Obama gozará de larga luna de miel

La esperanza ha derrotado al rencor

Moisés Naim

Para LA NACION de Buenos Aires



Miércoles 21 de enero de 2009 |

WASHINGTON.- "Ya no tenemos que elegir. Por fin podemos asumir nuestra condición de americanos sin traicionar nuestra condición de negros. Nuestro cuerpo político ha finalmente sanado. Somos americanos."

Esto lo escribe en The Root Jack White, un periodista afroamericano, que añade: "Esto no significa que la discriminación racial haya acabado. Significa que hoy celebramos el descubrimiento de que el país que siempre hemos amado ha decidido corresponder nuestro amor. Y nos quiere tanto como para confiar su incierto futuro a uno de nosotros, un hombre negro… No lo puedo evitar. Tengo lagrimas en los ojos y una canción en el corazón".

Y no es sólo Jack White. La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca desencadenó un tsunami de lágrimas de emoción.

Emoción y alegría es lo que se ha respirado en los últimos días en las gélidas calles de Washington, llenas de gente venida de todas partes del país y del mundo. Fiestas por doquier y para todos. Celebraciones espontáneas en plazas, calles, oficinas, trenes, colectivos, restaurantes. Nunca ha sido más natural iniciar una conversación con desconocidos en esta usualmente austera y muy afanada ciudad. Las conversaciones y amistades se inician sin mayor razón que la de saber que se está compartiendo un momento histórico.

Es fácil pronosticar que las expectativas acerca de cuanto y cuan rápido podrá Obama reparar las tragedias que hereda son exageradas. Y que muchos de los que hoy lo aplauden pronto se sentirán desilusionados por lo lento del progreso o por algunas de sus decisiones. De que esto va a pasar no hay dudas. Pero no será grave. Barack Obama gozará de una luna de miel con su electorado más larga de la que generalmente les ha tocado a otros presidentes. La gente entiende que los problemas que enfrenta no pueden ser aliviados a corto plazo. Según una encuesta de CBS/The New York Times, a la pregunta de cuánto le tomará al gobierno de Obama "arreglar la economía", el 38 por ciento de los encuestados respondió que por lo menos 2 años, mientras que el 18 por ciento dijo cuatro años. El 22 por ciento cree que tardará un año en terminar la guerra en Irak y el 39 por ciento piensa que será en dos años.

Y Obama se los recordó en su discurso. Los problemas son graves y tardarán en solucionarse. Y les recordó que nada se podrá lograr sin el sacrificio de todos. El candidato de la emoción es ahora un pragmático presidente. El discurso fue -como se esperaba -muy bueno. Pero ningún discurso y ningún orador hubiera podido superar la potencia del mensaje central: Barack Obama. El es el mensaje. El y su historia son quienes conmueven. Obama es la cara de la reconciliación, de lo imposible hecho realidad, de injusticias que ya no se toleran. El mensaje de que la esperanza ha derrotado al rencor.