Se necesita un presidente audaz

Thomas L. Friedman – The New York Times

Jueves 22 de enero de 2009 | Publicado en edición

clip_image002Obama y su esposa, anteanoche, en uno de los bailes tras su asunción Foto: EFE

NUEVA YORK. Por un día, por una hora, hagamos una reverencia ante nuestro país. Casi 233 años después de su fundación, 144 años después de la finalización de nuestra guerra civil y 46 años después del discurso "Yo tengo un sueño", de Martin Luther King, esta loca mezcla de inmigrantes llamados estadounidenses finalmente eligieron a un hombre negro, Barack Hussein Obama, presidente.



Cuando regresaba a pie de la ceremonia de asunción vi a un vendedor callejero afroamericano que usaba una remera con una inscripción casera que resumía muy bien el momento.

Decía "Misión cumplida".

Pero no podemos permitir que éste sea el último molde que rompamos y, mucho menos, que ésta sea la última misión que cumplamos. Ahora que hemos superado la biografía debemos escribir un poco de historia nueva una historia que reinicie, reviva y revigorice a Estados Unidos. Esa, para mí, fue la esencia del discurso inaugural de Obama y espero que nosotros -y él- estemos a la altura del desafío.

De hecho, diría, espero que Obama haya sido compinche todos estos años de ese viejo radical de Chicago, Bill Ayers. En realidad, espero que Obama sea un radical encubierto.

No un radical de izquierda ni de derecha, sino tan sólo un radical, porque éste es un momento radical. Es un momento para apartarse radicalmente de cómo se vienen haciendo las cosas en muchas áreas.

Ya no podemos crecer como país apoyándonos en nuestra reputación, mientras posponemos soluciones de todos los grandes problemas que nos exigirían esfuerzo y nos decimos que las nuevas iniciativas drásticas -como un impuesto a los combustibles, el seguro nacional de salud o la reforma bancaria- son demasiado duras o no están en la mesa de negociación.

Entonces, mi más ferviente esperanza es que Obama sea tan radical como este momento y ponga todo sobre la mesa.

Las oportunidades para iniciativas audaces y verdaderos nuevos comienzos son raras en nuestro sistema.

Primero, por la inercia y el estancamiento que establece nuestra Constitución. Segundo, por la manera en que los lobbistas, los ciclos de 24 horas de noticias y una campaña presidencial permanente conspiran para paralizar los grandes cambios.

"El sistema está construido para que funcione en punto muerto", dijo Michael J. Sandel, de la Universidad de Harvard. "En épocas normales, la energía y el dinamismo de la vida estadounidense residen en la economía y la sociedad, y la gente ve al gobierno con sospecha o indiferencia", dijo.

"Pero en épocas de crisis los estadounidenses esperan que el gobierno resuelva los problemas fundamentales que los afectan directamente. Esas son las épocas en que los presidentes pueden hacer grandes cosas. Son momentos muy escasos", añadió.

En la década del 30, la Gran Depresión le permitió a Franklin Delano Roosevelt lanzar el New Deal y redefinir el papel del gobierno federal. En la década del 60, el asesinato de John F. Kennedy y el "fermento moral del movimiento de derechos civiles" le permitió a Lyndon Johnson poner en vigor su agenda social, que incluía Medicare, la ley de derechos civiles y la ley de derecho al sufragio.

"Estas presidencias hicieron mucho más que promulgar nuevas leyes -dijo Sandel-. Reescribieron el contrato social y redefinieron lo que significa ser un ciudadano. La presidencia de Obama podría tener consecuencias similares."

George W. Bush desperdició totalmente el momento que tuvo después del 11 de Septiembre, porque no convocó al país a una nueva reconstrucción nacional. Eso nos deja con algunos agujeros muy profundos.

Por eso yo, como votante, espero que Obama batee con fuerza, más allá de los cercos. Pero también tiene que correr todas las bases. George Bush bateó alto y fuerte algunas veces, pero casi siempre falló en la característica más básica del liderazgo: la gestión competente y el seguimiento.

Obama tendrá que decidir cuántas pelotas batear a la vez. Es muy temprano para decir cuáles y cuántas serán. Pero sí sé esto: aunque es terrible desperdiciar una crisis, también es terrible que se desperdicie un gran político con un don natural para la oratoria, el raro talento de convocar y reunir a la gente. E igualmente terrible es desperdiciar una nación (particularmente sus jóvenes) dispuesta a ser convocada y a trabajar.

Es imposible no vislumbrar que el hecho de que hayamos elegido a un hombre negro como presidente implica una diferencia radical respecto de nuestro pasado. También es imposible no ver hasta qué punto nuestro futuro depende de un alejamiento radical con respecto a nuestro presente.

Debemos trabajar sobre nuestro país y sobre nuestro planeta de maneras completamente nuevas. Es tarde, el proyecto no podría ser más difícil, lo que está en juego no podría ser más importante y la recompensa no podría ser mayor.

Traducción de Mirta Rosenberg

Finalmente, Obama usará su BlackBerry
  • NUEVA YORK (ANSA).- Barack Obama, el primer presidente de Estados Unidos fanático de la tecnología, podrá continuar usando su BlackBerry, un teléfono que permite enviar y recibir correos electrónicos, contra lo que indica el protocolo. Así lo informó ayer Marc Ambinder, en su blog político del diario The Atlantic , quien precisó que el aparato tendrá un software especial, diseñado por expertos del Pentágono, con una clave que impide el acceso de hackers a la información personal del presidente.