Primero Bolivia, después mi madre pero nunca los gobernantes

En esta lista de prioridades no entran las doctrinas menos aún las políticas, cuando hablo de disciplinas me refiero a las políticas, religiosas o económicas; yo soy Boliviano por nacimiento, cruceño por elección (no nací en este campanario), católico porque mi abuela y mi madre me enseñaron a amar, heterosexual por decisión ( es mucho lo que me encantan las mujeres y Dios me regaló 3 -o mejor dicho 4- todas hijas mías), en política amé la revolución cubana (así como se ama a una mujer, que quien es caballero la respeta por siempre), al único hombre que estudie en cátedra y leí los seiscientos libros que se escribió sobre él fue un argentino que murió en Bolivia, hoy muchos levantan su nombre sin comprender qué significa el hombre nuevo.

Debo confesar que mantuve una simpatía con Evo por mucho tiempo y charlas de por medio en Lima, mi primer decepción personal con el que hoy por hoy es Presidente de los Bolivianos fue cuando: Un grupo de mujeres del MNR mandadas por el diputado Gallardo lo golpearon en la puerta del diario, minutos después me llama por teléfono y me dice: “Está bien que me hubieras hecho golpear, pero por favor devuélveme la agenda que me hiciste quitar”, en los dos hechos no tuve nada que ver porque dentro de mis concepciones individuales no existe la violencia en ninguno de sus géneros y la de robo menos pero este hecho lo guardé en el disco duro como anécdota personalísima; luego incluso por cerca de un año mantuve un tiempo de crédito por el gobierno del MAS, todo esto se cayó como cuando se derrumba una torre de naipes en enero del 2007 cuando Christian Urresti Ferrel -un niño de 17 años- es victimado con crueldad por los movimientos sociales en Cochabamba, ese hecho marcó profundamente mi relación personal con el gobierno, hoy encontré la frase que justifica que desde entonces busqué afanosamente justificar el porqué no encuentro nada bueno en el gobierno de Evo Morales Ayma y la respuesta es simple, porque Evo sin querer o queriendo nos enseñó dos cosas la primera dividir el país entre pobres y menos pobres (ricos de verdad no existen en este país) y la otra que es la fundamental que nos enseñó a odiar, llegando incluso a buscar armas para defendernos (septiembre negro del 2008).

No concibo que el Presidente en vez de usar armas de seducción para encontrar los eslabones que nos separan a los bolivianos, busca martillos para romper las cadenas de la nacionalidad, esa nacionalidad en la que lo diverso es lo que nos mantenía fusionados como Bolivia, ese ser que estaba por encima de pasiones y rencores, ese ente que desde Bolpebra hasta pocitos y cruzando desde Charaña hasta Puerto Suarez latía cuando Sánchez le metió ese gol a España (Mundial de EE.UU.), cuando se escuchaba “Llorando se fue” de los Kjarkas que al ritmo de Lambada se cantaba en Paris, o algo que me sucedió cuando el Balsero Elián cumplió 8 años en Cárdenas un pueblo de Matanzas en la fiesta que asistió Fidel la canción que la bailaron todos fue “La bomba” de azul azul, o cuando Milton Melgar se robó las barras de Boca Junior y River Plate, esa es la Bolivia que nos importó, la nuestra, en la que los recuerdos fueron los hechos y no los gobernantes que siempre con altibajos estuvieron subordinados a la Nación de la Rojo Amarillo y Verde, esa es mi patria y no la de los resentidos que con lamentos lloran mientras pulverizan al estado.



No soy enemigo del Presidente, soy un ciudadano que en mi legitimo derecho discrepo con él, como lo hice con Banzer (también me envió a la cárcel y me pegó un par de tiros y cuando murió di una plegaria por su alma), cuestiono su forma, sus métodos no convencionales y que en muchos de los casos cae en la ilegalidad de un estado conservador pero estado al fin y al cabo y sobre todo el único que tenemos. Por eso mi lealtad es a Bolivia, a mi madre, pero por oficio soy crítico de los gobernantes, mas aun si estos hacen meritos suficientes para sentirme honrado en señalarles que existe otro camino.