Otra Navidad sin Cristián

El Mundo.

Hace cerca de dos años un adolescente que se preparaba a ser hombre alistaba sus regalos de Navidad, tenía uno preparado para su mamá Blanca Ferrel, para Nelson Urresti su papa, para Estela Méndez su abuela, se alistaba a que en poco menos de un mes tendría 18 años, le faltaba un año más para salir del Colegio. De pronto la noche llegó, en plena tarde asoleada del 11 enero del 2007 Christian salió vistiendo una polera blanca, caminaba cerca de su padre el gordo Nelson como cuidándolo, de pronto ve caer a su padre al suelo y la turba lo golpea, Christian sabe que al día siguiente él será hombre mayor de edad cumpliría 18 años, ello no le impide lanzarse como hombre y proteger a su padre como a un hijo, no le interesan los golpes, el ultraje, ni que el sadismo de la turba de Celima Torrico y Omar Fernández le arranquen la vida a tirones, Christian solo quiere salvar a su padre el gordo Nelson, pero se olvida que aquel día no solo se lleva el cuerpo de Christian sino el alma de sus padres, de su abuela, el dolor de sus hermanos y las lágrimas de sus compañeros y amigos todo esto sucedió un día antes de ser mayor de edad.

En la esquina de la calle Baptista y Mayor Rocha existe un viejo árbol, en frente existe un monasterio en cuyos claustros viven las hermanas de Santa Teresa, esas paredes que guardan secretos desde los tiempos de la colonia y el viejo árbol son los dos únicos testigos del sufrimiento de Cristian, los demás prefirieron guardar el silencio de la complicidad, ese que nace del miedo y se carga como una cruz hasta el momento en que Dios te preguntará ¿Por qué? Esa esquina fue testigo de la ultima respiración de aquel muchacho que no tendrá navidad, como tampoco las tendrán su padre y su madre, estoy seguro que a la media noche del 24 de diciembre el pesebre estará vacio, pues Blanca y Nelson estarán orando en aquella gruta hecha de dolor a los pies del viejo árbol donde quedó la mancha incolora de dolor permanente.



Escribir sobre la vida de Cristian no se puede pues el libro quedaría corto de tantos testimonios en su favor, escribir sobre Cristian es la única manera para evitar que se transforme en un número más de una fría estadística que señala las víctimas de un gobierno, evitar que se pierda entre los más de 50 muertos de esos que no conocemos nada de sus familias, de sus infortunios, de sus triunfos, si hasta hoy nos preguntamos quien seria Santiago Orocondo, integrante del Movimiento Sin Techo, quien cae abatido por una bala de uso militar en Papelpampa, fue un 9 de junio del 2006 y ayer 15 de diciembre Nelson Aduviri un joven trabajador de 21 años no pudo seguir gritando que no les quiten su fuente de trabajo, finalmente una bala en el cuello lo callo, hoy su madre llora y reclama mirando el féretro de su hijo “donde está mi hijo”, no alcanza a comprender que su hijo no le responderá ni nadie podrá explicarle que mientras nuestro Presidente está en Salvador Bahía en una “cumbre” Nelson se desangró, sucedió lo mismo cuando le arrancaron la vida a Cristian el Presidente estaba en Nicaragua, sucede que cada vez que el Presidente viaja las madres, las esposas, los hijos ruegan por sus hijos, por sus maridos, por sus padres para que nada les suceda, también podría ser o que el Presidente viaja mucho o sus encargos son cumplidos con satisfacción, de verdad que esta navidad para muchos hogares serán noches tristes de lágrimas y reproches, de maldiciones, de rezos, y de mucho dolor.

A los interlocutores y colaboradores del Presidente les pido que por su intermedio busquen llenar de paz, de amor, de ternura el duro corazón de Evo Morales, simplemente porque 50 bolivianos que no estarán celebrando la noche buena ya es más que suficiente.