Mattarollo y matamorales

Rodolfo Mattarollo nació en 1939 en Buenos Aires, Argentina. Ferviente admirador de Hugo Chávez y Evo Morales, de quienes depende económicamente”. Esta cita textual —y esta columna contendrá otras más— no fue tomada de un artículo de Manfredo Kempff, como se podría suponer, sino de la semblanza sobre el funcionario bonaerense que Wikipedia publica en su permanentemente consultado sitio web.

Ante la posibilidad de que alguien considere como arbitrarios sus contenidos —éste en particular—, permítaseme hacer algunas consideraciones acerca de cómo opera el sistema: Wikipedia se jacta de ser la más nutrida fuente de información sobre el conocimiento acumulado por la humanidad hasta el presente y, para tal efecto, permite que cualquier persona en el mundo la alimente con datos sobre diferentes materias, datos que pasan por un filtro de eruditos que evalúan su fiabilidad para proceder a su publicación. De todos modos, si un lector detecta inexactitudes o falsedades, puede impugnarlos y corregirlos. Siendo que la semblanza de Mattarollo data de hace más de un año, es obvio que nadie la ha desmentido. Este mismo hecho —la data— certifica que dicha información no está influida por su actuación en la misión que la Unasur le encomendó en Bolivia. Ergo, ¿puede alguien que admira fervientemente a Evo Morales y que depende económicamente de él ser un investigador ecuánime?



“Caudillo de azarosa vida desde su tierna infancia, sufriendo vejámenes, jurando vengarse de sus enemigos. A veces solitario y triste, otras comunicativo, audaz y enérgico en sus decisiones. Caudillo que de libertador asume, por su egolatría, la actitud que le conducirá a su propio calvario”, escribe el galeno Walter Arteaga sobre Morales.

“¿Eres egocéntrico?” le pregunta Magela Baudoin, a lo que Morales responde con otra interrogante: “¿qué es eso?”. La periodista le explica el significado y el entrevistado contesta afirmativamente (entrevista publicada el 11 de junio de 1995 en el suplemento “Ventana” de La Razón). En la misma entrevista, Morales echa flores a la prensa: “He aprendido mucho de los periodistas porque me di cuenta que era obligatorio revisar los periódicos para saber qué estaba hablando el Gobierno. Entonces, al momento de leer los periódicos encuentras buenos términos, bonitos términos y conceptos”.

Evidentemente, Baudoin entrevista a Evo, pero —¡Oh!— Arteaga versa sobre Agustín, el Morales al que Arguedas describió como “angurriento, interesado, egoísta y acaparador”, aquel a quien apodaban kuchi pecke (cabeza de chancho). El mismo que, luego de ultrajar a uno de sus edecanes, fuera ultimado con siete tiros provenientes de la pistola Schmidt calibre 22 disparados por el Jefe de Edecanes —a la sazón, sobrino suyo—, arma que desde entonces (27 de noviembre de 1872) se conoce como matamorales.

Primer acto: Mattarollo, ferviente admirador de Evo y de quien depende económicamente, prepara un informe a la medida del Gobierno.

Segundo acto: No acaba el Gobierno de engolosinarse con dicho informe cuando la prensa, esa en la que Morales encuentra bonitos términos y conceptos, pone en evidencia el “caso Quintana”, aguándole la fiesta. Tercer acto: Furioso, Morales ultraja en público a un periodista.

Desenlace: Por fortuna, los periodistas no andan portando matamorales.

Puka Reyesvilla*

La Razón