Cuando la democracia es un pretexto de la tiranía de las masas

Manfredo R. Bravo Chávez

Los bolivianos estamos en las puertas de uno de los procesos históricos más importantes de nuestra vida democrática. Sin embargo, hay que hacer hincapié, que más allá de nuestro compromiso ciudadano de asistir a las urnas el próximo domingo y manifestarnos libremente sobre nuestra decisión, quedan muchas pruebas contra la legitimidad de éste proceso y sobre todo de la transparencia del mismo.

Permítanme hacer uso de mi derecho a opinar libremente y expresar algunos elementos que considero relevantes a la hora de analizar éste proceso. ¿Es realmente este referendo constituyente el resultado de un proceso de concertación entre bolivianos? Definitivamente NO. El proyecto de consolidar un modelo hegemónico por parte del gobierno del MAS, se viene traduciendo en una constante de atropellos al marco jurídico y político que debió guiar el proceso constituyente.



Si bien es cierto que gran parte del pueblo boliviano apostó por el CAMBIO, el ideario colectivo que guiò esta expectativa percibía un proceso que permitiera que en la constituyente se incorporaran los temas de las agendas confrontadas, en una especie de armonización de intereses, donde finalmente, el producto pudiera ser un texto constitucional moderno, incluyente, participativo, pero sobre todo, democrático. La realidad nos demostró lo contrario, la acción autoritaria del oficialismo de imponer y la reacción defensiva de la oposición de resistir, se tradujo finalmente en el fracaso del proceso constituyente.

Y es que en un país donde la institucionalidad del Estado está sometida al uso arbitrario del poder, donde los espacios de apelación al abuso del Estado, como lo son el Tribunal Constitucional y el Poder Judicial, han sido prácticamente desmantelados, donde el derecho a oponerse o expresarse libremente hoy se convierten en delitos comunes, donde el Estado usa el terror como fuente de poder y sometimiento. ¿Qué nos queda como ciudadanos? ¿Bajar la cabeza y someternos al atropello? ¿Hacer de cuenta que no pasa nada y aceptar que vivimos realmente una democracia? NO, si en algo podemos coincidir la mayoría de quienes nos hemos formado para analizar y aportar a la profundización de la democracia, es que hoy mas que nunca, se vulneran derechos a cuenta de una supuesta “democracia popular” que pretende resolverlo todo a punta de elecciones.

Hay que decir las cosas como son. La electoralización de la política, no implica necesariamente una profundización de la democracia. Ya Aristóteles afirmaba que la democracia puede también sufrir degeneraciones y convertirse en dictaduras, la dictadura de las mayorías, la demagogia. Más aún cuando el padrón electoral, está totalmente manipulado a favor del gobierno. Cuando en la mayoría de las circunscripciones del occidente, votar en contra del gobierno del MAS, implica la sanción de la Justicia Comunitaria; cuando el voto libre, individual y secreto, se transgrede con la obligatoriedad de hacerlo público; cuando el vicepresidente condena el ejercicio libre de oponerse como delito so pena de cárcel; cuando cientos de militantes masistas han sido doblemente carnetizados con el asesoramiento de militares venezolanos; cuando cientos de ciudadanos en Pando, están perseguidos y no podrán ejercer su derecho al voto. NO. Esto es cualquier cosa menos democracia; es demagogia, es autocracia, es fascismo, es dictadura corporativa, es dictadura sindical. NO ES DEMOCRACIA.

¿Qué pasará después del 25 de enero? Seguramente, los resultados del referendo van a ser favorables al gobierno. Existe la posibilidad que inclusive en Pando, donde el gobierno ha utilizado la política del terror en su más amplia expresión, donde ha inscrito más de tres mil nuevos electores entre militares, policías y comunarios trasladados de diversos puntos del país, afecten la voluntad soberana de los pandinos, que difícilmente podrán repetir los resultados del referendo autonómico y revocatorio donde fácilmente superaron el 60% en contra del gobierno. En tal sentido, la victoria de la oposición puede verse reducida a los departamentos de Santa Cruz, Beni, Tarija y Chuquisaca.

Sin embargo, la gran pregunta es si existe la posibilidad de generar espacios de gobernabilidad ante una “falsa victoria” del gobierno en cuatro o tal vez cinco departamentos, frente a la derrota en un espacio territorial similar. Estaremos asistiendo, una vez más, a la agudización de las contradicciones y a la profundización de las violaciones por parte del gobierno. A su vez, legítimamente los departamentos opositores se rearticularan para resistir la implementación del texto constitucional, consecuentes a su electorado. El desmoronamiento del Estado de Derecho, será cada vez más evidente.

En tal sentido, en la medida que el NO CONTUNDENTE se ponga de manifiesto en los resultados del próximo 25 de enero, es la única fórmula para frenar el embate de un proyecto, que a muchas luces jamás podrá, ni intentará, gobernar para todos los bolivianos. 

* El autor es Politólogo Ex Constituyente