Enfrentar la corrupción

Editorial La Razón.

El presidente Evo Morales ha admitido en Cochabamba, al momento de hacer un balance del año 2008, que su gobierno ha sido golpeado por la corrupción. Pero también ha pedido a sus seguidores que denuncien todos los hechos que consideren irregulares, para expulsar a quienes los cometan.

En primer lugar, se trata de dos valientes posturas. No cualquier gobernante se atreve a hablar abiertamente de un problema tan grave como es el de la corrupción interna. Y, además, se compromete a sancionar a quienes delincan por este asunto.



En segundo término, la admisión presidencial, después de casi tres años de gestión, equivale a una derrota. No se puede olvidar que su propuesta de gobierno estaba basada en la honradez y en la certeza de que ésta sería la excepción en la política boliviana porque estaría alejada de la corrupción, al contrario de lo que ocurrió con anteriores administraciones.

Volviendo al lado positivo de este balance presidencial, al fin y al cabo, reconocer un problema es el primer paso para resolverlo. Si bien Morales no ha sido preciso en este tema, pues no ha dado nombres ni situaciones específicas, dedicó mucho tiempo a insistir sobre la necesidad de enfrentar esta lacra.

El Primer Mandatario parece decidido a tomar decisiones severas contra los corruptos de su gobierno, a fin de que la opinión pública se convenza de que existe una voluntad sincera de cortar la corrupción por lo sano.

Para ello, tendrá que cuidar las apariencias. En las mismas horas en que hablaba de este tema, salían en libertad los familiares de la dirigente masista Margarita Terán, que fueron sorprendidas con 174 kilos de cocaína. Por otro lado, el manejo del caso de los 33 camiones de contrabando y las denuncias sobre la participación del ministro Juan Ramón Quintana no ayudan a que la población se haga una idea clara sobre la determinación del Ejecutivo de acabar realmente con la corrupción.

Los millones de seguidores que tienen el presidente Morales y su partido estarían seguramente más tranquilos si las declaraciones sobre este grave problema se tradujeran en hechos concretos de sanción a los corruptos. Un político que ha hecho de su carrera una larga lista de denuncias contra los deshonestos del pasado tendría que mostrar que realmente hará que se apliquen las sanciones “caiga quien caiga”, como dijo el propio Mandatario en su discurso-mensaje a la nación.

Cuando el gobierno del MAS se aproxima a cumplir sus primeros tres años de gestión y se propone conseguir que el país apoye el proyecto de nueva Constitución Política del Estado que será sometido a votación el 25 de enero, parece oportuno que la lucha contra la corrupción sea adoptada plenamente.

Comprobar que el Poder Ejecutivo pone soluciones heroicas, para librarse de los primeros casos de corrupción que lo empañan, permitiría a los bolivianos mirar con más esperanza el futuro y con más optimismo las propuestas que tiene el presidente Morales para el futuro del país.

Castigos ejemplarizadores contra los corruptos devolverían la confianza de los electores en un gobierno que predicó contra la corrupción y que, en los últimos tiempos, acumuló una serie de denuncias; acusaciones que, incluso, merecieron el reconocimiento de Evo Morales de que algo anda mal en ese sentido.