Las joyas de la corona

José Gramunt de Moragas, S.J.*

Los más prestigiosos economistas del país han dado la señal de alarma ante el anuncio hecho por el presidente Morales de utilizar las reservas internacionales netas del Banco Central, estimadas en 7.717 millones de dólares, para invertirlas en la industrialización de los hidrocarburos. Sería como jugarse a la ruleta las joyas de la corona, opina la mayoría de esos expertos. Mencionaré aquí algunos de los criterios manifestados por destacados economistas independientes.



El ex ministro Juan Cariaga opina que estas reservas son el respaldo para asegurar la convertibilidad de la moneda. Utilizarlas en planes de industrialización productiva sería un serio riesgo de inestabilidad. Esta opinión es compartida por el presidente de la Asociación de Microfinancieras, Herbert Müller.

Sobre la convocatoria a un nuevo referéndum destinado a decidir la utilización de aquellas reservas, el catedrático Gonzalo Chávez pone el ejemplo de “un médico, en momentos de crisis, no pregunta a la gente qué tiene que hacer”. El economista Alberto Bonadona refuerza la misma opinión y añade que “hay gente que no tiene la formación suficiente para saber qué se tiene que hacer con esa plata”. Chávez advierte que “el Presidente está politizando un tema que es estrictamente técnico”. Y Bonadona denuncia que en el Gobierno “no hay una orientación económica muy clara. Hasta ahora no ha dado las pautas ni ha hecho una evaluación sobre su Plan Nacional de Desarrollo. Es difícil tomar decisiones sobre las reservas”.

Por su parte, Armando Morales, ex presidente del Banco Central, aclara que esas reservas son depósitos del Gobierno, las prefecturas y de empresas públicas, que necesitarán divisas para la importación de productos en vista de la crisis. Advierte con prudente reverencia, que “el oro no se toca”, y califica el anuncio del Presidente como “locuras políticas”. Yo lo llamaría “quimera mediática”, como es lanzar a los cuatro vientos una idea llamativa, pero sin consistencia lógica. Ésta es parte de la abundosa, pero hueca retórica populista. El Presidente necesita crear esperanzas, aunque él sabe que no pueden cumplirse. Ya nos habló de empresas estatales, que nunca han funcionado. La explotación del hierro del Mutún es una de ellas. Todos estos fuegos de artificio, ¿no serán un truco propagandístico en vísperas del referéndum constitucional, con el fin de ganar aplausos de la galería a favor del Sí?

Al día siguiente del anuncio sobre las reservas internacionales, el Sr. Presidente anunció también la creación de un periódico oficialista, así como de una cadena de radios y canales de televisión, estos últimos

destinados a la “educación” (¿indoctrinación?) popular, gracias al desinteresado financiamiento de Venezuela e Irán. Lo de Venezuela ya se ha hecho costumbre (aunque veremos qué pasa con la baja del precio del petróleo). Lo de Irán es, por lo menos, chocante. Evo necesita esta batería de medios de comunicación para seguir intentando apagar las opiniones de la prensa independiente, que no siempre coinciden con las del Gobierno. Él mismo confesó no hace mucho tiempo que la Iglesia Católica y los medios de comunicación son la única oposición que le queda por vencer. ¡Pero qué fijación les tiene Evo a la Iglesia y a la prensa!

*José Gramunt

es sacerdote jesuita y director de ANF.

La Razón