La diplomacia de Evo Morales

El nuncio apostólico Giambattista Diquattro acababa de presentarle sus credenciales a Evo Morales y salió humillado de la reunión por una sarta de quejas del presidente contra el cardenal Julio Terrazas. Sólo faltó que lo haga pasar al frente, como ocurrió con un periodista.

Editorial el Nuevo Día.



El presidente Morales trasladó a una reunión con el cuerpo diplomático acreditado en Bolivia el mismo lenguaje y los modales que ha estado usando en la campaña electoral con miras al referéndum del 25 de enero. El Primer Mandatario ofreció ante los embajadores la triste imagen de un picapleitos y peleón que no mide las consecuencias de sus actos.

Lo del miércoles era un acto protocolar de rutina, en el que los representantes de los países amigos suelen ponerse en fila para saludar al presidente y transmitirle sus respetos. El nuncio apostólico Giambattista Diquattro acababa de presentarle sus credenciales a Evo Morales y salió humillado de la reunión por una sarta de quejas del presidente contra el cardenal Julio Terrazas. Sólo faltó que lo haga pasar al frente, como ocurrió con un periodista. En pocas palabras, el jefe de estado ha pedido que el líder católico se disculpe con él y poco menos que ha solicitado que el Vaticano lo mande callar.

Antes de ese lamentable incidente, Evo Morales había anunciado desde el mismo púlpito y a voz en cuello, el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Israel, como si se tratara de una arenga lanzada en un mitin callejero repleto de sindicalistas. Es difícil imaginar el sentimiento y las reacciones íntimas de los diplomáticos presentes en el lugar ante ese burdo atropello de las normas más elementales de la diplomacia. Es imposible que una conducta de esa naturaleza pueda encontrar un eco de solidaridad y cuando menos, provoca una reacción de repelencia que daña la imagen del presidente y lo que es peor, acarrea enormes perjuicios al país.

Justamente la más reciente actitud de descomedimiento de Brasil, que unilateralmente y sin previo aviso, decide recortar las importaciones de gas boliviano, no puede entenderse sino en el marco de la reciprocidad mutua. Con el pretexto de la nacionalización de los hidrocarburos, el gobierno nacional humilló gratuitamente a Petrobras, la niña bonita de los brasileños, con capacidad para tomar decisiones de estado en el campo energético. Y si bien Lula viene a Bolivia a repartir palmaditas en la espalda, es difícil contrarrestar las consecuencias de una torpeza mayúscula contra el principal cliente del gas boliviano.

Quién iba a imaginar que sólo meses después de las irracionales reacciones que manifestó el Gobierno contra Estados Unidos, la expulsión del embajador Goldberg, de la DEA y USAID y por supuesto del ataque promovido a la embajada norteamericana en La Paz, las autoridades nacionales exijan ahora que Washington siga financiando la erradicación de cultivos ilegales de coca. Seguramente Estados Unidos siempre estará dispuesto a cooperar en la lucha contra el narcotráfico, pero no en los términos que trata de imponer el MAS. En este sentido, es probable que Obama desilusione a Evo Morales. Ningún país se prestará al juego perverso que se plantea desde Bolivia. No sin antes pasar factura.