que vaya a plebiscito por quienes no tenían que hacerlo -senadores y diputados-, bajo una marcha campesina y un cerco inaudito al Congreso, donde la vida de los parlamentarios desafectos al régimen estuvo pendiendo de un hilo.



El segundo objetivo es ir eliminando a la oposición, muy peligrosa porque ya estaba abarcando todo el país, empezando por esos puntos fuertes -verdaderas cuñas metidas en pleno corazón del centralismo-, como eran los prefectos de La Paz y Cochabamba, prosiguiendo con el líder pandino Leopoldo Fernández, y ahora están cayendo los cívicos tarijeños, como mañana caerán los de Santa Cruz, Beni y Chuquisaca. El Gobierno se estaba quedando sólo (con Oruro y Potosí), pero en un lapso relativamente breve, con acusaciones falsas, con plata y con el poder de la fuerza bruta, es decir de la misma forma en que llegó a lo más alto, está pasando a dominar en todos los distritos para acentuar su centralismo opresivo y su dictadura comunista. ¡Lindo se pinta el futuro de Bolivia!

Entonces el Gobierno está encerrando en las cárceles y enjuiciando a los que pueden hablar y tienen capacidad de liderazgo para decir a la gente que vote No en rechazo a una Carta Magna ilegal, plagada de desaciertos, que apunta a la división de la patria y que no refleja las aspiraciones del pueblo boliviano. En cambio están libres como golondrinas y no hay proceso contra los que alentaron la marcha de Riberalta a Cobija para que se produzca el enfrentamiento, a fin de pescar en el río revuelto, tampoco contra los criminales de La Calancha en Sucre, contra los que asaltaron e incendiaron la Prefectura cochabambina donde murió otra persona, peor contra los ministros Rada y Quintana que son los que mangonean a su gusto y los que están moviendo la enorme máquina represiva gubernamental en toda la nación. En menos de tres años de administración del Estado, decenas de muertos, sin sumar los linchados por la ‘justicia comunitaria’ que tiene el aliento del Gobierno, tampoco los mineros cooperativistas que perdieron la vida por defender sus derechos, con lo que las víctimas fatales pasan del centenar. ¡No hay preso ni un masista de los tantos que son culpables de hechos fatales, sólo opositores!

Finalmente doloroso pero cierto: el régimen dictatorial -disfrazado de democracia con la tolerancia de la comunidad internacional- impone condiciones y las respuestas en el bando opuesto son tibias y sin la unidad que demanda la hora presente. ¡Y algunos ya están asidos al carro del poder!

El Deber. Marcelo Rivero