La imbatible oposición: la realidad

Evo y las huestes masistas podrán ganar algunas batallas a la oposición política, regional y cívica, pero perderán la guerra contra la realidad.

image En la reunión de «evaluación», realizada ayer en Cochabamba, sobre el tercer año de gestión de Evo y el MAS, se evidenció  dos grandes ausencias: la realidad y la autocrítica.*

El presidente Evo Morales, de manera permanente identifica a la Iglesia y a la prensa como los dos principales ejes de la oposición contra su gobierno. Desdeña a la oposición política que en el parlamento le ayudó a viabilizar algunas de sus iniciativas, referéndum revocatorio incluido, en tanto que desató una ofensiva en regla contra los prefectos que ha ocasionado que varios de ellos pongan las barbas en remojo. Al parecer tampoco toma muy en cuenta a los dirigentes cívicos luego de haberse apropiado de una manera cínica y descarada de la bandera de la autonomía.



Sin embargo es claro que todavía no ha identificado a la más tenaz e implacable opositora que pueda tener un gobierno. Esa opositora que no perdona y nunca deja pasar una, que actúa con saña inimaginable se llama “realidad”. Esa incontrastable dama ya está pasando factura a la demagogia gubernamental y ante ello poco pueden hacer los subterfugios que idean los «estrategas comunicacionales» del gobierno del MAS.

Es más, son los propios funcionarios gubernamentales los que se están encargando de desmontar todo el andamiaje montado por la demagogia y la impostura masista. Veamos un ejemplo. En un spot ampliamente difundido se muestra al Bono Dignidad como un resultado de la nacionalización de los hidrocarburos y como una gran concesión del actual gobierno para favorecer a las personas de la tercera edad.

En primer lugar todo el mundo sabe ( y también el gobierno) que el llamado Bono Dignidad no es otro que el Bonosol que se comenzó a entregar (al César lo que es del César) durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.

Pero ese no es el punto. Sucede que se muestra al dichoso Bono como un producto de la nacionalización de los hidrocarburos. Pero ¡ ay las cosas que tiene la vida! apenas se vislumbran nubarrones sobre su sostenibilidad a causa de la crisis económica, surge en su traje de superhéroe, el ministro de Hacienda, Luis Arce, para recordarnos muy oportunamente que el Bono Dignidad es pagado con el 30 por ciento del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y (que quede bien claro) con los dividendos de las empresas capitalizadas.

Es sin duda uno de los mentis más descarnados que ha tenido que sufrir el pobrecillo de Evo y la situación se torna más dramática cuando es uno de sus propios ministros quien se encarga de echar por la borda meses de machacona propaganda para destacar la virtudes de una supuesta nacionalización que cada vez es más evidente, no fue más que una adecuación de los contratos, medida que podría haber dado buenos resultados, si el presidente en un  acto de lucidez hubiera nombrado en el sector de hidrocarburos a profesionales idóneos y preparados y no la sarta de incapaces ineficientes y corruptos que manejan el sector.  

En suma, los hechos, los testarudos hechos, se están encargando de perforar, poco a poco, todo ese intoxicante entramado de verdades a medias y mentiras enteras que ha urdido el gobierno del MAS en estos sus tres años de gobierno. Entonces veremos que idean en el futuro los estrategas gubernamentales para atacar a la realidad. Es probable que arguyan que la realidad está también al servicio del imperio y de la detestable derecha.

Se asegura que alguno de ellos, rayando la cancha  ya dijo: Si la realidad no coincide con lo que imaginamos, entonces ¡que se joda la realidad!.

*foto Abi