No estaban muertos, estaban de parranda

image El Mundo. El Director.

Vicente Rocha Rojas, Luis Eduardo Zabala, Néstor Da Silva Rivero, y Ervin Villavicencio son ciudadanos bolivianos residentes en Pando y el Beni que el día de la entrega del informe de Unasur sobre los dramáticos techos de Pando el 11 de septiembre estaban muertos, figuraban como parte de los 20 muertos que detectó este organismo internacional, incluso uno de estos muertos estaba residenciado en Viacha y los demás estaban en sus casas guardando silencio, no se atrevían a denunciar que todavía respiraban, tenían miedo de volver a morir, otro de ellos estaba herido, esto no quiere desvirtuar y anular el informe solo que salta a la vista que dicho informe tiene fallas, errores e imprecisiones que desvirtúan totalmente los sucesos, no se quiere en ningún momento señalar que no existieron muertos “Bolivia los vio cargados en un camión” pero que el 25% de los muertos que aparecen en la lista del Señor Matarollo no estén muertos son argumentos suficientes para reabrir dicho informe y buscar otro ente para concluirlo de manera técnica, como un reflejo de la veracidad el cual se acerque a la verdad de los hechos, con un criterio de resguardar la verdad histórica.

Hace un par de días el delegado de la misión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Freddy Gutiérrez, que llegó a Bolivia para observar el referéndum, ratificó el informe sobre los hechos sucedidos en Porvenir el 11 de septiembre y dijo que “la única forma de reabrir el caso es una petición oficial del Gobierno boliviano”.



Por su parte el gobierno no sostuvo ninguna posición sobre la aparición de “los muertos vivientes”, estos por su lado justifican su silencio por miedo, por no haber leído el informe y otro que no sabían nada de él, lo sucedido fue la facilidad con la que la comisión se prestó a oír solo una versión como la de verdad absoluta, no es casual que la comisión estuvo apoyada y asesorada por la parte acusadora cuando debió tener la libertad de investigar y entrevistarse con las partes del conflicto que derivo en los sucesos que impactaron a toda Bolivia.

El odioso informe fue refutado por varias naciones que forman parte de Unasur como son Colombia, Paraguay, Perú y Uruguay, porque lo desvirtúan la aparición con vida de ciudadanos que aparecen como muertos, y que el resultado electoral de Pando en el referéndum del día domingo es una bofetada al informe del organismo de las naciones sudamericana, desde que se conoció el informe los medios de comunicación, analistas y expertos dudaron de la veracidad pero mayor fue la campaña interna y externa para hacer con el informe campaña y quedó demostrado que las banderas de la mentira no las sigue nadie y que el viento más leve demuestra su debilidad y negación de la verdad. Lo más terrible de estos hechos es que a falta del informe de Unasur se presentaron cuatro otros informes para refrendar y proteger a este, no es casual que el informe del Defensor del Pueblo, del Comisionado de las NN.UU., de Derechos Humanos y el -ni entregado- informe de la Cámara de Diputados son una simple copia del de Unasur.

Hoy que ya pasó la campaña por la aprobación de la nueva C.P.E., que las mentiras y distorsiones de los hechos solo perjudican la imagen del país, que los que metieron las manos y las garras sobre Pando no tienen cómo justificar su desafortunada participación como instigadores de hechos que no se borrarán de la retina de los bolivianos. Por lo tanto el gobierno debe primeramente acabar con la intervención en Pando, se lo pidió con el voto la gente, restituir la vida democrática y soberana de las regiones, liberar a los que no se comprobó en ninguno de los informes su participación como de provocación para cobrar con vidas humanas el conflicto que pudo evitarse por el gobierno quien de forma artera lo provocó y usó esta desgracia en la intervención de las instituciones para dar vía libre a hechos poco éticos como el ingreso de los 33 camiones, caso que compromete a personas cercanas de Palacio y de la intervenida Prefectura.

Por lo tanto es importante que se permita esclarecer los errores del informe de Unasur, alentar una comisión multilateral con abogados, periodistas, sacerdotes y políticos, trabajar en forma honesta sin presiones sobre un nuevo informe que busque absolutamente esclarecer o acercarse a los hechos, sin pasiones ni desengaños de nadie, y que el informe obtenga simplemente las coincidencias sobre hechos y no sobre dichos, esto con la intención de que el estado no quede con unos “muertos vivos” atravesados en la garganta.