El estruendoso fracaso del diario oficial

Grandes diarios se van cerrando porque la competencia de Internet hace ver que los viejos hábitos de buscar la noticia en la prensa escrita van cediendo lugar a los portales. De modo que la descabellada idea del diario propio para el MAS, más tardará en aparecer que en desaparecer. ¿A qué costo? ¿Quién pagará la nueva aventura propagandística?

Por: Mauricio Aira. Publicado en Los Tiempos.

Corrían los años sesenta y las cosas se le ponían difíciles al gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario. El plan Triangular que había sido ideado para salvar a la poderosa Corporación Minera (Comibol) con el aporte del BID, de los EEUU y del propio Estado no pudo obtener su meta de recuperar la minería y hacerla productiva, cierto es que factores externos complotaron para ello. La población boliviana en ascenso exigía un más alto estándar de vida, los sindicatos pedían aumentos salariales, las instituciones como FFAA, Policía, Universidades reclamaban por un permanente aumento de recursos y la economía nacional no daba abasto. En el orden interno (del MNR) la militancia exigía en forma agresiva a través del conducto regular, los comandos zonales, departamentales, las células profesionales, etc., mayor espacio de poder (pegas oficiales) al punto que el jefe Dr. Paz Estenssoro que en momento dado aseguró "poderoso instrumento es el poder", reconoció que "las peras son pocas" del poco frondoso árbol de la burocracia. Citemos un sólo ejemplo: YPFB, fuente de ingresos del erario, se había multiplicado de 600 a 6.000 dependientes, cuando la Bolivian Oil Company con 300 operarios producía casi tanto petróleo. Preguntado sobre el tema, el estadista respondió: "la diferencia es que YPFB es del Estado, la otra es privada sin mayores obligaciones sociales". El hecho es que uno de los órganos propagandísticos del MNR, el matutino La Nación acusaba pérdida tras pérdida, imposible de sostenerse por más tiempo de modo que de un plumazo se determinó su cierre definitivo dejando en la calle a un centenar de empleados, naturalmente que con sus finiquitos en orden.



La Nación había nacido 6 u 8 años antes como resultado de la queja de la militancia. "Todos los diarios contrarrevolucionarios nos atacan, El Diario, Presencia, Última Hora, tan sólo dan cabida a la reacción, el partido necesita tener su diario propio, que defienda la revolución y que muestre la verdad. Necesitamos además un diario moderno, bien equipado, que pueda competir en todo orden de cosas con los demás y que se contrate a los mejores periodistas… De modo que, a pesar de la oposición de algunos, el diario nació apoyado por José Fellman Velarde, hábil propagandista del régimen, Jacobo Libermann, y el mismo ministro de gobierno José Cuadros Quiroga, quien poseía el don de la escritura y ocupó durante largo tiempo un espacio como columnista desde donde fustigó duramente a los opositores, entre los que se puede recordar a Jaime Humérez, Huáscar Cajías, Alberto Bailey, Mario Marañón, Mario Guzmán, Alfredo Alexander, y otros muchos que no vendieron jamás su pluma al Movimiento y mantuvieron una digna actitud crítica de los excesos que cometía el régimen que comparados con los que comete éste otro Movimiento (MAS) son una caricatura.

Ya en las calles paceñas el nuevo matutino tuvo que hacer frente a dos retos. Ganar lectores y conseguir auspicios. A esta altura de los hechos se puede afirmar que nunca tuvo mayor número de lectores que los otros diarios nacionales, aun cuando en lo técnico no tenía cola de paja, sus contenidos especialmente en la primera época eran excelentes. Recuerdo todavía la crónica roja rubricada por Javier Pita Romero. Ofrecía lecturas atractivas, excelentes fotografías y un buen servicio de cables. Y es que ningún diario oficial, aun cuando presente "modelos atractivas" en primera plana, puede ser popular. ¡Qué cosas no trató La Nación para aumentar su tiraje! Todos los movimientistas estaban obligados a comprar el diario, (qué podían comprar si la gran mayoría de ellos no tenía recursos) que los funcionarios públicos están obligados a pagar una suscripción a precio rebajado. (Casos hubo de suscriptores que recibían el diario a un precio, a los pocos minutos por un precio superior devolvían La Nación a los kioscos de venta). Nada, ningún método funcionaba, por más que cronistas deportivos como Julio Borelli, Carlos Carrasco Ballivián, Miguel Velarde, hacían filigranas para afianzar lectores. En el plano de los anunciadores, durante un par de años todo el avisaje oficial se volcó a La Nación , todo lo comunicacional de los tres poderes se canalizó al diario, los ministerios, las empresas estatales Comibol, la Corporación Boliviana de Fomento, YPFB, los entes paraestatales, en fin, toda oficina del Estado incluyendo prefecturas y alcaldías estaban obligados a entregar el avisaje al diario oficial "tenemos el deber de sostener nuestros órganos de información con antelación a cualquier otro", actitud que fue cambiando en aras de la efectividad de los anuncios. Los diarios tradicionales eran más efectivos, vendían más.

Se puede entender que el MAS quiera tener su diario propio, y que será financiado con el aporte colectivo de las federaciones de productores de coca, y de los funcionarios que han obtenido puestos de trabajo gracias al carnet del movimiento… y que los que más ganan, funcionarios de jerarquía, viceministros, directores, prefectos, alcaldes deberán aportar en proporción al haber ganado. Entendemos también que todo el avisaje, de un régimen que quiere emborrachar la perdiz con propaganda exorbitante se volcará a su propio diario, por lo que la cuestión es por cuánto tiempo, ¿algunos meses, algún año? Especialmente en el mundo de hoy, cuando grandes diarios se van cerrando porque la competencia de Internet hace ver que los viejos hábitos de buscar la noticia en la prensa escrita van cediendo lugar a los portales. De modo que la descabellada idea del diario propio para el MAS, más tardará en aparecer que en desaparecer. ¿A qué costo? ¿Quién pagará la nueva aventura propagandística?