Como chancho en trapecio

Por: Harold Olmos *

Que el aire y el espectro electromagnético son recursos naturales de propiedad imprescriptible del pueblo boliviano causa perplejidad…



La expresión alude a situaciones inverosímiles e insostenibles. Todo indica que a eso conduce el proyecto de Constitución del MAS, pues si es aceptado, el país estará jaloneado por todos sus costados y le será difícil mantenerse en pie. Aparte de expresar buenos deseos —los enunciados de igualdad, educación, salud y vivienda—, el Gobierno ha fracasado en querer vender un producto que carece de racionalidad y que, básicamente por eso, genera resistencia. No he leído razones que sustenten los acápites básicos de aquel proyecto, cuya envoltura y contenido cargan demasiadas irracionalidades e inconsistencias que le quitan seriedad. Fuera del 25% o 30% del núcleo duro de quienes apoyan al Gobierno, a muchos de los cuales no les interesa la racionalidad ni conviven con ella, el proyecto genera un temor creciente por lo que vendrá si resultase aprobado. Y todo indica que ahora empieza a valer el dicho de “más vale un pájaro en mano que cien volando”.

Que los proyectistas hubiesen concluido que el aire y el espectro electromagnético son recursos naturales de propiedad imprescriptible del pueblo boliviano causa perplejidad, así como asusta el establecimiento de “la verdad histórica” en la justicia, artículo 23, en el caso de alguien acusado de algún delito, pues recuerda los peores tiempos del estalinismo. Los “intérpretes” de la historia siempre hacían que el acusado confesase crímenes no cometidos y lo condenaban. No menos inquietud causa el Art. 107 con aquello de que los periodistas deben “respetar los principios de veracidad y responsabilidad”, que se convierte en una espada sobre la cabeza de todo el que piensa y escribe, pues nadie sabe quién decidirá la cuestión tan subjetiva de qué es responsable o veraz. Igualmente es atemorizante el ojo por ojo revanchista que exuda Bolivia desde su Gobierno estos últimos años, y que se refuerza cuando el Primer Magistrado dice que se quedará en el Palacio de Gobierno “para toda la vida”. (A propósito: ¿recuerdan que el general García Meza decía que su gobierno sería de 20 años y que se reflejaría en el de Chile? No llegó a 400 días ni Chile retrocedió un milímetro en sus posiciones tradicionales respecto de Bolivia.)

Las frases vagas que abundan en el documento dejan cuando menos una sensación de desconfianza sobre sus fines verdaderos. (Términos como “redistribución”, “oportunidades”, propiedad privada con función social, transitan tan libremente que pareciera que caminamos rumbo al norte de Europa.) Las embestidas contra la Iglesia Católica y su primado cardenal Terrazas han sido reminiscentes de la situación de la Iglesia tras la Cortina de Hierro en lo peor de la Guerra Fría. Me viene a la mente el cardenal húngaro Mindszenty, quien fue perseguido y encarcelado por el Partido Comunista durante años por sus prédicas a favor de la libertad, incluso cuando los húngaros morían enfrentando a los tanques soviéticos, víctimas del socialismo real.

El documento tiene orígenes ilegales y tarde o temprano aparecerá en el banquillo del acusado, cuando quienes lo aceptan perciban que se ha les ofrecido sólo una quimera y que en la vida diaria la inflación se lleva los salarios y que no hay empleo ni el Estado es capaz de cumplir lo que promete. Por ahora, por la propaganda oficial, se tiene la impresión de que Bolivia está por inventar la piedra filosofal y que el paraíso terrenal está al alcance de la mano.

* Periodista

haroldolmos.wordpress.com