El retorno de los oportunistas

image Es de esperar que quienes fueron artífices de la votación opositora sepan preservar tan valioso capital político

Editorial Los Tiempos.

Hace algunos días, cuando las campañas previas al referéndum constituyente ingresaban a su decisiva etapa final, lamentábamos en este espacio editorial “la ausencia de líderes capaces de conjurar con su palabra orientadora los peligros que se ciernen sobre el futuro nacional”.



Más adelante, decíamos: “No nos referimos, por supuesto, a aspirantes a candidatos. Ellos abundan. Son, incluso, demasiados los que se ven a sí mismos como potenciales depositarios de la confianza popular. Pero la falta de valor que muestran cuando de asumir la defensa de una causa que no sea la de su propia imagen reflejada en el espejo se trata, resulta evidente que están muy lejos de merecer el calificativo de líderes”.

Complementábamos la idea afirmando que “Aspirantes a candidatos que en momentos decisivos se ocultan, (…) que se dedican a calcular la dirección a la que soplan los vientos para acomodarse en el lugar más conveniente para sus mezquinos afanes personales, no merecen el reconocimiento del pueblo al que aspiran representar. Pero como vergüenza es lo que menos tienen, ya se puede prever que al día siguiente del referéndum saldrán de sus escondrijos para pedir apoyo para sus egocéntricos proyectos políticos”.

¡Cómo nos hubiera gustado estar equivocados! Pero no. Efectivamente, dando una elocuente muestra de su total desprecio a la inteligencia del pueblo cuyo apoyo esperan obtener, ya se abalanzan sin disimulo sobre ese 40% de votantes, a los que abandonaron en momentos cruciales, con la intención de apoderarse de ese caudal electoral a cuya acumulación en nada contribuyeron.

Es verdad que algunos, más astutos que otros, dieron la cara horas antes del día decisivo. Eso en algo atenúa su culpa; pero no lo suficiente, pues su silencio anterior indica que su tan tardía adhesión a la causa del NO sólo respondió a un frío cálculo de probabilidades.

Mucho peor es el caso de quienes, como saltimbanquis de la política, dieron sucesivas volteretas pasando, según las circunstancias, de una causa a la otra. Seguramente quisieron congraciarse con unos y otros, pero sólo lograron hacerse merecedores del repudio de ambos.

¿Y qué se puede decir de quienes desertaron de la lucha democrática y ahora retornan, como si aquí nada hubiera pasado en su ausencia, para ofrecerse como candidatos de un pueblo al que abandonaron en los momentos más difíciles?

“Felizmente, –decíamos– muy amplios sectores de la sociedad boliviana han mostrado ya que pueden prescindir de esa clase de personajes”. Por eso, es de esperar que quienes fueron artífices de la votación opositora sepan poner tan valioso capital político fuera del alcance de quienes ahora amenazan con despedazarlo.