Hacia un referendo decisivo

El referendo del 25 de enero estará lejos de terminar con la polarización en la que está sumido nuestro país desde hace ya varios años

Los Tiempos. Editorial.

Se ha iniciado a la recta final de las campañas previas al referéndum en el que el domingo 25 nuestro país definirá en gran medida su futuro. Nos acercamos, pues, a un momento decisivo de nuestra historia, por lo que es de prever que tanto quienes apoyan el proyecto de Constitución del MAS, como quienes lo rechazan, dedicarán sus mejores esfuerzos para atraer a su causa a la mayor cantidad de gente posible.



La intensidad de la disputa será sin duda creciente, pues a pesar del optimismo con que el oficialismo inició su campaña por el SÍ, y de la prematura rendición de las principales organizaciones políticas de la oposición con presencia parlamentaria, todo indica que el MAS no logrará el contundente triunfo que esperaba y, por el contrario, es elevada la posibilidad de que sufra una derrota.

El enorme vigor que durante los últimos días han adquirido las campañas por el NO, que poco a poco han ido superando su inicial dispersión para aglutinar esfuerzos alrededor de una causa común, es uno de los factores que permite suponer que los resultados que arrojen las urnas estarán lejos de las expectativas oficialistas. Por otra parte, los pobrísimos resultados de la gestión gubernamental, principalmente en temas tan importantes como los frutos de la “nacionalización” de los hidrocarburos, han socavado las principales bases de sustentación ideológica del proyecto masista, lo que lo ha obligado a arriar sus propias banderas y apoderarse de las que hasta hace poco eran las principales de la oposición, como la causa de las autonomías.

A la debilidad de la campaña por el SÍ ha contribuido también la vergonzosa doble claudicación de las principales organizaciones políticas de la oposición, Podemos y UN. Doble, porque primero traicionaron a sus electores al sumarse a la causa del MAS, y después volvieron a darse la vuelta plegándose, a última hora, a la del NO.

El resultado que arroja la suma de esos factores, es que el venidero referendo del 25 estará lejos de terminar con la polarización en la que está sumido nuestro país desde hace ya varios años, en vista de que aun en el hipotético caso de que se imponga el SI, lo hará teniendo al frente a un considerable porcentaje de la ciudadanía que se negará, con su voto primero y seguramente con otras acciones después, a someterse a un proyecto político con el que sólo se identifica una parte de la población.

Por lo anterior, se puede prever que serán todavía muchas las batallas políticas que se librarán durante el año en curso, y frente a ello sólo cabe esperar que sean mediante los instrumentos democráticos, y no los propios de la tentación totalitaria que se manifiesta con cada vez menos disimulo.