Motivos para la esperanza

Queda abierta la esperanza de que el próximo domingo nuestra democracia salga fortalecida y se sienten las bases de una reconciliación nacional

Editorial Los Tiempos.

Cuando hemos ingresado ya al tramo final del proceso que concluirá el próximo domingo, las intenciones de voto de la ciudadanía han comenzado a definirse con mayor nitidez. Según las encuestas, el porcentaje de indecisos disminuye, la opción por el SI se debilita y lo contrario ocurre con la del NO.



Esa tendencia es el resultado de varios factores. Entre ellos se destaca el descrédito de las principales banderas del oficialismo, lo que ha obligado a los estrategas del SI a ocultarlas y reemplazarlas por las que hasta poco eran las principales de la oposición.

A eso ha contribuido también el valor y la honestidad intelectual de quienes guiados por sus mejores sentimientos y aspiraciones, se sumaron al “proceso de cambio” y contribuyeron a él, pero al ver lo mal encaminado que está reconsideraron su posición inicial. Un ejemplo digno de ser destacado es Loyola Guzmán, ex asambleísta del MAS y reconocida luchadora de izquierda que advierte lo lejos que está el proyecto de Constitución de los ideales a los que consagró su vida.

El fortalecimiento de la corriente del NO se explica además y fundamentalmente, por la tesonera labor de gente que pese a tener todas las circunstancias en su contra asumió la defensa de su causa con extraordinaria perseverancia. Contribuyeron a ella pocos líderes que nunca sometieron sus convicciones a los dictados de una opinión pública originalmente adversa. Un primer éxito de su labor fue derrotar en el terreno de las ideas a aquellos que desde las filas de la oposición se plegaron a la causa del oficialismo y pusieron así en evidencia lo vergonzosa que fue su tan prematura claudicación.

Pero la corriente del NO también se nutre de huestes cuyas motivaciones son en unos casos cuestionables y en otros inadmisibles. Una muestra de lo primero es el oportunismo de los que hasta el último momento priorizaron su afán por congraciarse con unos y otros y no tuvieron el valor de identificarse con una causa cuando ésta no ofrecía suficientes réditos a sus aspiraciones egocéntricas. En este grupo se destacan muchos aspirantes a candidatos que, como veletas, cambian de posición según cuál sea la dirección de los vientos.

Entre quienes alimentan las vertientes inadmisibles del NO están las hordas que al carecer de ideas recurren a la violencia para hacer prevalecer sus opiniones, como se ha visto durante los últimos días, mereciendo el repudio de los creyentes en la democracia y el aplauso de los que tratan de a imponer un régimen totalitario en Bolivia.

Ante este panorama, pese a sus sombras y a los múltiples factores adversos, queda abierta la esperanza de que el próximo domingo nuestra democracia salga fortalecida y se sienten las bases de una reconciliación nacional.