Cuba y Bolivia el 8 de enero

Daniel A. Pasquier Rivero *

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Cuba festeja hoy la entrada de los revolucionarios de Sierra Maestra a su capital La Habana, mientras que el gobierno en Bolivia refuerza la campaña a favor de su proyecto de nueva CPE (NCPE) en el referéndum del próximo 25. La afinidad del presidente Evo con el Comandante Fidel va más allá de lo ideológico, son casi las únicas “alusiones a sentimientos” que descubre, al menos, en público. Y esta relación se expresa también en la NCPE, con la declarada filiación al comunismo de ambos protagonistas, y en la intricada manera de exponerla a lo largo de cientos de horas dedicadas al discurso.

Cuba amanece sin Batista el primer día de 1959, mezcla de golpe de estado urdido por militares en acuerdo con las fuerzas revolucionarias, consolidado con la entrada del Che Guevara y Camilo Cienfuegos a La Habana. El pueblo festeja la huída del dictador, mientras Fidel inicia su discurso en la plaza de Santiago de Cuba, mientras que prepara su marcha hacia la capital. Enero del 2006, Evo asume la presidencia de Bolivia, un dirigente mestizo, de origen aymara, con la fuerza de los votos, casi con el mismo boato; poco faltó, en ambos casos, que se prodigaran con oro, incienso y mirra. El proceso revolucionario está atado al destino de estos dos hombres.

Desde lo alto de un tanque Fidel diría “Sólo nos hemos ganado el derecho a empezar” en un país que “dicen las estadísticas que el año pasado ha sido el más próspero de la historia de Cuba”. Después de 50 años compite los últimos puestos en desarrollo económico, aún latinoamericano; las condiciones de vida son precarias para la familia cubana, con racionamiento estricto en alimentos y cobertura de insumos básicos. La reforma agraria fracasó y ahora, después de dos generaciones de hambre, intenta producción con iniciativa privada. La arenga de R. Castro es animando a ser más eficientes, a conseguir mejores índices de productividad, a disminuir el número de los que viven sin contribuir con su esfuerzo (a lo que acostumbra el vivir del subsidio), etc. Por último, que cada uno haga lo que pueda por construirse una vivienda, ya que a la carencia existente se ha sumado la incapacidad para encarar la reconstrucción después del azote de los huracanes. En la conmemoración “casi en solitario” del Cincuentenario de la Revolución, ha reconocido que los “tiempos por venir no serán fáciles” y que harán falta, a lo mejor, otros 50 años de sacrificio, seguramente para llegar a lo mismo. El modelo de la economía colectivista centralizada ha fracasado.

También Evo recibió hace tres años un país con economía estable, precios en alza de todas las materias exportables tradicionales y no tradicionales, con inversiones en el sector hidrocarburos que lo podían convertir, según opinión de los especialistas, en el nodo energético del Cono Sur. Pero se priorizó la agenda política, imponer el modelo comunitarista (comunista) indigenista, buscar un referente como chivo expiatorio (estrategia facho-nazista) y concentrarse en la toma absoluta del poder. El intento homogeneizador no ahorró tiempo ni medios para aplastar cualquier oposición al proyecto, ni ha perdido el tiempo en consideraciones éticas ni legales, le han “echado nomás”-de boca del presidente- Los pueblos del oriente han pagado el pato pues su modelo productivo de carácter liberal capitalista, en especial Santa Cruz, es la demostración contraria a los postulados del gobierno: mas productivo, mas eficiente, abierto a mercados externos, mas generador de empleo, en definitiva, más atractivo para una población empobrecida que justamente lo que busca y lo que necesita es lo que ofrece el modelo cruceño.

“Desde ahora otro gallo cantará” dijo Fidel, y el pueblo escucha, “cuyo destino está en nuestras manos”; lo mismo piensa Evo. Es la mentalidad totalitaria que pretende adueñarse de nuestro destino. Pero la voluntad de vivir libre ha movido paralíticos y convertido en héroes a cobardes. Y si “decir la verdad es deber de todo revolucionario” ya es hora de empezar a decirle la verdad al pueblo. La gran mayoría de los bolivianos vomitó al sistema político corrompido y corrompedor del pasado, pero no para dar luz verde a otra tiranía. Porque tiranía es gobernar sin respeto a las leyes, ni a los mas elementales derechos humanos. En Cuba se torturó, se fusiló, se acabó con millares de opositores políticos y, después de 50 años, todavía hacen falta cárceles para sentencias de por vida con el fin de amedrentar a los disidentes que sólo ejercitan libertad de conciencia. Si se escuchara cantar al pueblo sonaría la denuncia de que la tiranía de la ambición, de la soberbia, de la mentira y la corrupción no ha sido derrotada, y el odio se le ha injertado al corazón del indígena campesino andino.

Así, los peores enemigos de la revolución “somos los propios revolucionarios” (Fidel). Los que confundieron el proceso de cambio con el empoderamiento ilegal, el asalto a las instituciones, el desmantelamiento del Estado y desaparición de la Nación, son los peores enemigos de la revolución. Peor todavía el contubernio gobierno-militar-cocalero para la producción y tráfico de cocaína; grandes alijos de pichicata se encuentran hasta en las más humildes viviendas de adobe y paja. Son los cómplices de grandes carteles de la droga, autores y promotores de la despenalización de la coca. Para algunos la revolución ha sido para “disfrutar de los gajes del poder”. En La Habana, en primera fila faltaban los héroes que hicieron la revolución. Igual que en La Paz, dónde están los líderes de las marchas por la dignidad y territorio indígena, los que sufrieron el embate del cierre de minas, los que insisten en labrar campos inundados, o levantar vaquerías abandonadas con poblaciones muertas de sed. No se debe engañar al pueblo, hay quienes han venido sólo a cobrar por haber puesto una o dos bombas en alguna parte.

Pero el pueblo ganará la guerra en democracia, con la fuerza del voto, su conciencia de libertad y la voluntad de vivir en un Estado de Derecho, donde no exista odio, racismo, intolerancia, persecución, donde se pueda alabar a Dios en paz.

CEO del ICEES, Santa Cruz (Bolivia)