Un voto por la democracia

image Ya sea con una nueva constitución o sin ella, si el MAS no busca por medios democráticos resolver el empate catastrófico que seguirá manteniéndose después de hoy, el futuro que le espera a Bolivia es de destrucción, de muerte y persecución, tal como lo expresó muy claramente el vicepresidente Álvaro García Linera, quien ha vuelto a amenazar con la cárcel a los disidentes, a quienes llama ovejas negras.

Editorial El Nuevo Día.



Siete procesos electorales han transcurrido en el país desde que Evo Morales asumió el poder hace tres años. Hoy, los bolivianos concurrirán a las urnas por octava vez, convocados nuevamente por el único interés del Gobierno de perpetuarse en el poder.

La tozudez del régimen que comanda Evo Morales por consolidar una hegemonía absolutista ha sido la constante en cada una de las siete convocatorias. Los resultados de la elección de los constituyentes, el referéndum autonómico del 2 de julio de 2006, la elección de la prefecta de Chuquisaca y las consultas para la aprobación de estatutos autonómicos en cuatro departamentos del país, han sido contundentes en manifestarle al presidente que la ciudadanía se inclina por la democracia, por la defensa de las instituciones republicanas y por la alternabilidad en el poder. El referéndum revocatorio fue la ratificación de un voto de confianza manifestado el 18 de diciembre de 2005 a un mandato que nunca ha estado en duda, pero al que en sucesivas ocasiones el soberano le ha establecido límites precisos a través del voto.

El referéndum de hoy es tal vez la última oportunidad que tiene Evo Morales para lograr su ansiado objetivo, admitido hace unos días por él mismo, cuando confesó que pretende quedarse toda la vida en el Palacio de Gobierno. Y la constitución que será sometida a votación durante esta jornada, es el instrumento perfecto para que el MAS establezca un nuevo sistema de gobierno, basado en la lucha de razas, en una fragmentación malintencionada del territorio disfrazada de una falsa autonomía y la destrucción de las instituciones básicas de la república como el Poder Judicial y el Congreso.

Para que esta mal denominada refundación se lleve a cabo, el nuevo Poder Ejecutivo diseñado en el texto constitucional gozará de amplias prerrogativas para reprimir y abusar del poder, además de la posibilidad de usar a los movimientos sociales, la autonomía indígena, el control social y la institucionalización de la justicia comunitaria como armas de coerción y de imposición. Como se decía al principio, una inmensa porción de la ciudadanía nacional nuevamente se va a expresar hoy por la necesidad de ponerle límites a las intenciones de Evo Morales y, más allá de los resultados, el futuro del país seguirá marcado por la profunda polarización que se ha intensificado a raíz de esa búsqueda del MAS por convertirse en una autocracia indigenista.

Ya sea con una nueva constitución o sin ella, si el MAS no busca por medios democráticos resolver el empate catastrófico que seguirá manteniéndose después de hoy, el futuro que le espera a Bolivia es de destrucción, de muerte y persecución, tal como lo expresó muy claramente el vicepresidente Álvaro García Linera, quien ha vuelto a amenazar con la cárcel a los disidentes, a quienes llama ovejas negras.