León de Guayaquil

image CAUDILLO DE LA DERECHA POPULISTA

León Febres Cordero, presidente de Ecuador (1984-1988)

“Guayaquil con León”, gritaba ayer la gente por las calles de la ciudad portuaria ecuatoriana al paso del féretro del ex presidente León Febres Cordero. La televisión local mostró a una mujer con ojos llorosos que decía: “León nos enseñó a no ahuevarnos jamás”.



        León Febres Cordero murió a los 77 años en una clínica de Guayaquil por un cáncer pulmonar. Se le consideraba como el gran caudillo de la derecha populista que frustró el desarrollo de una derecha liberal. El presidente  Rafael Cordera, uno de sus más duros críticos, decretó tres días de duelo en su memoria y ordenó rendirle honores militares.

Presidente de Ecuador de 1984 a 1988, Febres Cordero fue un líder carismático. Su polémico gobierno se desarrolló en una coyuntura de pasiones y enfrentamientos entre el Gobierno y una fuerte oposición. Ingeniero mecánico, nacido en un hogar acomodado de Guayaquil,  a mediados de la década de los sesenta, Febres Cordero saltó de la empresa privada a la política como líder indiscutido de la derecha.

Lucía una melena encanecida y una mirada penetrante que parecían justificar su nombre de León, como era conocido popularmente y por el cual se le nombraba en los medios políticos, periodísticos y entre la población en general. «Habló León» o «lo dijo León», y todo el mundo sabía que se trataba del ex presidente.

El diario “El Comercio” de Quito destaca que pocos dirigentes han generado opiniones tan contrapuestas  como Febres Cordero. Para sus  partidarios, fue el más importante defensor de los principios liberales y democráticos, libró al país de las amenazas del terrorismo guerrillero y fue el realizador de las mayores obras públicas en la historia de Guayaquil, la ciudad de la que fue alcalde en dos ocasiones.

En cambio, para sus contradictores ejerció la presidencia  de forma autoritaria, atropelló los derechos humanos, condujo al país a una grave crisis económica y una vez fuera de la presidencia, a través del control del sistema judicial, secuestró políticamente a varios gobiernos.

Aunque se reconoce que Febres Cordero ha sido la figura política con mayor influencia en la vida de Ecuador en las últimas décadas, lo paradójico es que su poder se incrementó tras dejar la presidencia. A partir de la década de los noventa, por su influencia y poder se le comenzó a llamar el dueño del país.

«Si yo fuera el dueño del Ecuador, el país no andaría como anda: de tumbo en tumbo», replicó con ironía en más de una ocasión.

Como dirigente del partido social cristiano manejó poderosos bloques legislativos que presionaban a los gobiernos de turno con distintos fines, entre ellos para financiar las obras que realizó en la alcaldía de Guayaquil.

Con la muerte de Febres Cordero se cierra un convulso capítulo de la historia ecuatoriana. Como presidente ejerció el poder con mano dura, combatiendo a sangre y fuego al grupo guerrillero Alfaro Vive Carajo, de orientación guevarista. Los insurgentes fueron virtualmente eliminados. Sus cabecillas murieron en confusas y cuestionadas circunstancias. La actuación de Febres Cordero era investigada por una Comisión de la Verdad -designada por el presidente Correa- para determinar posibles violaciones a los derechos humanos. El ex diputado socialista Víctor Granda lamenta que el Estado no fuera capaz de sancionar sus abusos del poder.

El 7 de marzo de 1986, el general Frank Vargas y otros militares, protagonizaron la rebelión de la base de Taura, conocida como El Taurazo. En 1987, comandos de la Fuerza Aérea secuestraron a Febres Cordero en la base aérea de Taura y negociaron la libertad de los secuestrados a cambio de la libertad del general Vargas Pazos.

JOAQUIM IBARZ