Las reservas internacionales en peligro

Lo menos que debe demandarse es que los ministros del área económica hagan algo para restablecer la cordura en las filas oficialistas

Editorial Los Tiempos.

Como si los motivos que hacen temer por la salud de la economía nacional en el futuro próximo no fueran demasiados, el presidente Evo Morales ha hecho una propuesta que sin duda ha causado espanto no sólo entre quienes juzgan sus actos desde la oposición, sino también entre muchos de sus principales colaboradores que, a pesar de serlo, no han perdido aún el mínimo de sensatez que se necesita para no generar grandes estropicios con los recursos fiscales. Ha propuesto nada menos que convocar a un referéndum nacional para que sea el pueblo el que decida cómo gastar las Reservas Internacionales Netas (RIN).



La propuesta de Morales se basa en un razonamiento muy simple. Parte del reconocimiento implícito de que la “nacionalización” de los hidrocarburos fue un fracaso. "Una de las debilidades evidentemente es la nacionalización de los hidrocarburos, por el tema de inversión (…)”, dijo. Y hay que reconocer, que hasta ahí, su diagnóstico es impecable. El Presidente hubiera dado muy buenos motivos para que se lo felicite y apoye si no avanzaba un paso más en su razonamiento, para proponer que el problema sea resuelto mediante las Reservas Internacionales Netas. Lamentablemente, es eso lo que hizo. "Si quisiéramos gastar los 7.700 millones de dólares para petroquímica, para algunas inversiones es nuestra plata podemos gastar, es un orgullo de los bolivianos que tengamos reservas internaciones", dijo. "Si gastamos esa plata tenemos mucho que hacer todavía, eso es prioritario", precisó.

Sin embargo, como era de suponer, no fue al presidente Morales al único que se le ocurrió semejante idea, pues al menos cuatro organizaciones sociales que forman parte del Consejo Nacional por el Cambio (Conalcam), han exigido que se les entreguen nada menos que 389 millones de dólares de las mismas reservas para la ejecución de sus planes, entre los que figuran su fortalecimiento institucional, programas productivos y “gastos de representación” de sus dirigentes.

La pregunta que surge ante tales expectativas es obvia: si el gobierno habla de una superabundancia de recursos “ociosos” de las Reservas Internacionales Netas, que exageradamente los calcula en más de 7.000 millones de dólares, y si el mismo Presidente cuestiona que no se los gaste, ¿cómo negarles una parte de tan apetitosa torta a quienes constituyen sus bases de sustentación social?

Es tan peligroso el razonamiento presidencial y las consecuencias que puede traer, que lo menos que debe demandarse es que los ministros del área económica, antes de que sea demasiado tarde, hagan algo para restablecer la cordura en las filas oficialistas. De otro modo, el riesgo de que en nuestro país se produzca una catástrofe económica será demasiado alto.