Buscan aniquilar al Estado nacional boliviano

Y suplantar con un Estado comunitario indígena donde el Inca seria Evo y los  bolivianos, sus vasallos.

image

¿Los radicales del MAS pretenden construir el nuevo Estado desde los escombros?



Los sesudos teóricos del MAS están diseñando una estrategia de “tierra arrasada” y opinan que no debe quedar piedra sobre piedra en la estructura de lo que denominan el “Estado colonial”. Estos muchachos que al influjo de los dólares aportados por las ONG´s descubrieron de manera repentina (y oportunista) que lo indígena también existe, no son precisamente sensatos en sus concepciones.

Es más, su radicalismo crece en una proporción directamente proporcional al rechazo que manifiesta la población hacia el proyecto autoritario, excluyente y pseudoindigenista del MAS y es también proporcional al crecimiento de su temor de que los ingentes recursos que reciben por mantener al país en una situación de crisis permanente, se acaben algún día.

Consideran que el creciente rechazo de la población se debe a que el proyecto del MAS no está siendo aplicado “hasta las últimas consecuencias” y creen que el país está dispuesto a “avanzar” hacia el establecimiento de un modelo político, económico y social comunitario.

Apelan al modelo incásico durante el cual consideran existía una sociedad idílica e igualitaria, sin explotados ni explotadores. Pues bien, a pesar de que los recursos de las ONG´s les permitieron publicar algunos libracos, de historia conocen muy poco.

Durante el incario existió una sociedad con una estructura totalmente estratificada en cuya cima se encontraba el Inca, rodeado de una nobleza y una casta militar que debía ser mantenida con el trabajo de millones de mitayos. Las posibilidades de ascenso social eran nulas.

Esto lo saben (o debieran saberlo) los radicales indigenistas pero persisten en su empeño y quieren replicar un modelo que ha sido históricamente superado -a menos que se busque que Evo sea el nuevo Inca y el resto de los bolivianos, sus vasallos- . A estas alturas hablar de un modo de producción “comunitario” resulta una necedad y no resiste el menor análisis.

Alvaro García Linera, a quien algunos consideran un gran teórico (entre ellos él mismo) parte de una premisa falsa y lógicamente los resultados no pueden ser sino nefastos. 

Considera que el “empate catastrófico” (término muy mal copiado de Gramsci) ha sido superado luego del referéndum constituyente y ahora lo que queda es comenzar la tarea de desmontar el “Estado colonial”. No se va con medias tintas; no habla de reformar, habla de destruir el Estado.

Dentro de su concepción anarco-indigenista cree posible el establecimiento de un modelo en el que una nueva casta rija los destinos de todo el país y considera que todos los aportes de la civilización occidental, incluido, ojo, el marxismo, son lastres que deben ser desechados.

Al parecer considera que el único aporte occidental que debe ser mantenido, son el traje y la corbata, los que no se quita ni para dormir, además de su costumbre por mostrarse con mujeres rubias (originales o teñidas). Se trata, en suma, de una impostura disfrazada con supuestos postulados teóricos, que podría tener funestas consecuencias para el país.