Mundo al Día XVI

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Mundo al día, todos los viernes para hacer mejor tu fin de semana



INDICE

1. ASIENTOS DELANTEROS

Fuente: Sergio Ramírez

2. OBAMA POTENCIA LA LUCHA CONTRA EL PARO

Fuente: El País / Madrid

3. NICARAGUA: DE REVOLUCION A FARSA

Fuente: El País, por Gioconda Belli

4. FRANCIA: SARKOZY SE DIVORCIA DE SUS MUJERES…MINISTRAS

Fuente: Abc / Madrid

5. LA ECONOMÍA DEL VACIO DE PODER

Fuente: El Universo, por Paul Krugman

6. HUGO CHAVEZ ORDENA EXPROPIAR CENTRO COMERCIAL EN PLENO CENTRO DE CARACAS

Fuente: El Mercurio / Santiago de Chile

7. LAS ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS

Fuente: Noam Chomsky

8. BOLIVIA REPITE NUESTROS ERRORES VENEZOLANOS

Fuente: Alexis Ortiz.

9. PROMESAS, PROMESAS

Fuente: Juan Gelman

10. GRECIA: SOCIALISTAS AVANZAN HASTA 6% EN LAS ENCUESTAS

Fuente: La Jornada / México D.F.

11. HUMOR

1. ASIENTOS DELANTEROS

Fuente: Sergio Ramírez

La primera vez que oí hablar de Barack Obama fue en una seductora crónica de Bernard Henry Lévy publicada en la revista Atlantic en mayo de 2005, “Tras las huellas de Tocqueville”. Al cumplirse dos siglos del nacimiento de Alexis de Tocqueville, Lévy había hecho el año anterior un viaje de reconocimiento a través de Estados Unidos, por los mismos territorios que su compatriota, y desviándose de su ruta prevista se fue a Boston para estar presente en la convención demócrata que eligió a John Kerry, en julio de 2004, candidato a enfrentarse a la relección de George Bush. Kerry no resultaría electo presidente, pero Obama ganaría el asiento de senador por Illinois. Toda una novedad. El único senador negro en el Capitolio.

Un negro extraño, a quien su rival en la carrera por el Senado, otro negro llamado Alan Keyes, acusaba de no ser suficientemente negro. Un negro que ni siquiera venía del sur profundo, tierra de esclavos, y tampoco tenía ancestros esclavos, hijo de un africano y de una blanca, alguien a quien en el Caribe llamaríamos un mulato. Ha cuadrado sus orígenes, y se ha despojado de toda identidad, dice Lévy. ¿Quién es este negro blanco?, se pregunta con dejo irónico.

Un Clinton negro, se responde. Y uno no puede dejar de recordar que Toni Morrison, con apasionada compasión, dijo una vez que Clinton había sido tratado como un presidente negro, cuando un fiscal de vestiduras puritanas lo perseguía de manera implacable por causa de un aguado affair amoroso.

Obama cuatro años atrás, a los ojos de un filósofo francés que se ha puesto los zapatos de Tocqueville en busca de explorar Estados Unidos contemporáneo, y como buen francés, austero de modales y temeroso del ridículo, sufre de vergüenza ajena al ver a los convencionales demócratas reunidos en el Fleet Center ensombrerados con réplicas de cabezas de mulas, el símbolo de su partido, y rascacielos que recuerdan a las Torres Gemelas derribadas por un ataque terrorista.

Pero a la medianoche, cuando Obama sube al podio para pronunciar su discurso, Lévy se olvida de los sombreros de carnaval para apuntar el ligero paso de danza con que camina por el escenario bajo la luz de los reflectores, la sabiduría de los gestos histriónicos, en los que calcula todo, “la más ligera de las entonaciones debidamente calibrada, y aparentando improvisar hasta los suspiros”.

Pero es un discurso donde ya está allí desde entonces el mensaje que habría de seducir a millones de ciudadanos de todo color y tamaño cuatro años después, y cuyo tono religioso desagrada a Lévy, que se confiesa un francés acostumbrado a las grandes disputas políticas, y encuentra las palabras de aquel “negro blanco” “desesperadamente acomodaticias” cuando dice que no hay un Estados Unidos negro, ni un Estados Unidos blanco, ni un Estados Unidos latinoamericano, ni asiático, que sólo hay los Estados Unidos de América.

Pero no eran palabras de un decorado retórico las que Lévy escuchó con desdén, sino un detonante, cuando pocos pensaban en Obama para presidente. Y su virtud ecuménica se halla otra vez en el formidable y ya célebre discurso sobre la raza que pronunció en Filadelfia el 18 de marzo de 2008, para salir al paso de las incendiarias declaraciones del pastor negro de su propia iglesia, el reverendo Jeremiah Wright, que amenazaban con hundir su campaña para ganar las primarias. Otra clase de racismo, el racismo negro, que asustaba a los potenciales votantes blancos.

Obama no eludió entonces el tema de la discriminación y de la desigualdad racial de que históricamente han sido víctimas los negros en Estados Unidos, pero desmintió que se tratara de una cadena perpetua, y dijo que en la dinámica de los nuevos tiempos, si el cambio debería venir para los negros, también debería venir para los demás grupos raciales en Estados Unidos; otra vez, y siempre, la respuesta ecuménica: “podemos tener diferentes historias, pero tenemos esperanzas comunes; podemos lucir diferentes y podemos venir de lugares diferentes, pero todos queremos avanzar en la misma dirección”. Hablaba no desde una ausencia de identidad, como lo juzgó Lévy, sino desde la identidad de todos.

La noche de julio de 2004 en que se encuentran en el vestíbulo del hotel de Boston, Obama le ha dicho a Lévy que nunca se debe ir más rápido que la música, que Estados Unidos es un país de carreras meteóricas, pero efímeras, y que a lo mejor su esplendente discurso en la convención sería olvidado, porque el mes entrante otro estaría bajo las reflectores. Pero Lévy advierte que no está hablando en serio, y que con su postura de marcar la distancia de cualquier grupo racial, algo importante puede ponerse en juego. ¿Será Obama el primer negro en entender, se pregunta, que en lugar de usar la culpa, como víctima, debe usar la seducción, la esperanza en lugar del reproche? ¿Sería aquel el comienzo del fin de las ideologías basadas en la identidad racial?

No la ausencia de identidad, en lo que Lévy se equivoca, sino la búsqueda de una síntesis trascendente, escuchando primero la voz de la historia.

Por eso en su discurso de Filadelfia sobre la raza cita a William Faulkner, el gran novelista blanco del profundo sur de los esclavos negros. “El pasado no está muerto ni enterrado”, dice Faulkner. “De hecho, no es ni siquiera pasado.” Y el mismo Obama advierte entonces que tenemos que cargar con nuestro pasado sin convertirnos en víctimas de ese pasado. Y que los sueños de uno no tienen que realizarse a expensas de los sueños de los demás.

Es Rosa Parks, la costurera negra, la que habla ahora, sentada por fin en las filas delanteras del autobús que recorre las calles de Montgomery.

2. OBAMA POTENCIA LA LUCHA CONTRA EL PARO

Fuente: El País / Madrid

Las cifras sobre la evolución del desempleo en EE UU son tan negativas que el equipo de expertos formado por el presidente electo, Barack Obama, para combatir la crisis se ha visto forzado a ampliar los objetivos que se había marcado hace sólo un mes. Durante su campaña hacia la presidencia, Obama se comprometió a "salvar o crear" un millón de puestos de trabajo en un plazo indeterminado. Tras ser elegido, en un discurso hace un mes reconoció que las perspectivas económicas eran tan graves que había que proponerse salvar 2,5 millones de puestos en menos de dos años.

Tras una reunión de cuatro horas con su equipo económico el martes en Chicago, el presidente electo amplió el objetivo hasta los tres millones de puestos. Los expertos auguran que el paro aumentará del 6,7% actual, que ya es el más alto de los últimos 15 años, hasta el 9% dentro de 12 meses. Para los consejeros de Obama, sería una victoria mantener la tasa por debajo de esa cifra.

Esta semana, los expertos económicos de Obama se atrevieron por primera vez a vaticinar cuánto dinero habrá que sacar de las arcas públicas para estimular la economía estadounidense. Durante la campaña, Obama prometió destinar 150.000 millones de dólares (122.000 millones de euros) para combatir el paro. La cifra que baraja ahora su equipo es casi cinco veces superior, entre 675.000 y 775.000 millones de dólares (470.000 y 550.000 millones de euros). Algunos economistas le aconsejan invertir hasta 1,3 billones de dólares (940.000 millones de euros). El equipo de Obama coincide en que el mayor peligro radica en no destinar el dinero necesario, pero quiere que la cantidad propuesta obtenga el apoyo sin problemas del nuevo Congreso, que inaugura su periodo de sesiones el 6 de enero.

Antes de marcharse el sábado a pasar dos semanas de vacaciones en su Hawai natal, Obama encomendó al vicepresidente electo, Joe Biden, que encabezara un grupo de trabajo que pensase con "osadía" en soluciones concretas para ayudar a superar la crisis a las familias de clase media. En ese equipo se encontrarán, entre otros, los responsables de Sanidad, Trabajo y Educación. En la primera entrevista que concede tras las elecciones, Biden reconoció ayer a la cadena ABC que la situación económica es "mucho peor" de lo que él y Obama habían pensado en principio.

La mayor parte del medio billón de euros que Obama asignará para potenciar la economía y luchar contra el paro se invertirá en reforzar la red de puentes y carreteras. Otra parte, al incremento de las energías renovables, la renovación de las escuelas, la reforma de la sanidad pública y el desarrollo de las nuevas tecnologías. El viernes, los consejeros de Obama celebraron reuniones con congresistas en Washington para discutir propuestas concretas.

Algunos legisladores, sobre todo del Partido Republicano, se oponen a los planes de estímulo a costa del erario público. Consideran que esta medida provocará un aumento del déficit. Biden respondió que el 20 de enero, fecha de la toma de posesión, Obama se convertirá en el presidente que hereda el "mayor déficit en la historia del país", superior al billón de euros. "A corto plazo no nos podemos preocupar por el déficit. Ahora no hay otra prioridad que evitar la quiebra de la economía. Ésa es la única prioridad", dijo.

Los congresistas menos convencidos sobre las medidas de estímulo cuestionan que el dinero público pueda ser dilapidado en planes que contenten a corto plazo al electorado demócrata, pero que no sean eficaces a largo plazo para la economía.

Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro con Bill Clinton, y asesor económico de la Casa Blanca en el nuevo Gobierno de Obama, ha anunciado que el Ejecutivo informará con la mayor transparencia sobre las medidas que se pongan en marcha. Para ello, se crearán páginas de Internet en las que "la gente pueda seguir cada fracción de cada proyecto en el que se ha invertido algún dinero", dijo Summers.

De momento, Obama ha cumplido con su objetivo de insuflar esperanza a la nación. En una encuesta encargada por The Washington Post, casi siete de cada 10 entrevistados (68%) se muestran optimistas sobre su gestión ante los próximos 12 meses. Y el 65% apoya sus planes de estímulo económico.

Entre los problemas que le gustaría a la gente que Obama abordara -aparte del de la crisis económica-, se encuentran los de medioambiente y la sanidad pública. El 84% desea que Obama fuerce a las compañías eléctricas a aumentar la producción de energía renovable y el 75% quiere que refuerce las medidas para reducir el calentamiento global, problema sobre el que la Administración de George W. Bush se mostró insensible.

Entre las últimas prioridades de los encuestados se sitúa el cierre de la cárcel de Guantánamo, (lo pide el 40% frente al 44% que le gustaría que no se cerrase). En ese sentido, Biden dijo ayer que "nada" le ha hecho cambiar hasta ahora su idea de que Guantánamo tiene que cerrarse. Dijo que la política de Estados Unidos contra el terrorismo y la vigilancia de los detenidos ha dañado la reputación del país en el mundo. "Hemos creado más terroristas a consecuencia de esa política".

3. NICARAGUA: DE REVOLUCION A FARSA

Fuente: El País, por Gioconda Belli

Para defender los fraudulentos resultados de las recientes elecciones municipales del 9 de noviembre en Nicaragua, Daniel Ortega no encontró mejor salida que instaurar la anarquía en varios sitios del país. Para acallar las protestas de la población al conocerse las evidencias del fraude, mandó a sus seguidores para que impidieran con lluvias de piedras y amenazas de palos que ésta se manifestara.

Para quienes siguieron de cerca la Revolución Sandinista en los años 80, resulta difícil entender lo que sucede. Figuras emblemáticas de aquellos años, como Ernesto Cardenal, Dora María Téllez, Sergio Ramírez, han denunciado que en el país se está gestando otra dictadura.

A menudo, he comprobado el desconcierto de quienes apoyaron con su solidaridad lo que semejaba entonces una gesta de David contra Goliat. Preguntan sorprendidos: ¿qué le ha pasado a Daniel Ortega? ¿Cómo fue que cambió tanto? Confieso que me da un poco de vergüenza responderles. Para muchos de los que formamos parte de aquella masa intrépida que derrocó a la tiranía somocista el 19 de julio de 1979, los bandazos y arbitrariedades de Ortega eran un secreto a voces que guardábamos en casa. Atribuíamos ese comportamiento a su falta de experiencia, al poco don de gentes de su inescrutable personalidad, al impacto psicológico de los siete años que pasó en la cárcel.

Lo aclamábamos en medio del fervor idealista, pero en la intimidad criticábamos su constante necesidad de ser desafiante sin medir las consecuencias. Nuestro consuelo era saber que, aunque el mundo lo considerara el líder de la revolución, en realidad él era solamente uno más.

La dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y del Gobierno revolucionario era colectiva y varios de los nueve hombres que conformaban el directorio eran personas capaces e ilustradas cuya autoridad era un contrapeso a la peculiar manera del presidente de hacer política.

Recuerdo incluso una conversación que sostuve, antes del triunfo de la revolución nicaragüense, con Fidel Castro. Cuando le reclamé su aparente preferencia por la facción dirigida por los hermanos Ortega, Humberto y Daniel -el FSLN se encontraba dividido entonces en tres grupos-, Fidel me contestó diciendo que precisamente porque las ideas y la disposición de los Ortega era menos predecible, él consideraba que no podía dejarlos solos. No sé qué pensará Fidel ahora.

La supremacía de Daniel Ortega entre aquel grupo de primus inter pares fue asentándose gracias, en gran medida, al poder indiscutible que la llamada Guerra de la Contra, confirió a su hermano, Humberto, el comandante en jefe del Ejército Popular Sandinista. Más astuto que Daniel, su habilidad para salirse con la suya a cualquier costo le había ganado el sobrenombre de Puñal.

Durante los 10 años que duró la Revolución, Humberto Ortega fue inclinando el fiel de la balanza a favor de su hermano hasta asignarle un protagonismo que justificaba con el argumento de que la autoridad de un presidente confería institucionalidad a la revolución.

Ni él mismo, creo, imaginó lo aventajado que resultaría su hermano como aprendiz de sus mañas.

Paradójicamente, la hora más alta de Daniel Ortega no sobrevino en ninguno de sus momentos de triunfo, sino ante la inesperada derrota del FSLN en las elecciones de 1990, las más vigiladas en la historia del país.

En el discurso en que concedió la victoria a su contrincante, Violeta Chamorro, destacó la trascendencia de aceptar la voluntad popular, aun cuando la guerra financiada por Ronald Reagan, hubiese puesto al pueblo de Nicaragua a votar con una pistola en la sien. No quedó ojo seco entre quienes lo escuchaban, fuera por tristeza o por alivio. Al día siguiente, sin embargo, Ortega cambió su tono conciliador y ante una azorada multitud prometió “gobernar desde abajo”.

El debate sobre lo que esto significaba para un FSLN en la oposición fue el origen de la primera gran fractura interna del sandinismo. Ortega y tras él las disciplinadas estructuras partidarias reclamaban que jamás renunciarían al derecho a ejercer la violencia “revolucionaria”, que hacerlo era traicionar al pueblo.

La otra posición planteaba que el partido debía adaptarse a las nuevas condiciones del mundo. La caída del bloque socialista demostraba el fracaso de la “dictadura del proletariado”. El país requería una izquierda moderna que descartara la violencia como método de resolver diferencias y se apuntara con brío a radicalizar la democracia y abogar por los intereses populares respetando la diversidad y las leyes.

Las acusaciones de los sectores más dogmáticos contra quienes sosteníamos estas ideas no se hicieron esperar. A los disidentes se nos endilgaron adjetivos que iban desde cobardes hasta traidores. Daniel Ortega dirigió la embestida y se erigió como el único capaz de preservar la amenazada unidad. Renovó así el discurso de confrontación de los años 80, esta vez contra los miembros de su propio partido.

Mientras tanto, en la práctica, él y otros dirigentes como Bayardo Arce y Tomás Borge, se encargaban de asegurar la supervivencia económica del FSLN y de ellos mismos, distribuyendo propiedades del Estado y otros recursos y acumulando fortunas personales.

La llamada piñata sandinista fue vergonzosa.

Si bien la propiedad de la tierra fue legalizada a las cooperativas, en un acto de democratización del área propiedad del pueblo compuesta por los bienes confiscados a Somoza y la dictadura, cuadros sandinistas alertados sobre el valor de estas tierras, las compraron a los cooperados y pasaron a ser dueños, entre otras cosas, de las anchas costas del Pacífico nicaragüense que hoy son vendidas a inversores europeos y norteamericanos por millones de dólares.

La piñata causó nuevas deserciones en el interior del FSLN por desacuerdos éticos, pero generó, al mismo tiempo, complicidades estrechas ya no basadas en ideales y sueños, sino en negocios o en el mutuo encubrimiento. El FSLN se apropió de emisoras de radio y equipos de televisión. Fundó un banco y formó empresas usando los nombres de cuadros leales que también se enriquecieron.

Esta incursión en el mundo de los negocios no impidió, sin embargo, que continuara el discurso populista. Y fue este divorcio entre el discurso y la práctica lo que, en 1999, le permitió pactar la división del país con el entonces presidente y jefe máximo del Partido Liberal Constitucionalista, Arnoldo Alemán. Acusado de corrupción, Alemán se encontraba en una posición de debilidad.

Para asegurar su supervivencia política aceptó el pacto con Ortega. Se amplió el número de magistrados y miembros de la Corte Suprema, del Consejo Electoral, de la Contraloría, de la Asamblea Nacional para incluir a los sandinistas y se inició un cogobierno. Eventualmente, Ortega le arrancó a Alemán la concesión clave: bajar el porcentaje de votos necesario para ser electo presidente de un 45% a un 35%.

Hecho esto, Ortega escenificó el regreso del hijo pródigo a los brazos de la Iglesia católica, a quien atribuía una influencia decisiva en sus previas derrotas electorales. Empezó a visitar a su antiguo némesis, el cardenal Miguel Obando y Bravo. Poco después, éste ofició la misa en que el líder sandinista se casó por la iglesia con su compañera de vida, Rosario Murillo (cuya hija lo acusó en 2003 de abuso sexual desde los 11 años), y sus discursos se llenaron de frases bíblicas y alabanzas a Dios. Como ofrenda final, Ortega apoyó la revocación de una disposición constitucional del siglo XIX que autorizaba la interrupción del embarazo si hacía peligrar la vida de la madre.

Tras tres intentos fallidos, el tozudo comandante logró coronar su ambición de regresar a la presidencia el 10 de enero de 2006, al alcanzar una votación del 38%. Su actitud desde entonces y en las recientes elecciones municipales parece indicar que esta vez no está dispuesto a jugarse el poder más que en simulacros democráticos cuyos resultados le favorezcan.

Mientras escribo esto, la carretera de acceso a mi casa está cortada por grupos de choque orteguistas. Apostados allí, intentan impedir que medios y diplomáticos lleguen a una iglesia donde Eduardo Montealegre, el candidato a alcalde de Managua por la oposición, mostrará las actas de votación que demuestran el fraude perpetrado en su contra. Aparentemente, para salirse con la suya, Daniel Ortega también está dispuesto a incendiar el país. Lo mismo hizo Somoza en 1979. El revolucionario se ha convertido en su propia antítesis.

4. FRANCIA: SARKOZY SE DIVORCIA DE SUS MUJERES…MINISTRAS

Fuente: Abc / Madrid

La búsqueda y conquista de las nuevas elegidas, a paso de carga, será la gran tarea confidencial del presidente de Francia durante estas Navidades.

Los «meteorólogos» políticos especulan con las posibles fechas del cambio de gobierno que debiera oficializar el presidente «Sarkozy II».

Abandonada la retórica del Sarkozy candidato y del «Sarkozy I», el nuevo Sarkozy de primeros de año enterrará oficiosamente la bandera de la antigua «ruptura contra veintitantos años de inmovilismo de izquierda (Mitterrand) y derecha (Chirac)», para enarbolar la enseña de la lucha contra la crisis.

No está previsto el cambio del primer ministro y jefe del Gobierno (François Fillon). Sí hay varias mujeres caídas en desgracia. Mich_le Alliot-Marie, ministra del Interior, nunca estuvo en gracia presidencial; incluso es una antigua rival amiga de Chirac.

Pudiera perder el cargo. Christine Lagarde, ministra de Economía y Finanzas, pasa por ser una buena técnica (habla un inglés perfecto), pero muy mala política. Podría cambiar de ministerio. Christine Boutin, ministra de la Vivienda, tiene una fe religiosa intachable: pero defiende su acción con una fe de «carbonera» poco hábil. Pudiera salir del Gobierno.

Sustituir a elegantes quincuagenarias conservadoras no plantea un problema político grave. Sarkozy las ha usado con elegancia. Y puede sustituirlas sin piedad ni coste político particular.

Por el contrario, la secretaria de Estado para los Derechos del Hombre (Rama Yade, negra de familia africana) y la ministra de Justicia (Rachida Dati, hija de emigrantes musulmanes pobres, de origen norteafricano) plantean temibles problemas para la imagen gubernamental.

La “perla negra

Rama Yade fue la gran revelación negra de la campaña presidencial. Se ganó a pulso un puesta de gran figura, teniendo como ministro de tutela a Bernard Kouchner, antiguo ministro socialista, reconvertido al sarkozysmo deportivo (Kouchner y Sarkozy hacen «footing» juntos).

Pero ha sido una ministra impertinente y respondona. Sarkozy había proyectado para ella un futuro europeo: cabeza de lista de la UMP (Unión por un Movimiento Popular) para las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Pero la señora ha osado explicar en público que no le interesa nada un «exilio» de ese tipo. A ella le va el cuerpo a cuerpo de la batalla política nacional de cada día.

¿Cómo sustituir a una ministra que ha sido el símbolo de la integración feliz y el diálogo cultural entre franceses de distinta raza, unidos en la fe del Estado sarkozysta?

Con Rachida Dati, el problema quizá sea más grave y sinuoso. La batalladora ministra de Justicia fue una mujer de mucha confianza íntima con Sarkozy, durante varios años. Y Cecilia ex Sarkozy la consideraba «como una hermana».

Los Sarkozy y Rachida veraneaban juntos, se fotografiaban juntos y salían de compras juntos. Hija de inmigrantes pobres, Rachida Dati descubrió con mucha rapidez el encanto de los relojes de gran lujo, la más altísima costura y las relaciones más encopetadas.

Ya ministra, Dati llevó una vida de mujer libre e independiente. Y será madre a primeros de año, justo cuando Sarkozy proyecta su cambio de Gobierno.

Primera inmigrante pobre en llegar a la cartera de Justicia, Rachida Dati también es la primera ministra francesa que será madre soltera. Se lleva con Carla Bruni-Sarkozy mucho peor que con Cecilia. Y la puesta en práctica de los proyectos judiciales del candidato Sarkozy se ha convertido para ella en un doloroso camino del calvario.

5. LA ECONOMÍA DEL VACIO DE PODER

Fuente: El Universo, por Paul Krugman

¿Qué tanto puede salir mal en dos meses antes de que Obama haga el juramento para el cargo? La respuesta, desafortunadamente, es: muchísimo. El ritmo del deterioro parece estarse acelerando.

Todo el mundo está hablando de un New Deal (Nuevo Trato), por razones obvias. En el 2008, como en 1932, termina una prolongada era de política republicana, de cara a una crisis económica y financiera que, en la mente del electorado, tanto desacredita a la ideología del libre mercado como debilita sus afirmaciones de competencia. Y para quienes están del lado progresista del espectro político, estos son tiempos esperanzadores.

No obstante, existe otro paralelismo más perturbador entre el 2008 y 1932 –me refiero al surgimiento de un vacío de poder en el punto máximo de la crisis. El interregno de 1932 a 1933, el prolongado lapso entre la elección y la transferencia real del poder fue desastroso para la economía estadounidense, al menos en parte porque el Gobierno saliente no tenía credibilidad y el entrante no tenía autoridad, y el abismo ideológico entre ambos bandos era demasiado grande para permitir la acción concertada. Y lo mismo está sucediendo ahora.

Es cierto que el interregno será más reducido en esta ocasión: Franklin Delano Roosevelt tomó posesión hasta marzo; Barack Obama se mudará a la Casa Blanca el 20 de enero. Sin embargo, las crisis se mueven con mayor rapidez hoy día.

¿Qué tanto puede salir mal en dos meses antes de que Obama haga el juramento para el cargo? La respuesta, desafortunadamente, es: muchísimo. Hay que considerar qué tanto se ha oscurecido el panorama desde la quiebra de Lehman Brothers, que sucedió apenas hace más de dos meses. Y el ritmo del deterioro parece estarse acelerando.

Lo más obvio es que estamos en medio de la peor caída del mercado bursátil desde la Gran Depresión: el índice bursátil 500 de Standar & Poor ya cayó más de 50% desde su punto máximo.

Podría decirse que otros indicadores son más perturbadores; están aumentando las solicitudes de pagos por desempleo, se está hundiendo la producción manufacturera, se están incrementando las tasas de interés de los bonos corporativos –que reflejan el temor de los inversionistas a la mora–, lo que casi seguramente conducirá a una caída drástica en el gasto empresarial. Las perspectivas de la economía se ven mucho más nefastas ahora que hace una semana o dos.

No obstante, la política económica, en lugar de responder a la amenaza, parece haberse ido de vacaciones. En particular, el pánico ha retornado a los mercados crediticios, pero no hay ningún plan de rescate a la vista.

Por el contrario, Henry Paulson, el secretario del Tesoro, anunció que ni siquiera volverá a ir al Congreso por la segunda mitad de los 700 mil millones de dólares ya aprobados para los rescates financieros. Y la ayuda financiera para la atribulada industria automotriz está estancada debido a un callejón sin salida político.

¿Qué tanto deberíamos preocuparnos por lo que parecen ser dos meses de un ventisquero político? Cuando menos los próximos dos meses causarán un enorme dolor a cientos de miles de estadounidenses, que perderán el empleo, la casa o ambas cosas.

No obstante, lo que es realmente preocupante es la posibilidad de que parte del daño que se haga en este momento será irreversible. A mí me preocupan particularmente las dos D: deflación y Detroit.

Sobre la deflación: la “década perdida” de Japón en 1990 enseñó a los economistas que es muy difícil hacer que el dinero se mueva una vez que las expectativas inflacionarias bajan demasiado (no importa si la gente espera literalmente que los precios caigan).

No obstante, hay una clara presión deflacionaria en la economía estadounidense en este momento, y cada mes que pasa sin signos de recuperación incrementa las posibilidades de que nos encontremos atorados por años en una trampa del tipo de la de Japón.

Sobre Detroit: existe ahora un riesgo real de que, en ausencia de la ayuda federal rápida, las tres grandes compañías automotrices y su red de distribuidores se vean obligadas a la liquidación –es decir, obligados a cerrar, despedir a todos sus trabajadores y vender sus activos–. Y si eso sucede, será muy difícil que regresen.

Bueno, quizá dejar que las compañías automotrices se acaben sea la decisión correcta, aun cuando un colapso de la industria automotriz sería un golpe enorme para una economía que ya se está desplomando.

Sin embargo, es una decisión que se debería tomar con cuidado, considerando todos los costos y beneficios que no se tome por omisión, debido a un callejón sin salida entre demócratas que quieren que Paulson use parte de los 700 mil millones de dólares y un Gobierno saliente con menos poder, que está tratando de obligar al Congreso a que mejor desvíe fondos de un programa de rendimiento de combustibles.

¿Estará la política económica totalmente paralizada entre este momento y el 20 de enero? No, no del todo. Se están tomando algunas medidas útiles. Por ejemplo, Fannie Mae y Freddie Mac, los organismos hipotecarios, han dado el paso útil de declarar una suspensión temporal en las ejecuciones hipotecarias, mientras que el Congreso aprobó una extensión muy necesaria a las prestaciones por desempleo ahora que la Casa Blanca ha dejado de oponerse.

Sin embargo, nada está sucediendo en el frente político que sea remotamente proporcional a la escala de la crisis económica. Y da miedo pensar cuántas cosas más pueden salir mal antes del día de la toma de posesión.

6. HUGO CHAVEZ ORDENA EXPROPIAR CENTRO COMERCIAL EN PLENO CENTRO DE CARACAS

Fuente: El Mercurio / Santiago de Chile

El Presidente venezolano, Hugo Chávez, ordenó el domingo la expropiación del Centro Comercial Sambil, que se ha estado construyendo por meses en el corazón de Caracas, alegando que el barrio está congestionado y que el espacio puede tener alguna utilidad socialista.

El "Sambil La Candelaria" se encuentra en preventa y está ubicado en un terreno de unos 21.600 metros cuadrados. Cuenta con seis niveles comerciales, dos sótanos, oficinas, un centro de convenciones, 10 salas de cine, patio de comidas y centro gastronómico, según su página en internet.

"Ahí en La Candelaria, donde no cabe un alma, están haciendo un Sambil. Eso va a colapsar todo el centro de Caracas", dijo el Mandatario en la inauguración de un centro de salud en un barrio pobre de la capital, durante su programa semanal de radio y televisión, "Aló, Presidente".

Chávez ordenó al oficialista alcalde local, Jorge Rodríguez, detener la obra, que está cerca de finalizarse.

"Pare eso, señor alcalde, y vamos a revisar todo eso, y vamos a expropiar eso y a convertirlo en una clínica (…) en una escuela, en una universidad", dijo, despertando los aplausos de los asistentes.

Durante años, Chávez ha liderado una amplia campaña de nacionalizaciones, que ha incluido la industria petrolera, la cementera, la electricidad y una empresa de telecomunicaciones, entre otras, alegando la construcción del socialismo.

"¿Cómo vamos a hacer el socialismo entregándole los espacios vitales del pueblo al Sambil o a ese comercio desmesurado, consumista?", reclamó el Mandatario, citado por Reuters.

Constructora Sambil tiene varios centros comerciales en Venezuela, incluyendo dos en Caracas -el primero inaugurado en 1998-, en Valencia, Maracaibo, Margarita y San Cristóbal.

7. LAS ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS

Fuente: Noam Chomsky

William Mukabane y su esposa Alice, originarios de Kenia y dueños de un restaurante en Washington, junto a fotografías y artículos del presidente electo que han juntado desde que éste inició su carrera hacia la Casa Blanca

La palabra que brotó inmediatamente de cada lengua tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos fue “histórica”. Y con toda razón. Una familia negra en la Casa Blanca es realmente un evento histórico.

Hubo algunas sorpresas. Una fue que la elección no estaba concluida luego de la convención demócrata. Los indicadores habituales señalan que el partido opositor debería barrer durante una grave crisis económica, tras ocho años de una política desastrosa en todos los frentes, incluido el peor récord en materia del crecimiento de empleos de cualquier presidente de la posguerra y de una rara declinación en la riqueza promedio.

Eso, con un presidente tan impopular que su propio partido tuvo que desligarse de él, acompañado de un dramático colapso en la posición de Estados Unidos en la opinión pública mundial.

Como muchos estudios muestran, ambos partidos se hallan bien a la derecha de la población en tópicos importantes, tanto nacionales como internacionales.

Tal vez ningún partido refleja la opinión pública en una época en que 80 por ciento de los estadunidenses piensa que el país enfila en la dirección equivocada y que el gobierno está administrado por “algunos grandes intereses que sólo piensan en sí mismos”, no en el pueblo, en tanto un asombroso 94 por ciento cuestiona que el gobierno desdeñe a la opinión pública.

Podría argumentarse que ningún partido que hable en defensa del pueblo resulta viable en una sociedad administrada por el mundo de los negocios con tal desusada amplitud. En un nivel muy general, la falta de representación del pueblo es ilustrada por el éxito de la “teoría de las inversiones” en la política, elaborada por el economista político Thomas Ferguson. Según Ferguson, la política tiende a reflejar los deseos de poderosos bloques económicos que invierten dinero cada cuatro años para controlar el Estado.

En cierto sentido, la elección siguió pautas familiares. La campaña de John McCain fue lo bastante honesta como para anunciar con claridad que la elección no discutiría tópicos.

En cuanto a Barack Obama, su mensaje de “esperanza” y de “cambio” ofreció un pizarrón en blanco en el cual sus simpatizantes podían escribir sus deseos. Uno puede encontrar sitios en Internet donde cada partido expresa su opinión sobre diferentes temas. Pero la correlación de esas opiniones con la política a seguir no es espectacular. Y de todas maneras, lo que ingresa en las opciones de los votantes es lo que la campaña de cada candidato destaca, tal como saben muy bien los administradores de un partido.

Y fue allí donde la campaña de Obama impresionó a la industria de las relaciones públicas, que lo designaron “el experto en mercadeo más importante del 2008”, derrotando con facilidad a Apple.

La primera tarea de la industria es asegurarse que los clientes carentes de información hagan selecciones irracionales, socavando de esa manera las teorías de mercado que proponen exactamente lo opuesto. Y los expertos en relaciones públicas reconocen los beneficios de socavar la democracia de la misma manera. La organización The Center for Responsive Politics dice que una vez más las elecciones fueron compradas: “Los candidatos con mejor financiamiento ganaron nueve de 10 elecciones, y todos, excepto algunos escasos miembros del Congreso, retornarán a Washington”.

Antes de las convenciones, los candidatos viables con mayor apoyo de instituciones financieras eran Obama y McCain, cada uno con 36 por ciento. Los resultados preliminares indican que al final, las contribuciones a la campaña de Obama, por industria, se concentraron en las firmas de abogados (incluidos cabilderos), además de instituciones financieras. La teoría de inversiones en la política sugiere algunas conclusiones acerca de los principios que guían a la nueva administración.

El poder de las instituciones financieras refleja el cambio cada vez más grande de una economía de producción hacia otra de finanzas.

Eso comenzó con la liberalización de las finanzas durante la década de los años 60, causa fundamental de los actuales azotes representados por la crisis financiera y la recesión en la economía real (esto es, de la producción y consumo de mercancías). Las consecuencias están a la vista para la gran mayoría de los estadunidenses, cuyos salarios reales se han estancado por 30 años, en tanto sus beneficios han declinado.

Dejando de lado la alta retórica sobre la esperanza y el cambio, ¿qué podemos esperar de la administración de Obama?

La selección del equipo de trabajo de Obama envía una fuerte señal. La primera elección fue para vicepresidente: Joe Biden fue, entre los senadores demócratas, uno de los más vigorosos partidarios de la invasión a Irak, y un insider (persona de adentro, con acceso a información privilegiada) con mucho tiempo de actuación en Washington.

Y aunque suele votar de manera coherente con sus colegas demócratas, no siempre lo hace. Por ejemplo, apoyó una medida para que resultara a los individuos mas difícil borrar sus deudas tras declararse en bancarrota.

La primera elección posterior a los comicios presidenciales fue para la crucial posición de jefe de gabinete. Obama designó a Rahm Emanuel, uno de los partidarios más fuertes de la invasión a Irak entre los representantes demócratas y, como Biden, insider de Washington durante bastante tiempo.

Emanuel es también uno de los más grandes beneficiarios de las contribuciones de campaña de Wall Street, informó el Center for Responsive Politics. Durante 2008, “fue el principal destinatario” entre los representantes “de los ejecutivos de fondos de riesgo” y de las “principales firmas de seguros y de inversiones de la industria”.

La tarea de Emanuel es ver cómo encara Obama la peor crisis financiera desde la década de los años 30, por la cual sus donantes y los de Obama comparten una amplia responsabilidad.

En una entrevista con The Wall Street Journal, le preguntaron a Emanuel qué haría el gobierno de Obama respecto del “liderazgo demócrata en el Congreso”, cuyos “barones del ala izquierda tienen su propia agenda”. Eso incluye, por ejemplo, rebajar drásticamente los gastos militares (algo en que coincide la mayoría de la población) e imponer “drásticos impuestos a la energía a fin de combatir el calentamiento global”.

“Barack Obama puede enfrentarse a ellos”, aseguró Emanuel al Wall Street Journal. La administración sera “pragmática”, y rechazara los intentos de los extremistas de izquierda.

El equipo de transición de Obama está encabezado por John Podesta, secretario del gabinete de Bill Clinton. Otros dos veteranos de Clinton, Robert Rubin y Lawrence Summers, figuran entre las figuras principales en su equipo económico. Tanto Rubin como Summers respaldaron de manera entusiasta la desregulación, un importante factor en la actual crisis financiera.

Como secretario del Tesoro con Clinton, Rubin trabajó de manera denodada para abolir la ley Glass-Steagall, que había separado a los bancos comerciales de las instituciones financieras que incurrían en graves riesgos.

El economista Tim Canova escribe que Rubin tenía “un interés personal en la eliminación de la ley Glass-Steagall”.

Tras dejar su posición como secretario del Tesoro, Rubin se convirtió en “presidente de la junta directiva de Citigroup, un conglomerado de servicios financieros que estaba enfrentando la posibilidad de tener que vender su subsidiaria de seguros”. En cuanto al gobierno de Clinton, “nunca presentó cargos contra él por sus obvias violaciones a la ética”.

Rubin fue remplazado como secretario del Tesoro por Summers, quien propuso la ley que prohibió la regulación federal de los derivativos, las “armas de destrucción masiva” (como las llama Warren Buffett) que ayudaron a sumergir en el desastre a los mercados financieros.

Summers figura como “uno de los villanos principales en la actual crisis económica”, según Dean Baker, uno de los escasos economistas que advirtieron sobre la inminente crisis. Poner la política financiera en las manos de Rubin y Summers, señala Baker, es “como recurrir a Osama Bin Laden para que ayude en la lucha antiterrorista”. Ahora Rubin y Summers proponen regulaciones para ayudar a limpiar el caos que ayudaron a crear.

La prensa de negocios examinó los récords del equipo de transición de Obama, que se reunió el 7 de noviembre para determinar cómo manejarse con la crisis financiera.

En Bloomberg News, Jonathan Weil concluyo que “muchos de ellos deberían estar recibiendo citaciones como testigos materiales” por la catástrofe financiera, en lugar de “figurar como miembros del círculo intimo de Obama”.

Alrededor de la mitad “han tenido posiciones de importancia en empresas que, en mayor o menor grado, han falsificado sus declaraciones financieras o contribuido a la crisis económica mundial, o ambas cosas a la vez”. Es realmente plausible que “¿no confundirán los intereses de la nación con sus propios intereses corporativos?”

La preocupación principal del nuevo gobierno sera detener la crisis financiera y la simultánea recesión en la economía real. Pero hay también un monstruo en el armario: el ineficaz sistema privado de cuidado de la salud, que amenaza abrumar al presupuesto federal si las actuales tendencias persisten.

Una mayoría del público ha favorecido por largo tiempo un sistema nacional de cuidado de la salud que debería ser mucho menos caro y más eficaz, según indican las evidencias comparativas (junto con muchos estudios). En fecha tan reciente como 2004, cualquier intervención del gobierno en el sistema de atención a la salud era descrito por la prensa como “imposible a nivel político”. Eso significaba que se oponían la industria de los seguros y las corporaciones farmacéuticas.

Pero sin embargo, en 2008, primero John Edwards, luego Barack Obama y Hillary Clinton, adelantaron propuestas que se aproximan a lo que por largo tiempo ha preferido el público. Estas ideas tienen ahora “apoyo político”. ¿Que ha cambiado? No la opinión pública, que permanece con la misma opinión de antes. Pero para 2008, sectores importantes de poder, especialmente la industria manufacturera, habían llegado a reconocer que estaban siendo gravemente afectados por el sistema privado de atención a la salud.

Por lo tanto la voluntad pública está comenzando a tener “apoyo político”. Hay un largo camino por recorrer, pero el cambio nos dice algo sobre la disfuncional democracia en la cual la nueva administración busca su camino.

8. BOLIVIA REPITE NUESTROS ERRORES VENEZOLANOS

Fuente: Alexis Ortiz.

En otras ocasiones hemos dicho y reiteramos aquí, que Bolivia es una nación muy cercana en el afecto de los venezolanos. Dos de los nuestros, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, estuvieron muy involucrados en la independencia y en la fundación de la república boliviana.

Por eso todo lo que atañe a Bolivia es de nuestro alto interés y por eso, ¡que bochorno!, estamos tan avergonzados con nuestros hermanos de Bolivia, por la ominosa intromisión del delirante presidente Chávez en la soberanía de ese país hermano.

Y desde luego, la gente democrática de Venezuela ruega a Dios y a la Virgen para que en aquella zona mediterránea de América del Sur, no se cometan los mismos errores que en el norte de Suramérica tuvimos que pagar para aprender. No olvidemos que por no atender a tiempo y sin ambages lo que sucedía en Cuba, estamos ahora en Venezuela sufriendo la misma pesadilla que los cubanos

En Bolivia como en Venezuela, la clase política en alarde de canibalismo, los medios de comunicación borrachos de escándalos noticiosos, una clase media impaciente y unos pobres desesperados, maltrataron a la Democracia hasta tal extremo, que crearon el escenario propicio para el ascenso de aventureros no políticos al poder.

Después de elegir a los no políticos (Chávez, Evo Morales, Correa…) con la aquiescencia de buena parte de nuestras élites, se aceptó la convocatoria a asambleas constituyentes cuyo propósito no subterráneo, era que esos caudillos acapararan todo el poder y se eternizaran en el mando.

Y en Venezuela como en Bolivia, los políticos nos embriagamos de fascinación mediática. Contribuimos a que la política se convirtiera en show. Nos dedicamos a la actuación en los medios de comunicación y no a la acción organizada en el pueblo.

Confundimos la política con presencia en la TV, radio y prensa, mientras descuidamos el fortalecimiento de los partidos y sus programas concretos para solucionar problemas reales como la pobreza (y no sólo consignas contra el caudillo autoritario); no auspiciamos con fuerza el desarrollo de la sociedad civil y el tejido institucional en su conjunto; y claro está, casi siempre estuvimos a la defensiva frente a las arteras arremetidas del neocomunismo.

Y ahora vemos con horror como en Bolivia están a punto de incurrir en una pifia que nosotros perpetramos en el año 2004. En tal oportunidad nuestros líderes en lugar de concentrarse en derrotar a Chávez en un referéndum revocatorio, invirtieron los mejor de su tiempo en preparar sus propias candidaturas presidenciales, porque creían ingenuamente que la derrota del teniente coronel golpista era inevitable.

El resultado se conoce, con un despliegue de ventajismo y abuso de poder, compra de votos, amenazas y otros trucos, Chávez “nos ganó” el referéndum y, para decirlo en lenguaje beisbolero, la oposición se quedó con la bola en la mano sin saber para que base tirar.

Ahora en Bolivia Carlos Mesa, si, el mismo que abandonó a Gonzalo Sánchez de Lozada y después se dejó aterrar por Evo Morales y sus motines, partiendo de la premisa que ya perdieron el referéndum del próximo enero 2009, anuncia que él será candidato presidencial en el turno que viene.

Y lo más triste es que en esa onda electorera, parecen estar atrapados otros ex presidentes como Jorge Quiroga y Jaime Paz Zamora. ¡Ojalá que Dios los ilumine para que Bolivia no se pierda!

9. PROMESAS, PROMESAS

Fuente: Juan Gelman

El presidente electo Barack Obama prometió varias cosas antes de serlo. Por ejemplo, terminar la guerra con Irak, que en 2002, en la Plaza Federal de Chicago, calificó de “estúpida”, “imprudente” y “basada en la pasión, no en la razón”.

Fue un eje principal de su campaña y, sin duda, le ganó millones de votos. La promesa se está diluyendo: esta semana declaró: “Dije que retiraría de Irak nuestras tropas de combate en 16 meses, en el entendimiento de que podría ser necesario probablemente necesario mantener una fuerza residual a fin de proporcionar entrenamiento y apoyo logístico para proteger a nuestros civiles en Irak”.

“El residuo”, al parecer, no será pequeño: el ex secretario de Marina Richard Danzig –uno de los asesores de Obama en materia de seguridad– había ya declarado que sería de 30 mil a 55 mil efectivos. Algunos dicen que la cifra podría llegar a 70 mil, casi la mitad del número actual. Hay residuos así.

Pocos creen que la retirada se llevará a cabo en el lapso prometido y que el último soldado norteamericano dejará suelo iraquí el 31 de diciembre del 2011, según lo pactado con el gobierno de Bagdad.

Unos 20 halcones demócratas la mayoría de la vieja guardia clintoniana de los años ’90 dominan el equipo de seguridad y política internacional de Obama y no falta un legado significativo de W. Bush: el reconfirmado jefe del Pentágono Robert Gates, un insistente partidario de ganar la guerra en Irak como objetivo mínimo. Ahora está “menos preocupado” –dijo– por las promesas de campaña del presidente electo, dado que éste comentó que la retirada de Irak se haría de manera “responsable” y que dependerá de la opinión de los jefes militares.

En esas condiciones, tal vez no haya sido un trabajo pesado tranquilizar a un belicista de la talla de Gates.

El senador Lindsey Graham, el almirante Nike Mullen, jefe de Estado Mayor Conjunto, y otros “halcones-gallina” republicanos elogiaron estos nombramientos de Obama.

No es para menos: tienen un firme bastión en Hillary Clinton, la nueva secretaria de Estado, acérrima partidaria de la invasión a Irak y Afganistán y de atacar a Irán con bombas nucleares.

Se recuerda su propia confesión: “Llamé por teléfono (a su esposo presidente) y lo urgí a bombardear (Yugoslavia)” en el marco de la OTAN; los bombardeos duraron 74 días y a nadie perdonaron.

Cabe señalar que la era de Bill no fue precisamente pacifista: a poco de instalarse en la Casa Blanca bombardeó Irak en 1993; logró que la ONU le impusiera a Saddam Hussein un embargo que costó la vida de medio millón de niños iraquíes; atacó a Sudán y Afganistán; desestabilizó a Haití; militarizó la ambigua lucha contra los narcotraficantes que se ha convertido en contrainsurgencia y que no ahorra vidas de civiles inocentes en América latina; apoyó la privatización de las operaciones militares norteamericanas otorgando enjundiosos contratos a la industria armamentista; autorizó la venta de armas a países como Indonesia y Turquía, utilizadas en el genocidio de kurdos y habitantes de Timor Oriental. Un record que el olvido suele abrigar.

Obama nombró jefe del staff de la Casa Blanca a Rahm Emanuel, admirador de las ejecuciones extrajudiciales israelíes, impulsor del servicio paramilitar obligatorio para todos los estadounidenses de 18 a 25 años de edad, del aumento de los efectivos de las fuerzas armadas y de la creación de un sistema de espionaje semejante al MI5 británico.

Está en buena compañía: el general (R) James L. Jones, ex comandante del cuerpo de marines y amigo personal del derrotado candidato republicano John McCain, será el asesor jefe de seguridad nacional y es difícil suponer que el hecho de pertenecer al directorio de Boeing no influirá en sus decisiones. Susan Rice, la próxima embajadora de EE.UU. ante la ONU, apoya una intervención militar en Sudán por la crisis de Darfur, de preferencia con la participación de la OTAN. Etc., etc.

Barack mismo ha anunciado objetivos de guerra que poco cambian las políticas de Clinton y de ambos Bush: el incremento de la guerra en Afganistán; el eventual mantenimiento por largo rato de un número ingente de efectivos en Irak; la intervención unilateral en Pakistán; el empleo de ejércitos privados en las zonas donde combate EE.UU.; entre otras cosas.

Su vice Jose Biden no es un demócrata cualquiera: como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, sostuvo las mentiras de W. desestimando en el 2002 los testimonios de expertos que señalaban que Irak no tenía armas de destrucción masiva ni constituía una amenaza para la región “y mucho menos para EE.UU.” (www.alternet.org, 20-11-08). Rara vez un cambio se ha parecido tanto a una continuidad.

10. GRECIA: SOCIALISTAS AVANZAN HASTA 6% EN LAS ENCUESTAS

Fuente: La Jornada / México D.F.

El opositor partido socialista de Grecia aumentó su ventaja en las encuestas hasta en seis puntos porcentuales frente a los conservadores gobernantes, en medio del descontento público por el manejo de los peores disturbios registrados en este país en décadas.

Una encuesta de opinión publicada hoy por el diario Kathimerini mostró que el Partido Socialista Pan-Helénico (PASOK) cuenta con el apoyo de 38.5 por ciento de los votantes en caso de que se efectuaran elecciones adelantadas, frente a 32.5 por ciento para el conservador partido Nueva Democracia, del primer ministro Costas Caramanlis.

El sondeo de la firma encuestadora Public Issue mostró que 86 por ciento de los griegos critica el manejo que el gobierno ha dado a los disturbios, desatados tras la muerte de un joven de 15 años a manos de la policía, el pasado día 6. No obstante, sólo la mitad de los ciudadanos griegos opina que el partido gobernante debería adelantar las elecciones, después que ganó la relección el año pasado.

El periodo del gobierno griego termina en septiembre de 2011, pero muchos analistas dicen que Nueva Democracia podría tener que convocar a elecciones el próximo año. Caramanlis, por su parte, ha desestimado los llamados del PASOK de ir a las urnas.

Mientras, las protestas antigubernamentales entraron en su tercera semana tras el asesinato. Anoche, nuevos enfrentamientos se registraron entre la policía y jóvenes que ocupan la Escuela Politécnica de Atenas tras una concentración convocada por los estudiantes, en el lugar donde Alexis Grigoropoulos falleció por el disparo de un policía.

Los jóvenes también atacaron un edificio ministerial, una agencia bancaria y el estacionamiento de una escuela policial, donde incendiaron siete vehículos, , además de varios contenedores de basura. En todos los casos, la policía dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos.

11. HUMOR

EL SEXO

SEGUN LOS MEDICOS ES UNA ENFERMEDAD.

Porque uno siempre termina en la cama.

SEGUN LOS ABOGADOS ES UNA INJUSTICIA.

Porque siempre hay uno arriba y otro abajo.

SEGUN LOS INGENIEROS ES LA MAQUINA MAS PERFECTA.

Porque es la unica que trabaja cuando se para.

SEGUN LOS ARQUITECTOS ES UN ERROR

Porque la zona de entretenimiento esta al lado del desague.

SEGUN LOS POLITICOS ES LA DEMOCRACIA PERFECTA.

Porque goza tanto el que esta arriba como el que esta abajo.

SEGUN LOS ECONOMISTAS ES UNA MALA INVERSION.

Porque es mas lo que entra que lo que sale.

SEGUN LOS MATEMATICOS ES LA ECUACION MATEMATICA PERFECTA.

Porque la mujer eleva el miembro a su maxima potencia,

lo encierra entre parentesis, le extrae el factor comun y lo

reduce luego a su mínima expresion

Y PARA TI ¿QUE SIGNIFICA?

SEXO

Un chico se acerca al fin de su ultimo año en la prepa. Desafortunadamente, todavia tiene que compartir un cuarto con su hermanito de 9 años. Una noche, decide llevar a su novia a su casa para un poco de diversion.

Tienen literas, y el chico se da cuenta de que su hermanito ya se durmio en la litera de abajo, así que el y su novia se suben a la litera de arriba. Como puedes esperar, las cosas se empiezan a calentar.

El chico recuerda que su hermanito esta dormido abajo, así que le dice a su novia que diga ‘lechuga’ si lo quiere mas duro, y ‘tomate’ si quiere una nueva posición.

Lechuga!!!

Tomate!!!!

Lechuga!!!

Tomate!!!

Lechuga!!!

Tomate!!!

Ella grita.

Lechuga!!!

Tomate!!!

Ah!!!!!!

SACALO!!!

SACALO YA!!!!

No me puedo embarazar!!!

Entonces el hermanito les grita:’Hey,

podrian dejar de hacer sandwiches alla

arriba? Me estan echando mayonesa en toda

la cara!*!*!*!*!

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