Combustibles en las fronteras

Se anunció que no habría “gasolinazo”. Mientras los precios sean tan bajos respecto de los países vecinos, será imposible frenar la corriente de exportación. La aplicación de medidas parciales, como fijar precios diferenciados, no ayuda a resolver este grave problema.

Editorial La Razón.

En Bolivia, el precio de los derivados del petróleo es el más bajo del cono sur de Sudamérica por la política de subvenciones que comenzó a principios de este siglo, cuando el precio del barril estaba en 27 dólares, y no fue modificada ni siquiera cuando llegó a 147 dólares.



Esa situación ha creado una fuerte corriente de contrabando de exportación que afecta duramente a la economía nacional, pues transfiere al exterior recursos que deberían beneficiar sólo a los consumidores bolivianos.

La masiva salida de los combustibles al exterior del país, sumada al aumento del consumo interno, ha provocado una situación de desabastecimiento que las autoridades del Gobierno quieren resolver con medidas que son, en realidad, parciales.

Para enfrentar esta situación, se ha decidido enviar a las fronteras a las tropas del Comando Conjunto de las FFAA para que frenen la salida de los combustibles. Ahora, se ha reforzado con la aplicación de un sistema de precios diferenciados que rigen en las fronteras para los vehículos extranjeros.

La medida entró en vigencia el primer día de enero de este nuevo año con la aplicación de “precios internacionales”, que han sido fijados por YPFB, para la gasolina y el diesel. Pero la empresa estatal del petróleo cometió una serie de errores en el momento de aplicar la medida; en un principio se dijo que los precios diferenciados se aplicarían a todos, bolivianos y extranjeros, que compren los combustibles en una franja de 60 kilómetros desde la frontera. Sólo a último momento se informó que la medida estaba dirigida exclusivamente a desalentar a los extranjeros que se dedicaban a cruzar la frontera de ingreso a Bolivia, llenar sus tanques y volver a sus países para vender el combustible ganando tres veces más de lo que habían invertido.

En rigor, estas medidas no resuelven el problema creado por la existencia de la subvención. Una solución real debería consistir en la eliminación de ésta, lo que permitiría que los combustibles tengan el mismo precio que en los países vecinos. Si el Gobierno quisiera ayudar a algún sector, por ejemplo el productivo, podría compensarle con otro tipo de políticas, a cambio de que pague los precios reales de los carburantes.

La subvención se ha convertido en una pesadilla. No solamente sirve para que los contrabandistas vivan de llevar los combustibles al exterior, sino que abarata incluso los costos de producción de la millonaria pero ilegal industria de la droga.

El Gobierno, en efecto, ha revelado que tanto el diesel como la gasolina son usados por el narcotráfico; un tema que deberá ser encarado con la seriedad del caso, pues hasta las autoridades no están pudiendo ocultar el incremento de este negocio ilícito.

La gasolina escaseaba en casi todo el país porque se la llevaban al exterior, donde pagan más por ella, o al Chapare, donde pasaría lo mismo pero con los narcotraficantes.

El presidente Evo Morales dijo a fines de diciembre que si los contrabandistas no se moderaban, su gobierno podría eliminar las subvenciones; finalmente, se anunció que no habría “gasolinazo”. Mientras los precios sean tan bajos respecto de los países vecinos, será imposible frenar la corriente de exportación. La aplicación de medidas parciales, como fijar precios diferenciados, no ayuda a resolver este grave problema.