Lealtad con lealtad se paga

Editorial de La Razón.

La lealtad del Presidente merece ser pagada con lealtad por parte del Ministro de la Presidencia. Cualquier otra actitud podría ser interpretada como un acto mezquino, mostraría a un ciudadano Juan Ramón Quintana que sólo piensa en sus propias ventajas.

La lamentable secuencia de hechos que dejó el caso de los 33 camiones de contrabando en tránsito hacia Brasil está dejando secuelas, además de dudas que siguen surgiendo.



El más notorio de los efectos se refleja en el presidente Evo Morales, quien ha optado por criticar a los periodistas como única reacción a los detalles sobre la denuncia que pesa contra su ministro y cercano colaborador Juan Ramón Quintana.

La denuncia —hay que recordarlo— fue hecha por el general retirado del Ejército César López, a quien el propio Primer Mandatario había designado en el cargo de presidente de la Aduana Nacional. El periodismo sólo siguió los hilos de esa acusación.

Entonces, mientras por un lado Morales ensaya diarias injurias contra los periodistas, por el otro repite gestos de lealtad con Quintana. No solamente lo ha ratificado en el cargo, sino que le ha pedido que reemplace al canciller David Choquehuanca en una ceremonia con presencia de todo el cuerpo diplomático acreditado en el país. La ceremonia tenía que ver, paradójicamente, con la lucha contra la corrupción.

Los gestos de lealtad del Presidente no logran borrar la mala impresión que ha dejado en el país el desagradable episodio de los camiones. Se ha puesto en tela de juicio la pretendida honorabilidad del Gobierno y su empeño en erradicar la corrupción.

Y el caso de contrabando tiende a agravarse, no solamente por las investigaciones periodísticas, sino por los detalles que va entregando el general López y que señalan a Quintana como responsable de haber autorizado el paso de la caravana de camiones hacia Brasil. Incluso los contrabandistas han llegado a involucrar, con documentos, al mandatario Morales.

Por el momento, lo que queda claro es que el Jefe de Estado tiene una lealtad a toda prueba. Ha defendido a su ministro Quintana, a pesar de que las investigaciones apenas comienzan y que, por lo tanto, hoy por hoy, nadie puede asegurar si la máxima autoridad del Ministerio de la Presidencia estuvo o no en medio de este lamentable escándalo.

Como se recomendó desde el principio, y desde distintos frentes de la sociedad, lo más oportuno sería que Quintana, en retribución a la lealtad del Presidente, pida licencia o renuncie, mientras espera que concluyan las investigaciones. Sería lo menos que podría hacer el ministro, como muestra de su agradecimiento al Jefe de Estado y como una contribución a la defensa de la integridad de la administración Morales

Si Quintana diera un paso al costado, aportaría con un argumento a favor de su inocencia y, en lo estrictamente político, daría al Mandatario la posibilidad de desafiar a la oposición a llevar adelante la investigación, poniendo en práctica aquel refrán que dice “quien nada tiene, nada teme”.

Luego de más de una semana de comidilla, el país espera un gesto de desprendimiento de Quintana hacia el Jefe de Estado. Sería indigno de un joven político seguir cobijándose bajo la confianza de un mandatario, sabiendo que su permanencia en el cargo debilita la imagen de todo el Gobierno.

La lealtad del Presidente merece ser pagada con lealtad por parte del Ministro de la Presidencia. Cualquier otra actitud podría ser interpretada como un acto mezquino, mostraría a un ciudadano Juan Ramón Quintana que sólo piensa en sus propias ventajas y no en el gobierno del cambio que lidera Evo Morales.