No a la dictadura

Susana Seleme Antelo

No y siempre No, pues ya no quedan dudas: el Presidente, el ‘Vice’, los ministros y demás hombres del Gobierno están ejercitando sus dotes de dictadores sin tapujos, aun sin la aprobación de un texto constitucional con el que aspiran institucionalizar, por la vía electoral, una dictadura revestida de democracia.



Los hechos lo demuestran. ¿Qué otra cosa si no un comportamiento dictatorial es la planificación premeditada en Pando, con el asalto de campesinos y normalistas trasladados hasta allí para matar y que sean muertos? Prácticas dictatoriales son los apresamientos con encapuchados, el confinamiento, el exilio, los cercos y bloqueos, la permanente violación al Estado de derecho, el manejo delincuencial de la administración de justicia, la propaganda política perversa y manipuladora y, como cruel colofón, las muertes. No sólo las de Pando, sino todas las otras en las que el Gobierno demostró su naturaleza dictatorial: los adversarios mejor presos o muertos. El proyecto es ‘pandinizar’ Bolivia, me dijo un lúcido amigo, que es lo mismo que militarizarla, para castigar a los adversarios, ‘con rigor y crueldad’, como dijo el ‘Vice’, hablando de contrabandistas.

No y siempre No, porque no necesitamos el proyecto de Constitución aprobado o desaprobado el próximo 25 de enero, si ya estamos viviendo la dictadura masista, conducida por un mestizo indígena, sindicalista cocalero, atrapado en odios étnico-sociales y alimentado por intelectuales pequeñoburgueses, confundidos en la confusión del indigenismo, el marxismo, el trotstkismo, el socialismo y otros ‘ismos’ mal leídos y peor asimilados.

No es la primera vez que el Presidente demuestra sus dotes arbitrarias y vengativas, pero el ultraje y menosprecio a un periodista, a vista y paciencia de todo el país, colegas incluidos, empezando por el propio vocero ahí presentes, tiene una connotación política de más largo alcance. No es sólo la humillación a un ciudadano profesional que merece respeto del Presidente, sino la humillación a toda la sociedad democrática, como el irrespeto al cardenal Julio Terrazas, cuya Iglesia, al igual que periodistas, arroparon al sindicalista, al diputado, al candidato y le impulsaron en su lucha política. El alcance que le espera a Bolivia después del 25 de enero, si se aprueba el antidemocrático e ilegal proyecto de Constitución masista, maquillado gracias a ‘utilitarios opositores’, es la disyuntiva entre democracia -autonomías incluidas- o dictadura, llámese indígena-originaria-campesina, o dictadura a secas.

En el ejercicio del poder en busca del poder total, los hombres del MAS son hoy presos del abuso del poder y de la corrupción descarnada. Arrogantes, prepotentes y soberbios, amparados en el poder político-militar-policial-institucional, pretenden ‘refundar’ Bolivia, como si la historia en este país hubiera empezado en enero de 2006 con el empoderamiento indígena. La cruda realidad demuestra que lo hecho y por hacer es ‘refundir’ Bolivia en el oprobio de una dictadura avalada por voto popular; ‘refundirla’ en la crisis del sistema productivo agropecuario, industrial, alimentario y energético, con mayor desempleo y más pobreza. La van a ‘refundir’ por ausencia de una política exterior, de integración coherentes, y hoy vamos camino a un aislamiento regional e internacional.

No ahora y No el 25 de enero. Siempre No al desvarío dictatorial del Presidente y sus hombres.